PINCHANDO
"AQUÍ" LA PRIMERA PARTE DE ESTA HISTORIA
Las seis chicas estaban
nerviosas, no querían meterse en problemas pero su paciencia se había agotado y
era hora de poner los puntos sobre la i.
Karol pasó al dormitorio de
Connie, tenía que convencerla de que ocultarse no era la mejor opción, si
habían trazado el plan juntas, juntas tenían que cumplirlo.
— Venga, nena, ya está todo listo
y te necesitamos en el salón.
— Yo no voy, me muero de miedo
¿has visto con qué cara nos mira?
— Pues no la mires tú a ella, así
de fácil.
— Claro, quieres que me siente en
frente y mire a las musarañas. Esto es una encerrona y no veo que se haya
asustado, la verdad. Vamos a tener problemas, estoy segura.
— ¿Y
has visto lo que se parece la tipa a…?
— Calla, que la pobre Irene se ha
quedado flipada cuando la ha visto, a mí me ha dado un escalofrío.
Tras unos minutos de
conversación, las dos chicas salieron al encuentro de sus amigas y su
“invitada” especial.
El salón estaba muy oscuro, las
cortinas cerradas y la persiana dejaba entrar pequeños destellos por los
agujeritos, aunque insuficientes para ver con claridad la estancia.
So se acercó a la lamparita junto
al teléfono y después de encenderla, puso el regulador en la mínima potencia,
de todas formas, no quería iluminar demasiado la habitación.
Dando la espalda a la ventana,
sentada en una silla y con los pies y las manos atados con cinta americana, descansaba
una rubia con cara de pocos amigos. Resoplaba cada pocos minutos, al parecer,
los raptos no le hacían gracia.
Delante de ella habían colocado
seis sillas alineadas, aquel era el lugar que ocuparían las taconeras para el
interrogatorio.
— No es por meter prisa, pero me
gustaría sabes qué cojones hago aquí— dijo la secuestrada.
— No le hagáis ni caso, esto lo
vamos a llevar a nuestro modo. Que no os intimide esta desgraciada— habló So
para el resto de sus amigas.
— ¡Eh! Sin faltar, que yo he
colaborado…
— ¿Colaborar? Sí, has colaborado haciendo
de nuestras vidas un tormento. ¡Yo me la cargo ya y asunto arreglado! — Gritó Alicia a punto de tirarse encima de la chica.
— Tranquilidad, ¡joder! La
tenemos atada y no puede hacernos nada ¿vale? Así que un poquito de autocontrol,
todas tendremos nuestro momento— Aclaró Regina mientras alisaba las arrugas de
su falda.
— Bien, empezaré yo, quiero que
termine el numerito lo antes posible— dijo Karol mientras sujetaba a Connie por
el brazo para que no escapara de su lado. La rubia estaba muy nerviosa—. Vamos
a ver, guapetona “véase el sarcasmo”— hizo comillas en el aire—, desde unos
meses a esta parte has convertido nuestras vidas en un tormento, nos has metido
en infinidad de tragedias, de malos rollos, situaciones en las que hemos
llorado, sufrido lo indecible y lo peor de todo, nos has hecho daño como a
viles animales. Nos gustaría saber, y creo que hablo en nombre de todas, ¿qué
leches te hemos hecho nosotras para que nos trates así?
Las taconeras se cruzaron de
brazos al tiempo, y esperaron que la interrogada hablara.
La rubia atada carraspeó, ladeó
la cabeza un poco y con una sonrisa pérfida, dijo:
— Tengo la garganta seca, ¿podría
beber algo?
— No, habla— contestó tajante Irene,
aún aturdida por el shock al ver la apariencia de la chica.
— ¿Y un cigarrito? No fumo, pero
en estos momentos me vendría muy bien.
— Tienes las manos atadas a la
espalda, no creo que estés en condiciones de fumar, déjate de gilipolleces y
contesta la puta pregunta— siguió So, entrecerrando los ojos.
— Que falta de hospitalidad… Además,
no he entendido la pregunta, yo no veo nada malo en mi comportamiento, solo
hice mi trabajo, eso es todo. Tendrás que especificar en qué os hice daño— la
rubia atada se agitó en el asiento y puso gesto de dolor cuando sintió las
rozaduras que la cinta le hacía en las muñecas.
Ilustración Juapi
— ¡Hasta aquí podíamos llegar! Mira,
cabrona de mierda, nos has metido en un montón de líos, acaso no recuerdas las
aventuras con los demonios que casi nos matan, los universos paralelos y viajes
en el tiempo, nos cambiaste de color de pelo y forma de ojos; despedidas de
soltera que terminaron en la cárcel, si no llega a ser por Regina y su abogado,
aún estaríamos allí; nos hiciste perder la memoria, ¡joder! ¡Fuimos las
culpables de la destrucción del mundo! Pero si hasta nos has plagado el cuerpo
de putos granos con una invasión de pulgas de la hostia, será mejor que me des
una explicación coherente, porque te juro que no sales de este piso hoy con todas
las partes de tu cuerpo completas ¿Me has entendido ahora con claridad? — Dijo
Alicia, a punto de estallar de pura rabia.
— ¡Ah! Eso. Pues vaya, yo pensé
que os lo habíais pasado bien. Os convertí en las cantantes más famosas de toda
China, y os puse como heroínas macizorras con trajecitos chulos, que os
recuerdo, por si lo habéis olvidado, la historia terminó con vosotras salvando
el mundo. Lo reconozco, las pulgas fue un poco coñazo, pero tampoco es para
tanto…
Alicia y sus cinco amigas no
daban crédito a lo que escuchaban, la escritora que tenían en frente estaba
totalmente segura de lo que decía, no sentía ningún tipo de remordimiento por
sus fechorías, y ellas habían sido el blanco de su diana.
Connie, levantó la cabeza por
primera vez, y miró enfadada a la escritora atada.
— Has destrozado nuestras vidas. Nos
distes unos hijos demoníacos convirtiéndonos en malas madres, confesamos ser
lesbianas con amores imposibles, le diste a Irene el concierto de su vida para
luego destrozarlo con una cancelación que casi entra en depresión la pobre. No tienes
corazón. Pero si hasta nos mataste en un accidente de coche… mandándonos al
cielo y al infierno ¡con el puto demonio!...
— Eeeeh… Para el carro, para. Lo del
concierto no fue mi culpa, ese día teníamos invitado y “ÉL” decidió que la
historia terminara así, yo no tuve nada que ver... — intentó defenderse la
escritora.
— Y no se te olvide cuando nos
cambió de cuerpos…— Agregó Regina.
— Esa tampoco fui yo, además creo
recordar que era todo una broma que…
— ¡Una broma! Me río yo de las
bromitas que inventas, que nos has metido hasta fantasmas en casa— dijo So,
mientras el resto de chicas asentían con la cabeza en muestra de apoyo.
— Yo sé de algunas que no están
tan descontentas con esos “fantasmas”…— la escritora enarcó una ceja mirando a
Karol que, inmediatamente se sonrojó.
— ¡Y una mierda que te comas! Nos
has metido en una guerra de pintura con chicos que seguramente no tenían culpa
de nada. Y no voy ha hablar del día de las putas manchas naranjas por todo el
cuerpo, porque entonces me caliento y…— contestó Karol.
— Ah, sí, ese día fue muy
divertido— la escritora se río con una gran y sobreactuada carcajada.
— Pero miradla, si además se lo
está pasando pipa. Tenemos que cortarle algo ¡ya! — Sentenció Alicia.
— Espera, Ali. Verás, voy a ser
buena gente y te voy a conceder una última oportunidad para que te disculpes,
asumas tus errores y des tu brazo a torcer. No te garantizo que salgas de aquí
con vida, pero al menos, intentaremos que sea rápido— dijo Karol levantando el
mentón, esperando la respuesta.
— Sois muy ilusas, en cierta
manera me habéis decepcionado, os creía más… inteligentes. Pero nada, supongo
que todo el mundo se equivoca alguna vez. De aquí saldré cuándo y cómo me de la
gana, por si no lo habíais notado yo soy la que escribe la historia, soy la que
maneja vuestros hilos— dijo la escritora agrandando la sonrisa—, si no me he
levantado hasta ahora, es porque me hacía gracia el espectáculo que estabais
montando, pero lo cierto es que llego tarde a una cita y os voy a tener que
dejar. Otro día nos tomamos unas cañitas, si os apetece, claro. Y aunque yo no
soy mucho de amenazas, a partir de ahora seré mucho más… contundente con
vuestra historia. Chicas, chicas, chicas, no está bien meterse con quien os da
de comer, es algo a tener en cuenta. Nos vemos la semana que viene, “guapetonas”.
Tras pronunciar aquellas
palabras, la escritora deshizo las ataduras de sus muñecas y tobillos con un
chasquido de dedos, dejó paralizadas en sus asientos a las seis taconeras, como
si sus culitos estuviesen pegados con Súper Glue, y se levantó dirección a la
calle mientras canturreaba una de sus canciones preferidas de Jack White.
Palabras de la autora:
Hola a tod@s, espero que os haya gustado el final de esta
historia, hoy es un día especial, como habréis visto arriba en grande, hemos
tenido el placer de contar con la obra de un gran ilustrador, él es Juan
Antonio Abad Gonzalez (Juapi), que aceptó el trabajo de poner carita a esta
historia de secuestros y mujeres perversas ^^ Le ha quedado genial, ha enfocado
maravillosamente el escenario que rodeaba a nuestras taconeras y a una
servidora. Tiene un estilo que a mí me apasiona, sus dibujos son muy
detallistas, minuciosos y llenos de colores (aunque este sea en blanco y negro)
Aquí os dejo sus páginas webs, para que podáis contemplar
todos sus trabajos y el correo electrónico para poneros en contacto con él. Su talento no tiene límites.
Web: www.elescritoriodejuapi.comFacebook: https://www.facebook.com/juapilustradorMail de contacto: estudioseinen@hotmail.com
Muchas gracias, artista!!
También quería proponeos un pequeño juego, sé que algunos de
vosotros sois asiduos al blog y conocéis las aventuras de las seis chicas en
tacones, me gustaría saber qué relato ha sido vuestro favorito en estos casi
diez meses de publicaciones. Estaré encantada de conocer vuestras preferencias.
Y ahora sí, un besote para tod@s y que paséis una Semana
Santa estupenda.
Y mañana podréis disfrutar de una entrada de lo más recomendable, imperdible diría yo, con nuestra rubia loca y encantadora, Connie y su qué hacer antes de los 30.