Este año la navidad no me
hace ilusión.
Por lo general me gustan estas fechas aunque luego me decepcione
el resultado que nunca es igual que en las series de la tele.
Pero este año
ando demasiado ocupada, liada y dispersa. Además tengo frío todo el rato
excepto cuando voy a tomar café a un bar con terraza que tiene las estufas esas
chulas de butano (que me dejan churruscada la cepa de la oreja).
He pasado de
decorar la casa, entre otras cosas porque la puta gata no deja títere con
cabeza y sus gustos son cambiantes, volátiles y sin concierto. Es una diva.
Una
de las preocupaciones de mi maternidad gatuna se concentra en un interrogante
así largo ¿Cómo es posible que un animal de menos de tres kilos y que come unos
doscientos gramos de Wiskas, sea capaz de generar a diario un kilo de mierda?
Las leyes de la física y la materia no tienen jurisdicción en los intestinos de
un felino.
No tengo yo cuerpo de fiestas ni de origen pagano reconvertido ni
que sigan la tradición judeocristiana ni meramente comerciales.
Sé que los
Reyes no me van a traer nada porque he sido una nena mala, pero me tendré que
buscar yo las alegrías para el cuerpo que de lo contrario mal vamos.
Este año
ha sido raro para mí, mucho trabajo y poco brillo pero me he entretenido un
montón. Tengo libro en el mercado a pesar de las distribuidoras, he conocido
gente interesante y he estrechado lazos con algunos a los que llamo amigos.
La
vida ha seguido a lo suyo mientras yo intentaba surfearla y hacía planes que se
evaporaban antes de terminar la semana, supongo que esto es normal, lo que
tiene que ser, lo decente, pero se me ha escapado algo del 2013 y no sé qué es.
La existencia me hace poner cara de lela. Creo que no soy la única a quien le
pasa, por ejemplo están los del Ragnarok que han visto que era otra filfa. El
otro día me fui a una cosa de raikis y rikis o lo que sea. Era una tema de
abrirte el chacra y no sé qué guarrería del tercer ojo.
El caso es que saqué en
claro que todo es “energía” (así en general y a granel) y que se trasmite por
vibraciones. Estas vibraciones nos conectan unos a otros y se puede utilizar la
“energía” a favor de uno mismo. Aquí entra de nuevo el papel de la gata pues,
según el ponente, los gatos ven los flujos de esa “energía” y por eso se
colocan siempre en los mismos lugares de la casa, para aprovechar estas fuentes
de poder.
Esto me ha llevado a la conclusión de que mi pijama es un vórtice de
potencial cósmico e ilimitado además de portátil, da igual dónde lo deje que la
gata se pone encima a mullirlo y a ronronear. Luego no me lo quiere devolver y
ante la recuperación de lo que es mío por derecho de conquista y tarjeta de crédito
ella, en represalia, va y se caga.
El universo es un lugar extraño.
Lo de las
energías vibracionales y conectadas os lo quería comentar porque este ha sido
un año raro para muchos, un año jodido de no querer abrir el periódico ni ver
la tele porque se te ponía una mala hostia que pá qué. Creo que estamos todos
crispados, desmotivados, desenergicados y esto se nota en las vibraciones. Me
temo, nenes y nenas, que vamos a tener nosotros mismos, cada uno en su parcela
de actuación los que tengamos que cambiar esta situación.
No nos cabe otra, al
final es el soldado de infantería que acaba librando las guerras por mucho
satélite de combate que ronde por ahí arriba. Yo voy a pedirle al año nuevo un
poco más de salud que en el anterior, paciencia contra la frustración y el
deseo egoísta de ver algo de esa yerba verde del otro lado de la colina.
No obstante y a otro
nivel, creo, opino, pienso que a veces la vida nos pone en situaciones
difíciles quizás para templarnos el ánimo, tal vez para enseñarnos a separar el
grano de la paja o tan solo porque las crisis no son solo algo doloroso y negativo
sino también en algunas ocasiones la antesala de un cambio positivo y un avance
imposible de alcanzar sin un cierto esfuerzo y sufrimiento.
Ya se sabe que
ninguna guerra es ni bonita ni limpia, pero a veces si es necesaria en aras de
conseguir un objetivo superior.
En todo caso, lo que deseo transmitir es un mensaje
optimista y luminoso en medio de las tinieblas del caos y la incertidumbre
que parecen ser una epidemia generalizada
en estos tiempos de dios.
Las navidades representan
para mí un punto de inflexión, ya lo saben todos aquellos que me conocen y me
han leído.
Es un momento de recopilación y balance de todo lo sucedido en el
año, y si me apuras aún más del resultado general de la vida hasta el momento
actual, pues, llegados a este punto y con
todo, si se mira en conjunto, creo que en realidad no está tan mal. ¿Mejorable?
Sin duda, ¿empeorable? Por supuesto.
Otorguémosle por ahora el beneficio de la
duda. Dejemos de pensar tanto, de esperar y desear, y comencemos tan solo a
actuar de la mejor forma que sepamos o podamos, y tratemos de disfrutar de lo
que venga. Recordad que a toda noche le sigue un día y a toda calma, una
tormenta.
Os deseo, nenes y nenes,
que paséis unas buenas navidades en compañía de los vuestros, que hagáis una
tregua en vuestras disputas, pesares e inquietudes, y que este año nuevo
reparta nuevas oportunidades, satisfacciones y deseos así a lo grande, a toco
mocho, sin moderación ni mesura. .
Muchos besos. (Y de la
gata también, ella está de acuerdo en casi todo lo anterior).
Pues coincido en que algo se me escapa de este año. El reiki está de moda. Pero me gusta tu resumen de año raro. Y desde luego si veo un mensaje de esperanza. Da serenidad al leerlo porque me siento parecido, y el descanso de guerras pasadas te hace ver las cosas diferentes. Ojalá estrechemos lazos como dices. Un beso y feliz Navidad (también a la gata)
ResponderEliminarAy, querida amiga, de rarezas y gatos anda el mundo lleno. Que no nos crispamos por gusto ni nos frustramos por aburrimiento; que han apaleado las alfombras de nuestra paciencia y se nos han erizado los pelos del lomo. Que se aprende, sí; que si somos espabilados podemos hasta mejorar, no me cabe duda. Entre tanto, las bolas cuelgan del árbol. Aylobiu. Felices fiestas.
ResponderEliminarBuen artículo, rubia. Te tomo la palabra e intentaré actuar yo mismo esta vez en vez de dejarme llevar, como hago siempre, por la ola que es esta vida. Un besaco.
ResponderEliminarDe un año que se llama dos mil TRECE que podías esperar?
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, tenemos que dejar de "surfear"(que ya no tenemos edad para ello) y centrarnos en "altos vuelos" pero con relatividad.
ResponderEliminarYo te deseo exactamente que me deseas a mi, eso que no me tienes que escribir porque ya lo sé. No me refiero al móvil de tus compañeras de gimnasio, que también me resultaría gratificante.
Te deseo muchas cosas,pero quiero que mejores en una, especialmente.Será lo mejor para ti.
Date por abrazada.
pd: creo que tienes madera de poeta
me he comido un "lo", es lo único que me he comido en todo el finde... :(
EliminarUy, lovelof. No lo había leído.
ResponderEliminarRaro de cojones, el año. Yo estoy con tu gata: a la que vea tu pijama me siento encima.
Abrazo gusiluciense.