jueves, 27 de junio de 2013

¿Qué hacer antes de los 30? Una década más de excusas...




―¿Qué hacer antes de los 30? Ya estamos aquí, ¿dónde?
¡Qué hoy es mi cumpleaños!, ¡shhhhhhhhhhhhh!
¡Hoy pierdo el dos! ¡Buaaaa!
Respira, tranquilidad, otro gin-tonic porfaplisssssssssss
¿Con quién hablassss?
Con Connie
Si Connie eres tú, ¿o hay dos Connies?  
 ¿Qué me pasa Dios?



―Rubia, rubita ¿en qué piensas? te noto muy silenciosa ―dijo Jóse, interrumpiendo mis pensamientos.
―Ay, José que mal llevo esto, mañana es mi cumple. Pero, no, no celebraré nada, me siento fatal. Y que no se te ocurra montar una fiesta sorpresa. Ya solo imaginar que mañana pueda ser hoy, me da escalofríos.
http://mrkpoesia.blogspot.com.es/ ¡Guapa!
―¿Pero tú no eres la eterna veinteañera?
―Lo era, a partir de mañana ya no lo seré.
―Dame un último beso de veinteañera, rubia.
―¡¡¡¿Eres tonto?!!! Llévame a casa necesito un gin-tonic, pero cargadito.
―¿Quieres que vayamos a tomar algo? ―propone José con cautela.  
―¡Qué no, tengo que entregar tacones, es una entrada importante!! ―respondo impaciente y alzando la voz.
―¿Y eso qué es? Hoy además de estar nerviosa, hablas chino…
―Joséeee, mis aventuras antes de los treinta, lo que hago hace más de un año, escribo en un blog junto a las chicas.
―Perdona, ―responde atónito―¿Qué dices? ¿Qué escribes? ¿Sobre nosotros?
―Claro, sobre ¿Qué hacer antes de los 30? Y hoy me toca despedirme a no ser que me invente algo hasta los cuarenta y así obtenga una década más de excusas…
―¿Sobre nosotros? Tú estás loca, ¿Qué has escrito? ¡Quiero leerlo ya!
―Emmm, omm, claro, ya te dejaré yo leer todo, desde luego, claro que sí, a ver si igual te paso en link… ―respondí dudosa tratando de escapar a sus preguntas.
―Dime, ¿tacones qué? Así ahora lo busco en el móvil… ―rebatió listo a la faena.
―José, amor, llévame a casa que estoy cansada, y solo quiero estar entre tus brazos y que nos mimemos.
―¿No tenías que escribir?
―Ya…, lo haré más tarde…
¡Mierda tendré que borrar algunas entradas, esto de que José lo lea todo no me mola, soy una bocazas no tenía que haber dicho nada! ¡Me odio!

Ok, plan uno llamaré a Irene, ella siempre me salva, ¡ay! cuanto la quiero, sus palabras han sido un camino en esta aventura ante los treinta, un camino seguro y lleno de buenos momentos.
Y también llamaré a  Regi, es la consejera del grupo y una gran amiga, ella me dará las herramientas para vencer cualquier problema, ¡Jóse no puede leer Tacones!
¡Ya lo sé! Le pediré a Karol, que me ayude con el ordenador, ¡qué tía sincera, verdadera, cariñosa, la echo de menos! la llamaré y le diré que se venga ya,
 O si llamo a So, ella conseguirá con ironía decirle a Jóse que nuestro blog no es un sitio para un nene como él, es una maga con las palabras, me encanta.
¡Vale! Lo mejor será  llamar a  Alicia, ella encontrará el día perfecto y la hora para que todo salga bien, siempre salen bien las cosas con ella.
¡¡¡¡Decidido!!! ¡¡¡Lo tengo! Llamaré a todas. Mañana es mi cumple y necesitaré de mis cinco fantásticas.  

00:00
Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
¡¡Treinta años!!!
No pasa nada, tengo casa (alquilada y desordenada), tengo novio (mi  Jóse, un cachito de pan) y tengo trabajo (pasé el mes de prueba).
Muy bien, muy bien…
No desesperes, sonríe, y antes de los treinta grita: ¡¡GRACIASSSSSSS! Y durante los treinta grita más fuerte ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIASSSSSSS!!!! Siempre y otra vez…  


LA PRÓXIMA SEMANA OS CUENTO LA FIESTA, INVITADOS ESPECIALES, LO PROMETO.
¡QUÉ SÍ, SOY UNA BLANDA! ¡HAY PARTY!


miércoles, 19 de junio de 2013

Encuentro en tacones. Tengo una frase para ti.


Desde por la mañana, Flor estaba algo nerviosa, había concertado una cita con uno de los directivos de la empresa en la que quería conseguir un puesto de trabajo, y aunque sabía que estaba cualificada, los nervios siempre le jugaban malas pasadas en las primeras impresiones.
Salió de su piso para despejarse un poco, de todos modos aún quedaban más de cinco horas para su cita laboral. Al entrar al ascensor se encontró de frente con su nuevo vecino de arriba, un hombre muy atractivo, aparentemente soltero y que vestía muy elegante. Le dio las buenas tardes y poniéndose a su lado, observó que el número de piso al que bajaba ya estaba marcado en el panel.
Al mirarlo de reojo, vio claramente un guiño acompañado de una sonrisa encantadora y no pudo reprimir el sonrojo de sus mejillas, quizás el día no acabara mal de todas formas.
Al llegar a la planta baja, él, muy caballeroso le indicó con un gesto de la mano que saliera del ascensor, y se despidió de Flor con un: “Que tenga un buen día, señorita encantadora”
Flor paseó por el parque cercano a su bloque de pisos mientras fantaseaba con su nuevo vecino, imaginando que tal vez la pediría una cita para cenar en su próximo encuentro.
Al día siguiente y tras haber dormido sus irrefutables ocho horas, se hizo un café y se dirigió a la ventana del salón para ver qué clase de tiempo hacía. Allí en la calle estaba su vecino, con un bote de pintura negra en la mano, haciendo un graffiti en el muro de las obras frente a su edificio.
“EL DESTINO ME LLEVÓ HASTA TI Y NO PIENSO DESPERDICIAR LA OPORTUNIDAD DE TENERTE”
Alucinada, Flor miraba al hombre de espaldas, mientras garabateaba en letras grandes aquella frase tan romántica. Al terminar la última letra se giró sobre sus talones y miró fijamente a la ventana donde estaba Flor, asomada con su taza de café en la mano.
Un escalofrío le recorrió la columna y a causa de la vergüenza, cerró las cortinas y se alejó de la ventana, sentándose en el sillón con cara de lela.
Después de dos horas planteándose qué hacer, decidió subir al piso de arriba y llamar a la puerta de aquel extraño hombre, pero nadie abrió, por lo que volvió a su piso y esperó un nuevo encuentro para iniciar la conversación.
Había pasado toda la noche pensando en aquella frase del muro, tenía unas ojeras enormes y estaba preocupada por no haber recibido respuesta sobre su entrevista de trabajo. Lo único que esperaba era que el nuevo día trajera buenas noticias en ambos casos.
Al asomarse a la ventana, con su acostumbrado café con leche, volvió a ver a su vecino frente al muro, esta vez la frase era:
“CONSEGUIRÉ CONQUISTARTE, SÉ QUE LO NUESTRO FUNCIONARÍA”
Flor no se podía creer que aquellas palabras fuesen dirigidas a ella, pero la mirada insinuante de aquel hombre era una prueba, si no ¿por qué la miraría si no fuese así?
Otro día más, otro café con dos terrones de azúcar y de nuevo su vecino con el spray en la mano, serigrafiando la pared medio derruida frente a su casa:
“SIEMPRE HAY QUE SEGUIR LOS DICTÁMENES DEL CORAZÓN, LO QUE SE DESEA CON FUERZA, SE TERMINA CONSIGUIENDO”
Ella no lograba entender aquel comportamiento, si quería una cita, un acercamiento, por qué no pedírselo directamente. Empezaba a dudar si aquellas frases se las dirigía a ella cuando, él se dio la vuelta y le lanzó un beso con la mano.


Todo era demasiado raro, estaba descolocada, le gustaba mucho el hombre de traje oscuro, pero no quería ser ella la que diera el primer paso, ya lo intentó el primer día, pero ahora deseaba que fuese él quien le dijera claramente sus intenciones.
Cuarto día de café y ventana, y allí a la misma hora y con el mismo bote de pintura estaba el hombre del que se estaba enamorando lentamente:
“ME MUERO POR ESTAR CONTIGO, PIENSO EN TI A CADA SEGUNDO”
En cuanto Flor leyó aquella frase, nada más ver su mirada como cada día, salió del piso corriendo a su encuentro, quería saber a qué eran debidos tantos rodeos, quería comprobar si realmente aquella fantasía era de verdad. Pero al llegar al muro, él ya no estaba, había desaparecido.
Entonces se dio cuenta de un detalle en el que no había reparado hasta el momento, bajo cada una de las frases escritas y en letras más pequeñas, estaba la fecha del día en el que las escribió. Flor suspiró y se prometió a sí misma que ese día lo buscaría para hablar con él.
Pasó el día entero leyendo en el hall de su edificio, esperando que su vecino regresara del trabajo, preparada para abordarlo, preguntándole el motivo de sus frases; pero se quedó dormida en el banco de madera y cuando abrió los ojos ya había amanecido. Su aspecto era deplorable, por lo que subió a su apartamento para tomar su café y adecentarse antes de que apareciese el hombre que la tenía obsesionada.
Tras cambiarse de ropa y colocar sus cabellos, miró por la ventana.
La nueva frase ya estaba escrita, había llegado tarde, o él se había adelantado:
“POR FAVOR, ¿ME DEJARÍAS ACOMPAÑARTE EL RESTO DE TUS DÍAS?”
Justo antes de salir corriendo para darle una contestación, se dio cuenta de que él hacía inequívocas señas para que se acercara. Lo extraño era que los gestos esta vez no eran hacia arriba, donde ella se encontraba, si no que miraba a la puerta de su edificio.
Enseguida aparecieron en su campo visual tres personas, dos niños agarrando de las manos a una mujer con los ojos vendados. La mujer al estar junto a él, se quitó la venda y leyó las frases del muro, él se puso de rodillas en el suelo y tras unos minutos de expectación, se abrazaron y besaron delante de los dos niños, que aplaudían con entusiasmo.
Flor se dejó caer en el suelo, pegando la espalda a la pared, desolada, sintiéndose estúpida, recriminándose por ser tan egocéntrica e idiota.
Esperó un buen rato en aquella postura fetal, y cuándo creyó tener las fuerzas necesarias para levantarse, salió a la calle y se dirigió al muro que había protagonizado todas sus fantasías. Lo último escrito, con otra caligrafía diferente y el mismo spray, era:
“TE PERDONO, VUELVE A CASA”
Flor se dio la vuelta y encaró la fachada de su piso, arriba de su casa, en la ventana que pertenecía a su vecino, estaba la cámara de vídeo que había grabado cada una de las pintadas, cada uno de los días en los que aquel hombre intentaba reconquistar a su esposa.

Traspasaba abatida la puerta de su apartamento cuando el teléfono sonó en la sala, corrió para descolgarlo. Al menos, había conseguido el puesto de trabajo.





Y la semana que viene, nuestra Connie, deseando que pasen los días para leerla ...  

martes, 11 de junio de 2013

LA MOTA ROSA: Peloteando pero de verdad


 
El arte del peloteo me subyuga, me atonta y me desconcierta. Es un algo que se me escapa. La motivación, los objetivos, los métodos, el ancho de la manga y el estómago que sin duda requieren, el qué pensarán cuando se dan la vuelta, el cómo lo admiten los destinatarios, la insidiosa eficacia de algunos y la ceguera absoluta de otros.

Qué asquito me da.


Desde que la vida me lanzó al mercado laboral han desfilado por delante de mi puerta cientos, miles de pelotas rastreros capaces de cualquier cosa por obtener desde una simple mirada condescendiente del objeto de sus deseos hasta el favor más ciego de sus jefes, pues con esos fines los peloteaban. Desde hablar suavones como serpientes dando la razón absolutamente en todo, a ir de cotillas y radio-macuto con los últimos cuchicheos íntimos acerca del personal. Desde estar solícitos y disponibles para cualquier tarea por desagradable y enojosa que resultara hasta traicionar y vender a su madre por un plato de lentejas o la promesa de obtenerlo.

No te quepa duda de que son un espécimen aparte y por desgracia, no en vías de extinción.


El pelota no tiene dignidad. Hace mucho que se la dejó olvidada en algún cajón y decidió que podría sobrevivir sin ella. Incluso puede que la considerara un estorbo. Ya se sabe eso de que el honor es una armadura que nos hace lentos y favorece nuestra muerte. El pelota es mentiroso. Jamás se sincera, siempre dice lo que el otro desea escuchar y tiene disponible todo un repertorio de halagos y piropos a cada cual más baboso que desde fuera pringan y cantan pero que el beneficiario agradece con un somero batir de pestañas. El pelota sonríe todo el tiempo, sufre agujetas por el mucho sonreír y se presta a cualquier actuación humillante y ridícula con tal de tener contento a su “tesoro”.
 
Eso sí, el pelota tiene memoria. Y quiere recoger, algún día, la cosecha tras tanta siembra. Líbrenos Dios de sus iras si no recibe algo a cambio de tanto arrastrarse porque su interior, tan oscuro como su nobleza, guarda maldades inimaginables.

Y os preguntareis a cuenta de qué doy yo este voltio por el mundo pelotillero. La razón tiene un nombre: Anna Dello Russo. Editora, fashionista y consultora creativa del Vogue Japan. ¿Qué no la conocéis? ¿Nunca habéis oído nombrar a esa excéntrica señora que te mira por encima del hombro, te desprecia, rara vez se viste de persona y mucho menos conforme a su edad, que se prodiga por los saraos y que tiene un ego disparado a la galaxia vecina?

Pues os adjunto unas fotillos para que os aclimateis. Que la cosa tiene miga.  


Dios me libre de ser yo, la defensora a ultranza de “cada cual haga de su capa un sayo”, la que critique su alma infinita y su libertad y DERECHO (sí, con mayúsculas) para disfrazarse o vestirse como le venga en gana. Lo que critico (y también estoy en mi derecho) es la hipocresía de los pelotas que revolotean a su alrededor, encumbrándola, haciendo creer a la pobre mujer que es una quinceañera deliciosa con un estilo sublime en el vestir (y en otras cosas) y que lo suyo es de toque de varita mágica. Que se doblen los espinazos a su paso, que la alaben como el sumun de la gracia y la monería y que esos mismos que le gritan “¡¡guapa!!” como si de la mismísima Virgen de la Paloma se tratase, escrudiñen, diseccionen, vilipendien y escupan (verbalmente hablando) a las mujeres normales, de carne y hueso que se pasean (sin ningún glamur, dicen ellos, que para algo son los entendidos) por las calles de nuestras ciudades. Que te condenen por un pliegue, arruga, pata de gallo o michelín y te bajen de un zarpazo del Olimpo de las diosas porque no te lo mereces, cha-ta.


 

Y como la entrada se alarga, no es mi intención cansaros, una imagen vale más que mil palabras y aquí os dejo unas cuantas, ella es el modelo a seguir, sus arrugas no son más que figuraciones nuestras y la que vale, vale y la que no… pa letras. Escuchad atentos la voz de los súper pelotas.



¡¡Esa Anna, esa Anna!! ¡¡Hey, hey!!



Disponeis de tooooda una semana para leer, comentar y compartir el contenido de esta entrada con vuestros amigos, conocidos y parientes. Porque la próxima MOTA ROSA nos hablará de la feria del libro de Madrid.
A disfrutar, querid@s :)



lunes, 3 de junio de 2013

From my blonde Mind: Tratar a una mujer.

Hay en Sevilla una cafetería  que tiene terraza. A veces tomo café allí mientras leo la prensa, escribo algo o hago como si estuviera pensando cosas muy importantes y trascendentes cuando en realidad lo que hago es dormitar tras las gafas de sol y la pose de maniquí.

Sobre todo escucho y miro.  El otro día había sentados a unas dos mesas de distancias un par de cuarentañeros. Nenes de los que se conservan bien, con el vientre plano la cabellera completa aunque aderezada ya con alguna cana. Pantalón chino uno y el otro unos vaqueros de pernera recta. Polo de caballito para ambos y jersey sobre los hombros para el toque sport. Los hombres sevillanos son chulos, son toreros y coquetos. No tienen la altivez y el refinamiento de los catalanes ni la suavidad y la espontaneidad de los gallegos. Cuando un sevillano te mira lo hace hinchando el pecho, sin apartar la vista y sin saberse en falta.
Pero no me miraron a mí, miraron a dos nenas de algo más de dieciséis y al menos de veinte. El tacón y el maquillaje juegan con la cronología, pero me parecieran muy niñas con ganas de parecer mujeres. Ellos las observaron con ese hambre atávica y natural en el macho que otea hembra joven. Uno de ellos hizo un gesto con la cabeza con la cabeza, una inflexión que debe ser parte del código entre varones porque a mí no me dijo nada pero que su compañero respondió con elocuencia:
             Dos niñas, ni saben lo que tienen.
-         Si hay césped en el campo se puede jugar el partido.
Risas. 

Pasaron unos minutos y llegaron "las mujeres". La mujer sevillana es chula y se sabe bella, cuando una sevillana te mira notas el reto y que le importa una mierda saberse en falta. Traían al fruto de la unión de una de las parejas, unas formas incipientes de fémina que incitaban por la frescura y la lozanía insultante de la juventud. El del gesto misterioso se levantó e, indignado, reprochó señalando los short de la niña que terminaban a pocos centímetros de la ingle.
-          Pero Tere, cómo dejas salir así a la niña.
-          Explícaselo tú  a tu padre- se defendió la esposa.
Yo me puse en pie y al pasar junto al grupo, la parte de rubia pendenciera que tengo no pudo evitar susurrar: A nadie le gusta criar la carne para que otro se la coma.

Esta semana mi mundo se debate entre el masculino y el femenino.
He visto el vídeo de Beatriz C, enferma de lupus y de insuficiencia renal y de que está embarazada de un feto  anencefálico y cuyo parto puede provocar la muerte de la madre. Pedía, suplicaba, que permitieran a los médicos practicarla un aborto terapéutico para salvar su vida de mujer pobre y enferma. La decisión al final la tomaron quince hombres que por natura nunca sabrán qué se siente al gestar una vida. En cambio sí debería saber que se siente ante el miedo a la muerte.

La semana pasada murieron a manos de sus parejas o exparejas, cinco mujeres en Madrid. Me ahorro los presuntos porque miro las cifras de las estadísticas de los femicídios en los que va de año, veintitrés, y se me atraganta lo políticamente correcto.


Juana Borrego Izquierdo escribía el lunes en El adelantado de Segovia, (el periódico en el que los términos Segovia, segoviano, segoviana, segoviense o segovita aparece al menos doce veces por plana) sobre la situación de la mujer rural en la actualidad y en nuestro país. Me habla sobre mujeres vivas hoy en día que rozan el analfabetismo, o con precariedad laboral, con escasos recursos económicos, con cargas familiares y sociales, o sin posibilidad de ascenso en los trabajos y condenadas al sector servicios. Mujeres que viven en un entorno machista que se resiste a desaparecer pero que resulta que están siendo el colchón, el bálsamo de una sociedad que se descompone económicamente. Son ellas las que han continuado trabajando el campo cuando los hombres marchaban a la construcción. Son ellas las que limpian las casas en economía sumergida mientras ellos siguen su búsqueda de trabajo. Son ellas las que crían a los hijos y a los nietos, en el caso de estas abuelas las que además atienden al marido, que como hombre de los de antes solo ha sabido trabajar y que, al llegar la vejez, está para ser servido pues no sabe nada de cosas de la casa, esas cosas inútiles propias de mujeres.
No ha habido cotizaciones a la Seguridad Social, no ha habido seguros, no ha habido pensiones por muchos años de trabajo y, en muchos casos, tampoco ha existido un reconocimiento social siquiera en el entorno familiar más cercano.

No hablo de una ayer prehistórico ni de fronteras alejadas pos miles de kilómetros, hablo de un aquí y un ahora que me está doliendo por encima de las desigualdades de la crisis porque resulta que las mujeres, además de putas estamos poniendo la cama. Como siempre.

Pregunté a una nena que se desloma con el cubo y la fregona, el trapo y la mopa si no tenía un compañero que la echara una mano, pues la vía agotada y ella contestó:
-         Estaba buscando trabajo, pero no le salía nada y cayó en la depresión.
Me lo dijo una mujer de metro y medio, avejentada por la vida que se levanta a las cuatro de la mañana para empezar a trabajar y llega a las ocho de la noche a su casa a preparar cenas. Así claro, ella no tiene tiempo para la depresión.

Estoy escribiendo algo, es una historia sobre mujeres, sobre personas que son engañadas, raptadas y secuestras de sus casas y llevadas a otros lugares para convertirse en esclavas sexuales, ser vendidas, ser humilladas, torturadas   y nunca vengadas. Me he reprochado, en el momento de teclear, la crudeza del relato en algunos pasajes, diciéndome que no era creíble, que quedaba exagerado, hasta que he revisado la documentación.
Me quedo corta.

Seguimos adorando a Príapo, seguimos vejando a la mujer por ser mujer, diciéndoles a las niñas que oculten sus atributos y su naturaleza, como si estos fueran algo malo y censurable y además con el tamiz de una doble y cínica moral. Seguimos levantando la voz contra aquella que tiene la lengua larga, los zapatos altos y el escote amplio. Sin entender que madre, hija, hermana son palabras sagradas.
Me niego a ser un ciudadano, un ser de segunda tan solo por el sexo con el que me tocó nacer y del que me enorgullezco y adoro.

Hay una crepería en Madrid donde suelo cenar, escribo estas entradas o simplemente escucho y miro. Esta noche me ha acompañado un nene al que respeto como hombre y sobre todo como persona. Antes de sentarse él me ha apartado la silla, con esos ademanes galantes y anticuados que gasta, para que me acomodase.
Rabiosa y confundida, le he ladrado:
-          Puedo sentarme yo solita.
-          Solo alguien muy gilipollas creería que no puedes hacerlo; solo los gilipollas ignoran cómo se debe tratar a una mujer. El mundo está lleno de gilipollas, So.
Menos mal que también hay muchos como él.



El País publica hoy en la sección de Opinión dos medias columnas con el título: “El machismo remonta”. Hay cifras que deberíais leer y mucho más si os veis tentados de comentar algo con afán de rebatir. Lo digo para que quedéis muy en ridículo.



Deberías saber que desde este mes la actualización de este blog pasa a ser semanal, así que será el lunes 10 cuando tendréis por aquí a Regina Roman y su sección La Mota Rosa.