Hay en Sevilla una cafetería que tiene terraza. A veces tomo café allí
mientras leo la prensa, escribo algo o hago como si estuviera pensando cosas
muy importantes y trascendentes cuando en realidad lo que hago es dormitar
tras las gafas de sol y la pose de maniquí.
Sobre todo escucho y miro. El otro día había sentados a unas dos mesas
de distancias un par de cuarentañeros. Nenes de los que se conservan bien, con
el vientre plano la cabellera completa aunque aderezada ya con alguna cana. Pantalón
chino uno y el otro unos vaqueros de pernera recta. Polo de caballito para
ambos y jersey sobre los hombros para el toque sport. Los hombres sevillanos
son chulos, son toreros y coquetos. No tienen la altivez y el refinamiento de
los catalanes ni la suavidad y la espontaneidad de los gallegos. Cuando un
sevillano te mira lo hace hinchando el pecho, sin apartar la vista y sin saberse
en falta.
Pero no me miraron a mí, miraron
a dos nenas de algo más de dieciséis y al menos de veinte. El tacón y el
maquillaje juegan con la cronología, pero me parecieran muy niñas con ganas de
parecer mujeres. Ellos las observaron con ese hambre atávica y natural en el
macho que otea hembra joven. Uno de ellos hizo un gesto con la cabeza con la
cabeza, una inflexión que debe ser parte del código entre varones porque a mí
no me dijo nada pero que su compañero respondió con elocuencia:
― Dos niñas, ni saben lo que tienen.
- ―Si hay césped en el campo se puede jugar el partido.
Risas.
Pasaron unos minutos y
llegaron "las mujeres". La mujer sevillana es chula y se sabe bella, cuando una
sevillana te mira notas el reto y que le importa una mierda saberse en falta. Traían
al fruto de la unión de una de las parejas, unas formas incipientes de fémina
que incitaban por la frescura y la lozanía insultante de la juventud. El del
gesto misterioso se levantó e, indignado, reprochó señalando los short de la
niña que terminaban a pocos centímetros de la ingle.
- ―Pero Tere, cómo dejas salir así a la niña.
- ―
Explícaselo tú a tu padre- se defendió la esposa.
Yo me puse en pie y al pasar
junto al grupo, la parte de rubia pendenciera que tengo no pudo evitar
susurrar: A nadie le gusta criar la carne para que otro se la coma.
Esta semana mi mundo se debate
entre el masculino y el femenino.
He visto el vídeo de Beatriz C,
enferma de lupus y de insuficiencia renal y de que está embarazada de un feto anencefálico y cuyo parto puede provocar la
muerte de la madre. Pedía, suplicaba, que permitieran a los médicos practicarla
un aborto terapéutico para salvar su vida de mujer pobre y enferma. La decisión
al final la tomaron quince hombres que por natura nunca sabrán qué se siente al
gestar una vida. En cambio sí debería saber que se siente ante el miedo a la
muerte.
La semana pasada murieron a manos
de sus parejas o exparejas, cinco mujeres en Madrid. Me ahorro los presuntos
porque miro las cifras de las estadísticas de los femicídios en los que va de
año, veintitrés, y se me atraganta lo políticamente correcto.
Juana Borrego Izquierdo escribía
el lunes en El adelantado de Segovia,
(el periódico en el que los términos Segovia, segoviano, segoviana, segoviense
o segovita aparece al menos doce veces por plana) sobre la situación de la
mujer rural en la actualidad y en nuestro país. Me habla sobre mujeres vivas
hoy en día que rozan el analfabetismo, o con precariedad laboral, con escasos
recursos económicos, con cargas familiares y sociales, o sin posibilidad de
ascenso en los trabajos y condenadas al sector servicios. Mujeres que viven en
un entorno machista que se resiste a desaparecer pero que resulta que están
siendo el colchón, el bálsamo de una sociedad que se descompone económicamente.
Son ellas las que han continuado trabajando el campo cuando los hombres
marchaban a la construcción. Son ellas las que limpian las casas en economía sumergida
mientras ellos siguen su búsqueda de trabajo. Son ellas las que crían a los
hijos y a los nietos, en el caso de estas abuelas las que además atienden al
marido, que como hombre de los de antes solo ha sabido trabajar y que, al
llegar la vejez, está para ser servido pues no sabe nada de cosas de la casa, esas
cosas inútiles propias de mujeres.
No ha habido cotizaciones a la
Seguridad Social, no ha habido seguros, no ha habido pensiones por muchos años
de trabajo y, en muchos casos, tampoco ha existido un reconocimiento social
siquiera en el entorno familiar más cercano.
No hablo de una ayer prehistórico
ni de fronteras alejadas pos miles de kilómetros, hablo de un aquí y un ahora
que me está doliendo por encima de las desigualdades de la crisis porque
resulta que las mujeres, además de putas estamos poniendo la cama. Como
siempre.
Pregunté a una nena que se
desloma con el cubo y la fregona, el trapo y la mopa si no tenía un compañero
que la echara una mano, pues la vía agotada y ella contestó:
- ―Estaba buscando trabajo, pero no le salía nada y
cayó en la depresión.
Me lo dijo una mujer de metro y
medio, avejentada por la vida que se levanta a las cuatro de la mañana para empezar
a trabajar y llega a las ocho de la noche a su casa a preparar cenas. Así
claro, ella no tiene tiempo para la depresión.
Estoy escribiendo algo, es una
historia sobre mujeres, sobre personas que son engañadas, raptadas y secuestras
de sus casas y llevadas a otros lugares para convertirse en esclavas sexuales,
ser vendidas, ser humilladas, torturadas y nunca
vengadas. Me he reprochado, en el momento de teclear, la crudeza del relato en
algunos pasajes, diciéndome que no era creíble, que quedaba exagerado, hasta
que he revisado la documentación.
Me quedo corta.
Seguimos adorando a Príapo,
seguimos vejando a la mujer por ser mujer, diciéndoles a las niñas que oculten
sus atributos y su naturaleza, como si estos fueran algo malo y censurable y
además con el tamiz de una doble y cínica moral. Seguimos levantando la voz
contra aquella que tiene la lengua larga, los zapatos altos y el escote amplio. Sin
entender que madre, hija, hermana son palabras sagradas.
Me niego a ser un ciudadano, un
ser de segunda tan solo por el sexo con el que me tocó nacer y del que me
enorgullezco y adoro.
Hay una crepería en Madrid donde
suelo cenar, escribo estas entradas o simplemente escucho y miro. Esta noche me
ha acompañado un nene al que respeto como hombre y sobre todo como persona.
Antes de sentarse él me ha apartado la silla, con esos ademanes galantes y
anticuados que gasta, para que me acomodase.
Rabiosa y confundida, le he
ladrado:
- ―
Puedo sentarme yo solita.
- ―
Solo alguien muy gilipollas creería que no
puedes hacerlo; solo los gilipollas ignoran cómo se debe tratar a una mujer. El
mundo está lleno de gilipollas, So.
Menos mal que también hay muchos
como él.
El País publica hoy en la sección
de Opinión dos medias columnas con el título: “El machismo remonta”. Hay cifras
que deberíais leer y mucho más si os veis tentados de comentar algo con afán de
rebatir. Lo digo para que quedéis muy en ridículo.
Deberías saber que desde este mes
la actualización de este blog pasa a ser semanal, así que será el lunes 10
cuando tendréis por aquí a Regina Roman y su sección La Mota Rosa.
Como dije en un post de FB hace un par de semanas, y que sigue sin ser rebatido: Por menores o similares atentados a la dignidad humana se han hecho revoluciones y sin embargo en estos casos no las hay. Añadiría, con el símil que me brinda la mujer de la fregona, que uno creería que, como las depresiones, no teneis tiempo para ello. Pero quizás es que veo el problema como un hombre.
ResponderEliminarEn un mundo tan grande hay mucho de todo. Hay que trabajar por ser lo más libre posibles de elegir con quién me siento y a quién le separo la silla. Pero sigo pensando que hay más cosas positivas y más gente razonable, por más que "preste más" (como dicen los asturianos) dar publicidad a los gilipollas.
ResponderEliminarY como de mujeres tampoco es que sea un experto (para mí no deja de ser un humano, use falda o pantalón), mejor me acuesto, dando, eso sí, las buenas noches
Estaba recordando ahora a una niña, de apenas 9 años, con la que me crucé en marruecos hace años. Sola, en medio del desierto, con un burro, camino de unos odres de agua. las manos con grietas donde cabía un bolígrafo. Terrorífico. Como los ejemplos de So, ese clama al cielo. Pero acabo de recordar que es una mujer árabe, y es políticamente incorrecto denunciar ese machismo.
ResponderEliminarY mientras hoy la lista Forbes sobre si Angelina Jolie es más solidaria que no se quién. Y miles de mujeres peleándose por chorradas y contribuyendo a lo mismo. Debo estar rayado como los jóvenes..mejor me callo
Este fin de semana he estado de viaje, en la cena del sábado, sentados a mi mesa, había un matrimonio mayor al que conocí justo esa noche, él jubilado, ella ama de casa y criadora de cuatro hijos y seis nietos. Los chistes del hombre eran un deleite para divertirse, simpáticos, encantadores y demás cosas agradables que hicieron de la cena y los 14 que estabamos en la mesa una velada divertida. Pero hubo un momento en el que el pobre hombrecillo se me cayó de la nube, cuando surgió esta conversación:
ResponderEliminar__Te quejarás, que todos los domingos te llevo el chocolate con curros a la cama__dijo él.
__Claro que no me quejo.
(Alguien preguntó)
__Pero lo a hecho desde siempre?
__No, lo hago desde hace un par de años, antes no tenía tiempo de chocolates ni gaitas, estaba trabajando todo el día. Ahora ya tengo tiempo para mí y para mi mujer.
(Alguien volvió a preguntar)
__Entonces, ahora lleváis las tareas domesticas los dos?
__No, yo soy un hombre de los de antes, mi mujer hace esas cosas y yo le llevo los churros los domingos, la juventud de ahora tenéis un concepto de igualdad muy extraño.
(La mujer sonrió y hasta parecía una sonrisa sincera)
Gran entrada rubia, grande!
ResponderEliminarAcabo de oir que en Bilbao un hombre ha torturado a una mujer africana, de profesión prostituta y la ha dejado en la UVI en coma. Al parecer podría haber más víctimas.
Y ya van.. Irá a la cárcel, tal vez y a los dos años saldrá tranquilamente a seguir con su vida. Me indigna tanto esto que mejor no sigo. Los hombres de bien, que hay muchos, por qué no salen a la calle a decir que ellos no son así y que quieren justicia para las mujeres. Por qué no un 15M en Sol para protestar por todo el maltrato que sufren algunas mujeres, demasiadas, físico, psicológico, económico, social ...
Desespera ver que aún los hombres machistas no han aprendido nada. Y lo que decía el señor del chocolate es algo que piensan normalmente, no les parece discriminatorio ni siquiera a sus propias esposas que lo encuentran normal.
Gracias chicas, este blog es un placer.
Tienes razón con lo de un "15 M" por estas causas. pero somos un país donde antes que eso celebramos una marcha del orgullo no se qué, u otras frivolidades. Frivolizamos sobre la belleza y sólo cuando estalla en la cara nos alarmamos. Esto lo estamos construyendo día a día entre todos, hombres y mujeres.
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