martes, 30 de abril de 2013

LA MOTA ROSA: Desmemorias





 
Esta semana desfilé en dos ocasiones con el equipo de “40ñeras la serie” por la alfombra roja. No era mi primera vez aunque las piernas me temblasen igual. Me estrené el pasado año con un vestido de gala y una chupa de cuero que dieron mucho que hablar, con el largometraje “Behaviors” un más que digno homenaje a Quentin Tarantino que gustó mucho y nos dejó muy satisfechos.

Hoy, pasados los nervios, el dolor de pies, el cansancio absoluto y la resaca (que todo hay que decirlo), se me viene a la memoria un episodio, casi anecdótico a estas alturas, que pese a pertenecer a mi más honda intimidad voy a compartir con vosotr@s. Porque lo valéis.

Andaba yo por aquellos tiempos estudiando Artes Escénicas, combinándolo como podía con mi  demoledor trabajo, con más voluntad y pasión que fuerzas. Soñaba, como soñamos todos, y es lícito y perfectamente aceptable, con rodar películas y vivir la magia del cine y sus aledaños. Flotaba una servidora perdida en sus ilusiones, cuando pillé a una que se suponía “amiga” (sí, de esas que te quieren, te aprecian y se preocupan por ti) clavándome navajazos por la espalda y comentándole a otra amiga común:

—Esta ya se ve haciendo la alfombra roja, la muy gilipollas.

Di que sí. Así es como se supone que deben comportarse las amigas. Apoyándote y animándote para que alcances la cima de aquello que te hará tan feliz. Y digo yo una cosa: si ni siquiera te alegras por mis logros, ¿qué puedo esperar de ti?

Pese a ello y al dolor que me provocó escucharla (sus intentos patéticos por arreglar la metedura de pata de poco sirvieron, soy buena, no imbécil del todo), la cosa quedó en el olvido, y seguimos tan amigas. Lo sé, no tengo perdón. El tiempo pasó y se acumularon otras historias que quizá no me incumbían pero que me separaron de ella y… en resumen, esa persona ya no está en mi vida.



Este ejercicio de “desmemoria” me lleva a cuestionarme la cantidad de gente que pulula a nuestro alrededor (ignoro con qué objeto, yo poco puedo darles aparte de un montón de chistes, muchos ánimos y bastante alegría), empeñados en hacerte creer que son tus amigos, que te quieren, que harían cualquier cosa por ti cuando en realidad te desean lo peor, que te estrelles ante sus ojos (para poder disfrutarlo) y a la mayor brevedad. Aunque claro, una cosa es lo que otros te deseen y otra el poder inmenso de tu voluntad, tu tesón, tu trabajo y la esperanzada energía que pongas en las cosas. Con estos ingredientes muchas veces, mla que les pese, se llega.

Así que sí, querida a-amiga, no sé los tuyos pero mis sueños pesan, y toman forma, se moldean y son hermosos. Te deseo lo mejor, que realices los tuyos (si es que los tienes), que llegues a donde te has propuesto sin pisarle el cuello a nadie (aunque no sé si eso va con tu estilo) y que jamás sufras la decepción de escuchar a quien crees amiga, mofarse de tus ilusiones y embarrarlas.

Puede pasar, sin embargo, que llegues, como he llegado yo. Y esa persona tenga que tragarse sus burlas. Pero esa es otra historia y ya la contaremos otro día.

Feliz martes, amores!!






¿Y qué decir de mañana? Que como es miércoles tocan las galletas y que las trae su cocinera, Alicia Pérez Gil. La inigualable.


lunes, 29 de abril de 2013

Fromm y blonde mind: Ya llegó la primavera.


La estación del amor y las pasiones desatadas, el momento de la renovación, del sexo sin condón y de las parejas tiradas en los parques (boca contra boca muy abiertas como si se fueran a comer las cabezas) que disimula movimientos pélvicos.
Florecen los almendros con sus tonos rosas super cursis mientras ellos miran a sus ellas con ojitos tiernos y los huevos dolientes tras el magreo en el césped, y estas buscan un baño donde secarse aquello que se moja cuando hace calor.
Puede que alguno ya haya sido presa de la tan desagradable abstemia primaveral; te invade el sueño, estás agotado y tu ánimo alterna entre la euforia y la tristeza. Nada, nenes, ni caso, es el cuerpo que se está adaptando al chupinazo de hormonas, todas ellas terminadas en inas (serotonina, oxitócina y noséquécoñoina) y que nos deja como manifestación externa un regusto amargo que no se sabe muy bien cómo digerir.

Salgo a la calle y me recreo en escuchar el alegre trino de los pájaros. Los machos excitados dan rienda suelta a su efusividad y realizan cortejos que alternan entre lo artístico y lo chistoso, con esas colitas hacia arriba y ese revoloteo rítmico de las alas. Mientras tanto, las nenas aves se hacen las interesantes y huyen de forma fingida para resultar más atractivas en el mejor de los casos. En el peor salen escopetadas de puro terror ante las extrañas manifestaciones de cariño de sus galanes, que se empeñan en picotearlas con saña y perseguirlas con ansia viva, sin terminar de captar que sus intenciones no son bien recibidas.


¡Aaah, el amor en todas sus vertientes, que hermoso, cruel y paradójico! Un año más hemos sobrevivido al crudo invierno. Esto, que a día de hoy parece puramente anecdótico, antaño para nuestros lejanos ancestros primitivos era ya toda una batalla ganada. Se acabó la escasez de alimentos, Perséfone ha retornado a la superficie y su madre Céres muestra su alegría con el regalo de la bella estación. Los niños y ancianos que no hayan sucumbido tras los oscuros meses podrán relajarse por una temporada. Una vez más la tribu ha resistido, la tierra se hará fértil y la vida será hermosa, se entonaran cánticos de agradecimiento a los dioses, y los jóvenes que se encuentren en edad de merecer optaran a una pareja que llene sus días de anhelos y sus noches de tórridas pasiones. Será maravilloso, por lo menos en sus comienzos, después las cosas se torcerán y tocará enmendarlas y, con suerte, si todo va bien, con tiempo y esfuerzo, llegará el verdadero AMOR, aquel que no es una afección pasiva del espíritu sino un auténtico acto de voluntad, fruto de un trabajo común.
Decía Erich Fromm (le estoy cogiendo mucha afición a este nene, así que no os extrañéis si se convierte en una referencia habitual por estos rubios lares. Todo, claro está, en clara y libre interpretación, que no quiero yo que el hombre se levante indignado de la tumba y me reproche haber destrozado sus enseñanzas) que la lógica de tradición occidental se diferencia de la oriental en que mientras que la primera es lineal y excluyente, (esto es, A no puede ser B y no B al mismo tiempo) en cambio, la segunda se denominaba «lógica paradójica», y en ella todo tenía cabida. Es decir, A podía, y de hecho puede, ser al mismo tiempo B, no B, y si me apuras C, D, todo el abecedario y sus opuestos. ¿Y esto a qué viene, So? Pues viene a que en mi concepción, el ser humano tiene de ambas, puede estar muy cuerdo y ser muy racional, pero luego aparecen las dudas, las encrucijadas y los sentimientos, y ya la hemos fastidiado.


¿Qué es sino por ejemplo el amor y el odio, ambas dirigidas hacia el mismo objeto? O diría mi hermano: el chocolomo. Lo quiero todo; lo dulce, lo salado, lo abstracto y lo concreto, lo individual y lo colectivo, TODO, junto en el mismo plato y rapidito, oiga (y traiga vino).
Vamos, que se diga, lo que se diga, la Naturaleza no es tan perfecta ni tan sabia.
Me imagino yo a la Mater Natura hablando consigo misma: – Aiiing ¿esto te habrá quedado bien, nena? Bueno da igual, hago como si lo tuviera muy claro y ya veremos cómo lo apañamos luego que he quedado.


Y, por supuesto, el Hombre no está tan bien acabado como creemos. Eso sí, complejo es un cojón de panda rojo. ¿Qué decir de todas las desviaciones que Fromm catalogaba de improductivas? A la postre todos tenemos de unas o de otras, y esto es lo normal, siendo la excepción aquel que es en su totalidad cuerdo y sano. Solo, no obstante, se pueden considerar verdaderos enfermos aquellos sujetos en que sus patologías han alcanzado cuotas exageradas que les llegan a impedir relacionarse con los demás, trabajar, evolucionar, en definitivas cuentas, vivir. El resto (sin un informe médico que diga lo contrario y nos proporcione fármacos de abuso) tendremos que darnos con un canto en los dientes y tirar como mejor sepamos o podamos, que ya es mucho.


Todo esto es para decir, quizás excusar, que nosotros, como bichos híper evolucionados, tenemos todo el derecho a hablar de ese sentimiento referido al principio de este texto. Nos movemos por impulsos biológicos, pulsiones animales que nos obligan a juntar lo tuyo con lo mío, es cierto, pero nuestro cerebro de micos listos le da una nueva vuelta de tuerca.
Porque no todo puede ser un deseo de perpetuación de la especie o la utilización lúdica de cosas que crecen se mojan y entran en otras cosas que crecen y se mojan, somos imperfectos, duales y humanos y eso nos permite ver en nuestro compañero del «juego de las bestia de dos espaldas» un objeto de adoración, amistad y confianza que deberían ser los ingredientes definitorios de eso que los enamorados cantan en primavera y que llaman: amor.




De resaca de éxitos, alfombra roja, vino gratis y petardeo, llega mañana Regina Roman con La Mota Rosa. Aún le dura el super depiláo.

jueves, 25 de abril de 2013

Encuentro en tacones. Declaración de intenciones


Hola, me llamo Irene, soy la que escribe los encuentros en tacones, que no es lo mismo que ser una de las protagonistas de dichos encuentros, o sea, que soy la escritora que redacta, cuenta y detalla lo que les pasa a las taconeras ficticias, pero no soy una de las taconeras, bueno, eso sí, pero no la personaje si no la persona, lo que quiero decir es que hoy soy la que escribe las entradas de esta sección, bueno, lo soy todos los días, pero que no vengo como Irene la de los relatos de tacones, si no como la que….
Me estoy liando cosa mala…
Empiezo.
Hola, me llamo Irene y soy una de las escritoras de este blog, en concreto la que escribe las entradas de los jueves, que curiosamente tratan sobre encuentros de las chicas que administramos este espacio, pero contando aventuras hipotéticas y totalmente imaginarias (Irene, te estás liando de nuevo y la vas a volver a cagar y deberías dejarlo ya antes de que la gente salga corriendo porque le den ataques epilépticos y no puedan…..)
Ejem, ejem… lo que yo os venía a contar (Irene la escritora ¬¬) Es que la sección de los jueves va a cambiar un poquito a partir de ahora, intentaré publicar casi todas las semanas para no dejaros tirados, pero no puedo prometeros nada. ¿Por qué? Os preguntaréis.
Vale, seguro que os la suda, pero yo de todos modos os lo voy a contar, así que….
Pues porque quiero ponerme con un proyecto personal que me quitará bastante tiempo, por lo tanto habrá semanas que no pueda daros vuestra ración de gilipollez enlatada taconil…. “Nontipreocupare, eh” Que no cunda el pánico (Irene, no cunde el pánico, a la peña se la pica un pollo lo que tú hagas ¬¬)
Si me deja mi otro yo seguir con la entrada, quizás pueda contaros el resto de cambios, estaría bien la cosa, jatetú.
(Ya me cayo... (En susurro) (Paréntesis entre paréntesis y más paréntesis)… Analfabeta!!)
Uuuff… (esta soy yo resoplando)
El resto de cambios son más sencillos de explicar (o eso espero) (ahora este paréntesis era yo también) ¡Joder! ¡Ya no sé quién cojones está hablando!
Me he liado. Otra vez.
Aarrgg!!! (Suéltalo de sopetón y punto, que das más rodeos que Falete sobre la tabla)
Pues eso, que los futuros encuentros en tacones pueden no tener encuentros (o sí, a saber), pueden ser una entrada subnormal como la de hoy, un relato que hable sobre cómo sacarse un boomerang del orificio nasal, o del por qué el padre de Pumuki toca tanto el fagot en las reuniones de APA… (Escoged como ejemplo el que más os mole, para que digáis que no os doy a elegir…)
Ya vas…
¡Que no!
Pues eso, que dependiendo de cómo se encuentre la inspiración y esté de batido el cerebro, así saldrán las entradas. Como muestra un botón, ésta es una put... mier... de vac..!!!!
Aaaaadiós mis corazones púrpuras o celestes, que paséis un domingo genial (estamos a jueves) pues eso, que lo paséis bien hasta el domingo y el domingo que piséis una mierda que dicen da suerte.
Fin.
(Que original, ha puesto fin)
No pienso contestarte ya, me voy, he quedado con el psiquiatra.
Sí, porque te hace falta, maja.







Y mañana nuestra Connie más rubia y especial que nunca, ella es única e inigualable!!!!



miércoles, 24 de abril de 2013

Galletas de la suerte - Spice up your life


Dice la Wikipedia que: “Spice Girls es una banda de pop inglesa, sus componentes son Victoria Beckham, Mel B, Emma Bunton, Melanie C y Geri Halliwell. Hasta 2012 siguen presentándose como quinteto. La banda ha vendido alrededor de 80 millones de discos en todo el mundo. Es considerada la banda femenina más importante y popular de todos los tiempos, los críticos británicos las denominan como "Iconos del pop inglés". La filosofía del grupo se construye en torno a la popular frase Girl Power”.

Esto, como la dieta de la alcachofa, la muerte de Elvis y el efecto afrodisiaco de las ostras, es mentira. No digo que alcance la categoría de mito, sólo que no es cierto. Las Spice Girls, no soportan el análisis de una experta en política global. Ni el mío. Su trayectoria musical, aparición en la ceremonia de clausura de las últimas olimpiadas incluida, no es más que una carrera sin cuartel –nuestra, del populacho, no suya- hacia la destrucción a nivel mundial de todos los valores del proletariado. Ellas lo cantan a pleno pulmón, pero como lo visten de lentejuelas y enseñan muslamen, nosotros nos entretenemos con lo accesorio en lugar de prestar atención al mensaje real.

La Spice Story comienza con un casting multitudinario y tres meses de encierro en una casita solariega situada en medio de la campiña inglesa, con su lavanda y sus narcisos, su césped perfecto y sus planes malignos para conquistar el mundo. Es en este idílico paraje donde a cada chica picante se le da su apodo, con lo que se cubre así un espectro de fan tan amplio que podría llamarse total: La Spice Pija cubre el mercado de las mujeres elegantes, preocupadas por su aspecto y por su estatus. La Spice deportista se dirige a un nicho de chicas dedicadas al deporte, con una manera de ver la vida más física, quizá más centrada en la fuerza que en otros valores. La Spice infantil cubre un sector más joven e inocente. La spice salvaje centra la atención de aquellas mujeres que prefieren no someterse a más reglas que las propias y Geri Haliwell, la Spice pelirroja, mi favorita, va un poco de buscona descarada. Busca un arquetipo femenino y yo lo encajaré en cualquiera de esos cinco marcos.





Con la artillería lista y el público aborregado gracias a la supremacía en los noventa de las famosas boy bands que no dejaban centímetro de pared sin póster, arrancaron por su particular camino de baldosas amarillas gritándonos que nos dirán lo que quieren, lo que quieren DE VERDAD y que hagamos lo propio; eso sí, sin malgastar su valiosísimo tiempo. Entonces no lo pensamos, nadie lo pensó. A nadie se le ocurrió que existe una semejanza de gemelo siamés entre esta letra pegadiza y repetida hasta la extenuación con el discurso de CUALQUIER político. Se me ocurren los españoles, que son los que más a manao tengo, y de los que recuerdo todas las veces que les he oído decir que han escuchado las demandas de su pueblo y que todo su afán se traduce en cumplir con ellas.

Igual que las chicas, que luego pidieron que estuviésemos ahí, los señores de las corbatas nos ruegan nuestra lealtad. Como ellas, nos dicen que lo sienten, que se equivocaron cuando nos pidieron un respiro en la relación, que claro que quieren ser nuestros amantes. Y, justo cuando hemos vuelto a otorgarles nuestra confianza, nos dan la de arena (o la de cal, nunca sé cuál es la buena y cuál la mala): “¿Quién te crees que eres?” “¡Eh “Para ya”! Toda una serie de mensajes contradictorios bajo la gran carpa protectora del Girl power. Sí, el poder femenino que tienen tanto de real como la vocación de servicio de quienes se dedican al gobierno.

Me encantan las Spice Girls. Llevo al menos cinco canciones suyas en el ipod. Creo que, de no ser así, no soportaría mi vida diaria. Ellas, con sus minifaldas escandalosas, su estudiadísimo descaro, su actitud de diseño, me recuerdan que la ficción y la realidad están tan ligadas que una no sobrevive sin la otra. Es verdad que hubo políticos antres que Spice Girls, pero no lo es menos que sin ellas no sabríamos donde colocarnos. Sin esas cinco mujeres que nos enseñaron a bailar a su son cuando el mundo supuraba sones varios no sabríamos de qué manera adorar a nuestros dirigentes. Llegaron y desde entonces vienen y van. Hay quien no las soporta, pero ya no se comprende la vida sin ellas. En  cada karaoke hay una versión midi de Wannabe, en todas las fiestas suena alguna de sus canciones ¿Quién no se emociona con las pequeñas hadas que te dicen que la vida y el amor son para siempre? ¿Quién no desea creer que se solucionarán los problemas de paro y subirán las pensiones? ¿Quién no lloró cuado Geri dejó el grupo? ¿Quién no echa de menos a Fraga y a Alfonso Guerra? ¿Qué fan de Mel B no se alegró cuando colaboró con Brian Adams?¿Quién no se alegró del enlace de Vicky Adams cuando se convirtió en Beckham tanto como del eje hispano británico pre-Irak?

Quizá creáis que estoy loca, pero no es así: en la trayectoria de estas mujeres de pro, artistas insignes y talentosas, se lee la trayectoria político-económica del mundo. Y si no, al tiempo…




Y mañana Irene Comendador nos traerá y nos llevará por donde se le antoje. En tacones, eso sí: Siempre en tacones


martes, 23 de abril de 2013

LA MOTA ROSA: Semilleros de imagen



 
Atravesamos una de las semanas GRANDES, con mayúsculas, del cine español: el Festival nacional de Cine de Málaga. Y vais a permitirme la licencia de una entrada algo desmarcada, que mezcle reflexión con cierta dosis de frivolidad, fiel a mi teoría y doctrina de que lo extremadamente sesudo confunde y densifica mientras que lo vital aderezado cual ensalada con pizcas de humor, fluye y se filtra aun sin querer.

Recapitulemos. Este Festival, tan querido por los profesionales del ramo y tan exitoso en su función de plataforma promocional de la industria cinematográfica española, nació en 1998; hace casi tres días con ayer. Germinó rodeado de un notable semillero de talentos artísticos malagueños que fomentaron su implantación. No surgió el cine malagueño al amparo del festival, me atrevería a decir (aunque siempre habrá quien discrepe y gozará de todos mis respetos) que ocurrió al contrario. Y es que Málaga siempre ha sido cuna de glorioso arte. Se me llena la boca al decirlo. Y obviaré el tópico de nombrar uno por uno, a todos esos genios de la cultura, malagueños de pura cepa, bien conocidos por todos, que saltaron sin dificultad a la palestra internacional, en un mundo plagado de obstáculos.


Ahora bien, ¿cuál es la situación del cine en la actualidad? Paso a narrarla en cuanto termine de secarme las lágrimas.

Comenzando porque las ayudas e incentivos económicos tanto a nivel local como nacional son irrisorias (cuando existen) y que aquí se trabaja por amor al arte , diré que a una cinéfila como la que suscribe, le parte el alma acudir a un estreno y ver tan solo seis personas en la sala. Lo que antaño fuera un circo de divertimento sin igual, ahora se me antoja un mausoleo oscuro y hueco, vacío de contenido, despreciado por sus legítimos ocupantes. --> Que te confirmen que el negocio ya no está en la proyección de películas sino en el menú multicalórico de refresco + palomitas + loquecaiga que te compras al entrar (sobre todo si acudes con niños, que te saquean) te desmorona un montón de tontas ilusiones de juventud, de cuando ir al cine era una experiencia fuera de la rutina ordinaria, algo para recordar.




Y es que los tiempos cambian. Con la presión informe de la crisis, los escasos espectadores hasta se llevan las gominolas de casa, de modo que igual acaban los señores del negocio poniéndose las pilas y se reinventan por este motivo, ya que el haber perdido completamente la esencia, que es ser sala de proyección y espectáculo, no les basta, no parece ser acicate suficiente. 
 
Los cines vivieron su última revolución allá por la instauración de las multisalas, yo ni recuerdo la fecha. A partir de entonces, solo el 3D que tan perjudicial para la vista resulta. ¿Nada más? Diréis. Nada más. Muchos años, pocas novedades, mucha pasividad. Eso sí, en los efectos especiales que adornan guiones a veces soporíferos, se invierten más millones cada día, pero en la modernización de la industria como tal no veo yo el más mínimo interés.

Por poner un caso: para un amante del cine, las trabas que impiden desplazarse a la sala son múltiples. Desde una enfermedad, un niño al que cuidar, un familiar enfermo, un monedero que alcanza para las entradas pero no para el resto y las pitanzas… ¿Sigo? Bien, pues toda esa gente espera como agua de mayo “el cine en casa”, la posibilidad de ver películas actuales en descarga legal, pagando una cantidad razonable (entre 2 y 4 €, por poner un ejemplo). Ya que al fin y al cabo las películas nuevas no duran más de dos-tres semanas en cartel (cosa que no entiendo, o te das prisa o ya no las pillas, con lo que cuesta hacerlas…) podrían pasar, transcurrido ese lapso de tiempo, a engrosar la lista de “disponibles” para “el cine en casa” y seguirían rindiendo como producto.

¿No se trata de eso, de recaudar? Pues todos contentos. La productora recupera inversión y ganancias, los amantes del séptimo arte disfrutamos de la película tranquilamente retrepados en nuestros sofás.

¿Por qué no? ¿Por qué no se deciden? ¿Por qué siguen posponiendo una decisión cuya ausencia empuja al pirateo y cuando la acometen se asfixia en tímidos amagos?


Otra sugerencia. Modificar esas grandes salas inhóspitas la mayoría de las veces, recomponerlas, sustituir incómodas sillas por sofás, aliñar las películas con actuaciones en vivo de grupos musicales locales, crear, en definitiva, todo un círculo de variedades en torno a la actividad de “ir al cine” que incentive la afluencia de público. Sí, ese público que ahora, devorado por las obligaciones o la holgazanería, está desmotivado, aburrido de ver siempre lo mismo y se queda en casa.
 
La verdad, estas no son más que meras reflexiones sin especial sapiencia, no soy “mejoradora de empresas”, ojalá lo fuera. Bueno, ¿de qué serviría? Nadie me iba a escuchar. Solo soy una espectadora triste, decepcionada con tantas quejas y tan poca acción. Menos demagogia, menos atacar al pirateo y más darle al coco para mejorar, renovar y modernizar un sector que se nos escurre de las manos porque ha decidido dejar de funcionar.

S.O.S. al cine. Nos leemos.






Y mañana miércoles, Alicia Pérez Gil sacará del horno sus deliciosas galletas de la suerte. Atención, atención, a ver de qué van esta semana... 




domingo, 21 de abril de 2013

From my blonde mind: Lo que escondemos y mostramos.


Esta semana hemos tenido por fin un amago de primavera. El invierno ha sido largo y crudo con sus fríos y sus aguas. Vale, ya me he cargado una de las cosas esas de estilo de escribir al empezar hablando del tiempo, pero es que es verdad. Yo en invierno luzco muy poco, no es mi estación. Yo soy verano, luz solar, bochornazo y playa. Al menos tres meses porque luego a una le entra el agobio de sentirse sudá siempre y tener ya ganas de vestirse un poco bien y no ir tapada con vestidos piscineros. Yo tengo un pequeño problema de talla y altura y para que una cosa quede ajustada en la cintura siempre me pasa que queda corta por abajo, lo que me obliga a usar algún tipo de prenda de apoyo para no ir enseñando el pedigrí a la concurrencia.
Esto es un atavismo de la España de falda tobillera y mantilla pudiente o pañuelo de pueblo llano. El pudor de las nenas es una cosa así muy sui géneris y lo podéis comprobar todos en cuanto llegue el momento del despelote estival. 

Fotos en la piscina, con media teta fuera del biquini y la braga en huidiza salida de plano, tenemos todas además bien morenitas, torneadas e incluso con la piel húmeda y brillante por el agua o el protector solar mientras lamemos con avidez un pirulo o un calípo de irreprochable forma fálica que se deshace ante la succión mecánica y aplicada. Las altas temperaturas fuerzan la transpiración y el jadeo sin que nada de esto nos importe.
Saludamos y todo para esas instantáneas en las que luego se aprecian los depilados de acabado de urgencia y las fieles celulitis. Eso sí, lo que es anatema, chungo y malo causante de ruptura de parejas, es lo de fotos en ropa interior. «Hay ropa interior y ropa interior» puede ser una explicación, pero yo no hablo de cosas raras llenas de tiritas, cadenas o aberturas insinuantes, no, me refiero a ropa de todos los días que tan solo se diferencia de los biquinis en el tipo de tela que resulta que cala. La técnica y la costura han avanzado mucho y todo lo que te daba un sujetador inteligente te lo da ahora una prenda de baño que, además, como la va a ver la gente, suele tener un acabado mucho más mono con sus bordaditos, serigrafías o incluso pedrería o cadenetas. Así que no es la ropa en sí, no es el exhibicionismo, no es la cantidad de piel que quede al aire lo que nos hace ocultarnos tras la cortinilla de un probador.

Uuuum, entonces ¿Podríamos decir que es entonces un sentimiento casi ligado a la ética y a la moral, que le debemos a nuestros semejantes, un respeto a no mostrar nuestros cuerpos imperfectos al resto, a no estimular a bajos instintos con nuestras formas animales que incitan a la lujuria? No me cuadra esto mucho tampoco cuando vivimos en una sociedad en la que para anunciar un pan de molde se utiliza la expresión « ¿Se pondrá duro?», dicho esto con toda intención por una nena monísima a un nonagenario enviagraó (Si lo chupas, seguro). 
«Hostia, So, eso solo está en tu mente enferma.»
Blonde, blonde mind y dejadme, leche, que en este país se pone todo el mundo que lo ha dicho Olibarría. Vale, puede que eso no sea un buen ejemplo pero que no hay que irse muy lejos para ver féminas de miradas lujuriosas y anhelantes anunciadas para publicitar cualquier mierda en bote o efebos llenos de bultos y bultazos que son reclamo para la divulgación comercial de coles garrapiñadas. Cualquier festival de Eurovisión se acerca a la pornografía de manera alarmante y esta está tan extendida y aceptada que ya no tiene ni gracia ver a dónde carga el prota ni para qué se va a utilizar ese sifón industrial que se ve al fondo de la escena junto a la lata de aceite.

Pero no nos mostramos en ropa interior, no, aunque luego seamos las primeras en utilizar el fetiche del tacón y haya días en los que una se sienta tan leona que la minifalda es solo una idea que se insinúa bajo el cinturón. Tampoco importa que en ocasiones tiremos de todo el arsenal disponible y que dejemos libre (como espíritu de renovación) el escote a la hora de ir al banco o a una entrevista de trabajo.
Entonces digo que será lo que llamo el «efecto pareo». Esto es que en la playa te da lo mismo ir en pelotas como las monas porque todo el mundo va igual y te camuflas en las fofeces y estrías de la masa, pero basta que te alejes unos metros hasta el paseo marítimo y te ates un pareo semi trasparentes, para no poner el culo en todas las banquetas de chiringuito, para que te sientas observada. Coño, girad la cabeza que ahí hay un equipo universitario de vóley playa femenino en topless. Pero no, ya no es lo mismo. La sombrilla de Bacardy te ha introducido en el mundo civilizado alejándote de la costa donde todo está permitido. Ahora no muestras, ahora insinúas y además al aire acondicionado te está dando en el cogote y este biquini no está hecho para ocultar aglomeraciones de sangre no calculadas.
Así que te sientes observada e incómoda al acaparar la atención de los nenes del local. Te terminas la clara, la tapa de amenazante mayonesa  y te vuelves a la hamaca a lucir tu tanga de Yamamay, pero ya nadie te mira, vuelves a ser invisible a pesar de que eso de tu glúteo derecho se ve con claridad que es la marca de una dentadura humana.
El pudor y la vergüenza es algo del conductismo y no dependiente de la genética. Nuestro entorno nos condiciona hasta el punto de decirnos qué bragas podemos enseñar y cuáles no.
Todas somos fashion victims nos guste o no, vayamos muy de castañas anodinas o no. Así que ahora que llega el buen tiempo, joder, nenas, liberaos, vestido de tirantes, algo bonito debajo y que hablen.
Tal y como se están recortando las libertades en estos tiempos, es posible que sea lo único en que nos dejen elegir.




Recién llegada del festival de cine de Málaga, con las pestañas quemadas por los flashazos, los focos y el estrellato, mañana tenéis a Regina Roman que os brinda su Mota Rosa.

sábado, 20 de abril de 2013

¿Qué hacer antes de los 30? Peluquería y puñetazos...





Sigo en la maldita peluquería llorando. Llevo media melena quemada, chamuscada, destrozada…¡buaaa! 
Sonia también llora, la espío disimuladamente como protesta sentada, mientras mantiene una bolsa de hielo con gel azul cubriéndose un ojo. 

Otra compañera está cogiendo las tijeras tendré que cortar mi pelo, mínimo a la altura de las orejas y yo que adoro mis largos cabellos acariciando mis hombros. 

Sigo mirando a Sonia deseándole una muerte dolorosa. 

Pienso como una plancha de pelo hace cortocircuito en su mano y le detiene el corazón en seco. O que al ponerse de pie tropieza con una tijera y se la clava en la nariz.  

¡Buaaaaa, mi pelo, mi pelo rubio!

Lo confieso no soy una mujer agresiva. Pero es mi pelo. Mi pelo largo. 

Recuerdo la canción de Gloria Trevi y la tarareo silenciosamente entre lágrimas.

“A mí me gusta andar de pelo suelto…

―No te preocupes cariño, te quedará genial ¿quieres una tila? ―pregunta la compañera de Sonia.


―No, quiero mi pelo largo, tía lista.


―¿Quieres una extensiones? ―siguió preguntando amablemente sin inmutarse de mis agresiones, ¿estarán acostumbradas?


―No.

―Ya casi terminamos. Te ha quedado precioso. ¡Mira! ―exulta feliz.  

La verdad que es un cambio más que notable y ha tenido un buen resultado, ¡me encanta!

No lo aceptaré en este sitio, sigo ofendidísima.

―No es mi pelo largo, pero bueno… ―respondo evitando una mueca de satisfacción.  

Me quitó la bata dispuesta a no pagar después de la escenita lo único que quiero es salir de allí.  

Se acerca Sonia con las mismas ínfulas de sabelotodo y me suelta:

―Creo que me debes un disculpa.  
 
Respiro hondo, nunca fui una persona nerviosa pero esta chica se está ganando un nuevo puñetazo.

Cierro mi puño pensando en cosas horribles para animarme a seguir en guerra con la peluquera que destrozo años de pelo y…

―Princesa, ¡estás guapísima! ―grita Jóse mientras entra por la puerta.

―Jóse, amor mío, mejor vámonos de aquí…

Mientras que con dos dedos señalo mis ojos y lo de Sonia, en plan chula.

Sé donde vives…


Continuará...