Planeando, planeando…
Vale, lo confieso no se me ocurre nada de nada. ¡Uff!
En una semana termina mi mes de prueba en la oficina y si
todo marcha viento en popa puede que consiga el trabajo, no gozaré de un
sueldazo pero ¡oye! tendré mis euritos mensuales para cubrir gastos y…
…algunas deudas,
…unas cuantas tarjetas,
…y otros pocos prestamos exprés de mis padres.
¡Voy a llorar!
¿Si todo marcha viento en popa? Ay, mi nueva compañera Ana, Ana la perfecta.
Me ha pillado mirando su móvil, pero tenía que descubrir si ella
era una espía.
La verdad es que me miré todas las conversaciones que tiene con
un tal Carlos, soy una cotilla perdida lo sé, pero creo que él está casado,
ahora me falta descubrir si es de la empresa y …
¡Tachán! Cara de plan maquiavélico, amenazaré a Anita y la convertiré en mi súbita.
Es lo único que tengo para sobornarla, ella no sabe que soy
una experta espiando a la gente.
¡Mentira! Me ha pillado también abriendo su correo electrónico,
muy fácil la señora a media mañana abandona su puesto de trabajo y se va a por
un café, unos veinte minutos, todos los días.
¡La odio!
No me invita.
¿Viento en popa?
Me han pillado tres veces fumando en la oficina, no sé por
qué a determinados empleados les está prohibido, he visto ceniceros con colillas
en muchas salas y despachos.
¡A los nuevos, no! ¡Vaya discriminación!
Ana me habla enarcando una ceja poco depilada, la odio.
Me manda siempre de paseo, pienso que no soporta compartir
despacho conmigo.
Hoy se lo digo.
Hoy se lo explico.
****
―Ana.
―Ahora no puedo, estoy ocupada.
―Pero, es un momento antes que vayas a por tu bendito café.
―Perdona, yo nunca me voy a por café, son reuniones
laborales.
Esta tipeja es una mentirosa compulsiva, estoy a punto de
vomitar sobre su ordenador.
―Ana tienes razón, no te molesto.
―Sí, sigue trabajando que esta tarde te toca ordenar el
archivo. Antes que termines el mes por lo menos dejarás la oficina en
condiciones.
Será hija de pu…
―Ana conozco a Carlos y su mujer, su mujer, ella es mi
amiga.
Silencio, le tiembla el parpado, aprieta los labios, va a
decir una palabra, se lo piensa, frunce el ceño, abre sus manos como si
estuviera por hablar, se lo piensa, silencio.
―Sí, ―añado enfadada ―. Me parece una falta de respeto lo
que estáis haciendo, estoy dispuesta a hablar con mi amiga esta misma tarde.
―¡Cálmate mujer! Ven, bajemos juntas a por un café.
―¿A una reunión querrás decir, no?
Continuará…
No soy mujer, pero pude leer y me agrado.
ResponderEliminarInfidelidades y mujer como serpientes.
En hora buena.
Muchísimas gracias, Luis.
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