¡Estaba tan ilusionada! Tenía la fecha marcada en el calendario con una estrella rosa. Después de todas las risas, de ponernos de acuerdo, de las fiestas de pijamas ¡Por fin me tocaba a mí!
Hasta me he puesto guapa esta mañana. Por lo general, cuando me levanto ya se me han agotado las excusas para quedarme en la cama y no hay más remedio que enfrentarse a la realidad: me arrojo al suelo, me arrastro hasta el baño, bebo agua sin mirarme en el espejo, vuelvo a mi cuarto, me meto dentro de la ropa que había escogido el día anterior, salgo, me meto en otra nueva… Así hasta que llegan las ocho menos cuarto y salgo corriendo tenga la pinta que tenga. No me ducho por las mañanas. Me da frío. He comprobado en la relectura que esto quedaba claro y he escogido dar mi motivo. Prefiero ducharme por las noches. Eso sí: siempre huelo bien.
¡Pero hoy no! ¡Hoy es el primer día de esto de las galletas chinas! Así que me he levantado antes de que sonara el despertador, me he lavado la cara y me he ido a la cocina. Allí me esperaba mi lata roja y blanca de perfecta factura británica donde las había metido ayer. Los gatos me han seguido, un poco desconcertados. Los pobres se vuelven locos cuando suena algo metálico. Se creen que les voy a dar latita de comida en lugar de su pienso seco… En fin. Me ha gustado que hubiera público, es verdad.
Así que sin más preámbulos he quitado la tapa, he mirado hacia atrás, he metido la mano entre las galletas y he sacado una al azar. Antes de nada os advierto que no deberíais coméroslas. Comprad un paquetito si queréis, pero sólo para leer el futuro. No sé si será por la tinta y el papel, pero están asquerosas.
De todas maneras, la mía de esta mañana, la que inaugura este blog –bueno, mi parte del blog- decía: Un sabio consejo: no esperes demasiado de los demás en estos momentos. No hablamos de la cara de idiota que se me ha quedado ¿No era hoy el gran día? ¿No salía yo hoy a escena vestida de gala para ser aplaudida? ¡Pues no! La galleta había hablado. No te fíes, Ali, que no se puede esperar demasiado de los demás. Me he ido al baño a hacerme una coleta porque con esas perspectivas no me han quedado muchas ganas de arreglarme más y he salido para el trabajo. Así, sin desayunar ni nada.
Ya en el metro me he dado cuenta de un par de cosas: la primera es que la gente no tiene ningún reparo a la hora de enseñar los pies: ¿Os habéis fijado en la cantidad de hombres y mujeres que muestran sus uñas como garras o mejillones? En cuanto llega el buen tiempo los callos, durezas, ojos de gallo y demás deformidades podales salen a la luz sin ninguna vergüenza. Ojalá se prestase menos atención a los flotadores y más a los pies, que son como pequeños ecosistemas monstruosos donde se junta todo lo malo. Y sobre ello caminan sus dueños día tras día…
También me he percatado de que… bueno, en realidad la galleta no me estaba diciendo nada malo ni, sobre todo, nada que yo o supiera. Claro, la he abierto con la ilusión de que me diera grandes expectativas para el nuevo proyecto y me he encontrado con un jarro de agua fría. Aunque en realidad lo único que me ha dicho es que tenga cuidado, que no traslade fuera lo que tengo que esperar de mí.
De los demás no se puede esperar demasiado, sólo se puede esperar lo justo. Y lo justo es lo que te pueden dar. No lo que deseas. Tampoco lo que necesitas. Yo quiero una
lista de comentarios que llegue hasta el cielo, pero los demás, vosotros, quizá no podáis dármela. Y eso debe resultarme indiferente..
A todos nosotros debe importarnos cero qué recibamos de los otros, porque eso cae fuera de nuestro control. Sólo somos responsables de lo que damos, de lo que hacemos, de lo que decimos. Y por eso debemos esperar de nosotros las mejores actuaciones, las mejores palabras. De los demás no podemos esperar nada. Todo lo que llegue de fuera es un regalo. Una sorpresa, un bien inesperado que se recibe con alegría y gratitud. Eso sí, podemos estar seguros de que, si lo que ofrecemos no es lo mejor que tenemos, tampoco recibiremos lo mejor de los demás. Y por eso no podemos esperar demasiado de ellos ¿O es que damos nosotros demasiado?
Para cuando el metro ha llegado al otro extremo de la cuidad ya me había disculpado con el universo entero por haberme metido con los pies ajenos. Cierto que sigo pensando que son horrorosos. Y quizá por eso no vaya a llegar mi lista de cometarios hasta el otro lado del arco iris, pero como eso ya me da igual...
¡Uy! ¡Que no se me olvide contárselo a mis compañeras!
¡Uy! ¡Que no se me olvide contárselo a mis compañeras!
No te pierdas la entrada de mañana jueves "Encuentro en tacones" de Irene Comendador
Encantada de leerte, ya lo sabes, ojitos. Tienes un algo especial, un yo que sé, un qué sé yo... que me mola mogollón. Unidas hasta la muelllteee!!!
ResponderEliminarPor cierto, soy la Regy. Hija, no sé cómo conseguir que vuelva a aparecer mi identidad y los tacones se vuelvan al armario...
ResponderEliminarAli..., desde el costumbrismo más clásico, pasando por el horror más espejil, acabas llegando donde todos debemos llegar tarde o temprano, a incorporar el zen en nuestras vidas, con o sin escritura.
ResponderEliminarInspira..., espira (atención al correcto uso de la "s" en lugar de la por desgracia mal usada "x"), vuelve a inspirar..., espira de nuevo..., concéntrate en tu yo interior..., y no esperes nada más allá de ello.
Jajajajaja Gustau. Es mi sección zen. Tengo que ponerle un poco de drama, que se me duerme el público :)
ResponderEliminarUn besazo y gracias por estar ahí al pie del arama de fuego que tira señores bala :)
Regyyyyyyyyyyyyyy Lo tuyo con el blogger es para abrirle una sección nueva al blog XD
Más galletas, Alicia, quiero más galletas. Ay, los demás... La eterna disyuntiva cuando alguien decide exponer a ojos extraños algo de lo que lleva dentro. ¿Lo muestro porque necesito sacarlo pero no me importa lo que nadie opine de ello? ¿Necesito en realidad saber lo que el mundo cree de lo que yo llevo aquí dentro y de mi manera de contarlo? Da lo mismo. Una vez abierta la ventana, no se puede evitar que los que miran saquen sus propias conclusiones y hay que aprender a vivir con ello. Un beso
ResponderEliminarHello Michael!
ResponderEliminarHabrá ración semanal de galletas, tú tranquilo.
Los demás... Aquel que dijo que el infierno son los otros (¿Céline? ¿Sartre? ¡Qué lejos las lecturas universitarias) es porque no se había mirado al espejo. Pero con la mirada limpia y clara, no así de refilón para ver si la falda dejaba bien paradas sus caderas.
El infierno es uno mismo. Los otros, la mayor pare de las veces, nos ponen delante de nuestras condenas para que las tengamos claras. Y nos ayudan a vivir con ellas.
Gracias mil por pasarte.
Thank you so much!!!
Ali, como todas tus entradas, como todo lo que leo de ti, tus palabras son cercanas, te hacen pensar y creer que el mundo puede ser mejor... Eres especial, me encanta tener un grupo secreto contigo y te quiero un montón!
ResponderEliminarGracias!!!!
EliminarNo se lo digas a nadie, pero es que el mundo es un poco feo. Hay que creer que se pude mejorar porque si no...
Muchas gracias por todo, guapa. Yo tb te quiero mucho, mucho. Aunque lo del secreto pa mi que no lo es tanto, ya. Jajajajajajajajaja.
Muacks!!
Pues quitando lo del fetichismo de pies, que coincido contigo, me ha gustado la reflexión. Pero lo de la galleta ... ¿cuánto le dedicamos a crear expectativas? ya sean galletas, horóscopos, consejos... de los demás no hay que esperar sino recibir. Como de nosotros...dar y no revolotear tanto sobre si las cosas son buenas o malas. Lo que llevo es lo que soy, y lo que me encuentro es lo que es..y soy yo el que con mi actitud logro que sea positivo o negativo. Gracias por esta lectura.
ResponderEliminarGracias ti por tu comentario. Eso que dices es exactamente lo que intentaba explicar yo. Siempre viene alguien que sabe decir las cosas usando menos palabras, oye :)
Eliminar¡Un abrazo!
Me va a encantar este blog. Ya me gusta, de hecho. Hay alegría en la forma en que contáis. Eres afortunada por muchas cosas, seguramente, pero poder ver, en el metro, cosas que todos miramos pero apenas vemos, ya es una fortuna. Lo de los pies lo pienso yo cada vez que veo a esas mujeres subidas en esos zancos maravillosos con tacón de aguja. Preciosos sí, pero ¿alguien les ha avisado del daño que causarán a sus pies y su columna y algo más?
EliminarOs felicito. Un placer leeros y hoy especialmente a tí Alicia.
Un beso.
Muchísimas gracias, Rosa. le voy a imprimir tu comentario a dos hombres de mi vida. Mi exnovio, que me dice aún que debería dejar descansar la cabeza un momento, que cierre los ojos de ves en cuando; y mi novio, que me dice que, claro, me funciona tan rápido el cerebro (no dice si bien o mal, sólo rápido), que eso me provoca dejavus con el mundo :)
EliminarYo creo que hay que ir por la vida con los ojos abiertos como platos. No sea que te pierdas algo. Claro, que luego también ves cosas que mejor no...
Espero que te quedes. Mañana nos visita Irene Comendador... Bueno, no nos vista, que tiene habitación propia :)
Ainssss... por fin, que lo tengo releído, recomido y repasado, y no había manera de comentarlo (blogguer y su pasión por hacerme de sufrir).
ResponderEliminarHas empezado con el "pie derecho", ejem, sin callos me imagino^^, y tu galleta nada de nada de acertar, mira qué... la lista de comentarios que te llegue al cielo, porque te lo mereces, Alicia^^.
Divertido, fresco y original; un despertar como Dios manda, y, por supuesto, a las compis que no se te olvida de contarnos nada, eso no se hace:D
besos del tamaño del mundooo :D
Jajajajaja. Mis pies no te los enseño, mejor :) Que vaya par me dio mi madre...
EliminarLas galletas aciertan de maneras misteriosa. Juassss.
Gracias, Karolita, por tus palabras. Y claro que no se me olvida contaros cosas, hombreeeeeee. Sólo faltaba :)=
Besotazossssss
Ya estoy aquí con mi perfil de persona y no de grupo divino jejeje, que ya era hora que te pudiera comentar la entrada cielo mío!!!! Hay que ver como me has dejado guapa, quiero más galletitas de estas ricas, que me da a mí, que nos van a enseñar muchas cosas de la vida, en la que ni siquiera reparamos muchas veces ^^
ResponderEliminarUn beso mi artistazaaaaaa!!! Que vales oro Ali, te quiero corazón mío :D
Retrasadísima voy con las respuestas, madreeee. Pero no os penseís que paso de vosotros. Es que llevo un descontrol vital que más me valía aplicarme el zen por toda la cara como la hidratante: antes de salir de casa.
EliminarNo sé si enseñar, enseñaré nada. Yo vopy contando lo que descubro (a veces a fuerza de cabezazos contra la pared.
Un beso wapaaaaaaaaa
Un grato descubrimiento, como el de todas tus compañeras (en realidad, dos ya estaban controladas de antes) y que me hace pensar en que sí, te tratan como tratas y hay que procurar dar para recibir...y que tengo que cuidar mis pies ;P
ResponderEliminarUn saludo, os voy siguiendo...que peligro ;)
Me alegro, me alegro. De que sea descubrimiento 8me encantan las coas nuevas) y de que sea grato (de esto más)
EliminarAquí estaremos semana a semana para que nos acompañéis.
¡Un abrazo!
hay que ver como algo tan pequeño e insignificante te puede condicionar el día!! desde tan pronto por la mañana, un pequeño comentario, aun siendo realizado por una galleta de la suerte, te puede modificar los planes, la forma de pensar y la perspectiva del resto de la jornada!! y el inciso de los pies... jajajajajjaja! Graciosísimo! me ha recordado que cuando voy en el metro, también me fijo en esas cosas, y hablo para mis adentros, criticando! jajajjajajaj!!
ResponderEliminarPor cierto! tienes razón!! esas galletitas están asquerosas, no hay quien se las coma, creo recordar que la primera que probé me la comí con el papel dentro!! jjajajajja!!
Lo de las críticas es increíble. Yo cuando me oigo me doy miedo. Levanto la cabeza y pienso : Leshé, como todos los demás estén pensando todo esto de mí... vaya mal karmaaaaaaa.
EliminarAsí que intento controlar. Pero no me sale. Jajajajajajaja. Y luego escribo cosas sobre los pies de los demás. Jajajajajaja. ¡hasta les hago fotos con el móvil! XD