lunes, 15 de abril de 2013

From my blonde mind: Que otro muerda el polvo.


Con un Par de Tacones no es un blog literario, no lo es porque no hablamos de libros ni ponemos reseñas, ni novedades editoriales. Nombramos de títulos de manera tangencial porque algo hemos leído y nos gusta citar autores para quedar, así, de listas y, de vez en cuando, se puede colar algo de lo que hay nuevo en las librerías porque hemos pasado por el Carrefour y lo hemos visto o porque nos lo regala algún amigo o amiga que publica ahora.

Por no hablar, no hablamos ni de nuestras propias obras, comentamos algo porque es nuestra rutina más directa y siempre cae algo de esta entre payasadas y meditación trascendental.

Hacerte un blog literario es fácil, tienes la Wikipedia y las sinopsis de las editoriales e incluso puedes fusilar reseñas de otros blogs cambiando un par de frases. Yo a eso no le veo el gusto, la verdad. He llegado a la conclusión de que lo que tenemos es un blog de columna de opinión o de desvarío incoherente en todo caso. Es un rinconcito personal en el que meter todo lo que está ahí en la cabeza a lo largo de la semana y ponerlo por escrito.
Esto las señoras decentes de antes lo hacían los domingos después de misa en el confesionario, yo soy mucho de iglesia, que a mí la piedra labrada me tira cantidad, pero no veo yo al resto del elenco persiguiendo curas en plan El Pájaro Espino, no, nenas, no.

El caso es que, en esta columna de opinión o en este tablón de experimento de estilo, algunos y algunas quieren ver que somos escritoras. No niego que algo de eso hay y ahí están mis nenas para confirmarlo con su buen hacer y sus libritos y yo, quizás, pueda ser definida como «autora» por eso de firmar cosas, pero yo al menos eso del oficio no lo tengo. Al no tenerlo no puedo compartirlo y si me preguntan lo de «¿Cómo publico mi libro?» o «¿Qué hago para escribir una buena historia?» pues, la verdad, no tengo ni repajolera idea de qué responder.
No es que tenga un secreto secretísimo que no quiera desvelar, es que ni puta, en serio. Yo siempre digo que no escribo, que suelto mis chorradas en palabras que en ocasiones van en negro sobre blanco y entran a la gente por los ojos, pero que no se diferencian en mucho de las mismas gilipolleces que puedo decir tomando un café o dos vinos.

No creo yo que las experiencias de un escritor valgan de mucho para otro escritor, más que nada porque los escritores son gente que depende de unos entes llamados editores que cada uno son de su padre y de su madre y que se encargan de que los escritos lleguen al mercado y al público.
Además, opino yo, desde el atrevimiento de mi ignorancia, que el tema de escribir es un algo muy íntimo ya desde su motivación principal. Porque, a ver, ¿por qué se escribe? Hay cosas que a priori son más interesantes para hacer: salir, entrar, sacar y meter lo que te dejen, ir al zoo a ver a los suricatos que tienen manitas, chupar candados hasta que se te quede la forma en la boca… pero no, a la gente le da por rellenar cuartillas ahí con ansia viva.
Si me pongo a preguntar, fijo que encuentro bastantes respuestas coincidentes (porque lo seres humanos somos maravillosos pero bastante limitados) pero conseguiré un abanico bastante amplio de ellas. Estarán los tópicos de siempre sacados de las respuestas de escritores con mayúsculas en contestación a entrevista chula con foto de pose en sillón de orejas, o algún intento de réplica original, trasgresora y de vanguardia que solo servirá para demostrar que quien la pronuncia no tiene ni puta idea de que lo trasgresor y lo de vanguardia es más antiguo que darse placer con la mano, pero creo que si a un escritor se le pudiera quitar toooooooooda la moñada que parece inherente a ese calificativo y respondiera con sinceridad, solo diría: Porque me gusta.


Joder, y aceptar eso es de un narcisismo y un egocentrismo que no te va hacer ganar muchos amigos y que demuestra una personalidad obsesiva y egoísta, algo que queda demostrado en las fabulosas trifulcas de escritores que se producen en cuanto se juntan cinco de ellos ( o tres y una botella de algo fuerte y un galgo afgano). Los lectores puros
que pasáis por aquí, los que solo buscáis un ratito de distensión o saber qué mierdas se le ha ocurrido a esta rubia hoy, no sabéis las broncas que se montan en foros o grupos de Facebook en los que los miembros han firmado algo que va entre dos cartones de colores. Cuando la sangres se seca (sí, sangre) se despegan las vísceras del suelo (sí, vísceras) y se rifan los dientes encontrados por los rincones, siempre suele salir algún conciliador diciendo que «a los escritores nos iría mucho mejor si nos dedicásemos a apoyarnos entre nosotros y no nos rebajásemos en estas peleas miserables.»
Se habla de escritores como de un colectivo aparte del mundo, como una masa globalizada, como si el hecho de que ponerse a escribir ya te hermanara con el señor con bigote y calva de los poemas o con la pelirroja flacucha y preadolescente de los relatos cortos. 
Decir eso es una gilipollez tan de sofismo demagógico como eso de la aldea global o del hermanamiento de la humanidad. Sí, queda poco vendible para los neopensadores happypandi, pero es que con un señor que lapida a nenas por mostrar un pecho o una señora que corta el clítoris a sus nietas para purificarlas, no quiero hermanarme ni aldeanizarme ni en pintura.



Tras los libros puede haber un escritor, pero tras ese escritor hay una persona y esa es a la que te puedes sentir más afín en un momento dado o despreciarla con todo tu ser o desear que se le meta una ortiga en el xixi cuando se vaya a mear detrás de unos matojos. Vamos, como en todos los ámbitos de la vida.
Lo que pasa es que en la vida no estamos siempre mirando si el de al lado la tiene más grande que nosotros y eso sí pasa entre escritores. Es algo inherente, porque el escritor escribe porque se gusta y escribe para gustarse y mira, nena, tú puedes ser la más leída de tu escalera pero, olas mejores, en mi bañera.



Dicen que cuando ella abre un ojo es cuando sale el sol por Marbella, pero yo no me lo creo. En todo caso mañana martes tenéis una cita con Regina Roman y su Mota Rosa.


2 comentarios:

  1. Soltar, sueltas. No hay porqué catalogarlo todo, ni ponerle nota, ni comparar. Lo cierto es que compartes, como las demás, y compartir acerca a otros. No soy transgresor, y a veces prefiero leer lo de las entrañas 8aunque no esté bien visto) que lo elaborado (aunque a veces sea una joya). A veces coincide, pero otras..otras solo comparte la hora bruja que espero para leer. No entiendo de trifulcas públicas... simplemente, narcisista o no, ME GUSTA.
    Y ahora si voy sin reservas a la cama
    Un beso rubia

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  2. De mi dijiste que escribo por la cosa de la espita y la presión. O sea, para no volverme más loca de lo que estoy.

    Yo siempre digo que porque me gusta. Escribir si no te gusta es un dolor. De hecho, tengo por ahí un post que dice que si escribes porque te gusta ya puedes djar de quejarte y si no te gusta pues no lo hagas.

    Íntimo no sé si es. Yo la intimidad la entiendo para otras cosas. Cuando escribo me comunico y, si pudiera, montaría una comuna grande de gentes que escribieran todas revueltas. A veces.

    Hermamanamiento el que te cuente yo. Muéstrame un juntaletras y te enseñaré un ego tipo globo aerostático. Aunque, claro, egos voladores los hay en todas las disciplinas. De todas maneras, los que escriben DEBEN manejar una cantidad importante de ego-things. Al final es una cosa my de sacar de dentro y lo de dentro es uno mismo.

    Ya me explciarás lo del galgo afgano. Eso y por qué crees que en la vida la gente no se mide las grnadezas con eld e al lado.

    Dicho lo cual, también los habrá humildes, digo yo.

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