Tres
cosas hay en la vida, salud, dinero y amor… tutuá, tutuá. El que tenga estas
tres cosas, que le dé gracias a Dios.
Y se
encomiende a todo el santoral completo, budas, almas celestes y gurús, para que
lo proteja del más verde de todos los bacilos, del más destructivo de todos los
sentimientos. La envidiaaaaaa… (pronunciado con tono de novela de terror y
seguido de cerca de una risa malvada de las peores).
Tanto
me llamaba la atención la susodicha emoción, que me puse a ello y le dediqué un
libro “Muerta de envidia” (Vergara, 2012), tarea para la cual, precisé de horas,
libretas y libretones de apuntes e información varia. Veamos en qué consiste
tan peculiar regalo de la naturaleza:
Envidia.
Dícese del dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea
en bienes, cualidades humanas u otra clase de cosas. Tristeza o pesar por el
bien ajeno.
Tal
definición se centra en una melancolía o estado de infelicidad personal del envidioso, que se
queda muy corto. Hay más, mucho más en la envidia, su lado oscuro, sus aspectos
destructivos; de lo contrario no entraría en la categoría de pecado capital,
¿no creéis?
Cuando
empecé a acumular material para escribir “Muerta de envidia” cuyo título
original era “Las brujas también lloran”, quise centrarme en ese elemento altamente
negativo. Todos hemos sufrido alguna vez, de algún modo por culpa de un/a
envidios@ (esa bruja horrible que me persigue y me mira mal) pero pocas personas se paran a pensar en lo
mucho que sufren ellos. Esas brujas también lloran. Y de qué manera. Siempre he
defendido que el envidioso que traspasa el umbral de la simple “pelusilla” era
un enfermo mental del que hay que cuidarse y con ese enfoque inicié el
proyecto.
"Cuando una persona se obsesiona y deja de vivir por estar
pendiente de tu vida o en este caso en la vida de su adversario, de su entorno,
y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus triunfos… Aparte de
mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que estas tratando con una
persona psiquiátricamente enferma."
Dr. Saúl F. Salischiker, Médico Psiquiatra y
Psicoterapeuta.
Vista
desde esta perspectiva, la envidia es la madre del resentimiento, la ansiedad y
el deseo ferviente que no busca que a uno (el interesado) le vaya mejor sino
que al otro le vaya peor. El motor que impulsa la vida del envidioso es un
sentimiento de injusticia que le lleva a ver los logros del otro como algo que
le ha sido usurpado o robado a él. Con cierta acusada tendencia a pensar que
las cosas caen del cielo, sin dar crédito alguno al esfuerzo, a la voluntad ni
al trabajo, no se molesta en justificar el porqué de que él las merezca por su
bella cara pero no los demás. Especialistas en aparentar victimismo y en provocar
sentimientos de compasión y caridad en los otros, especialmente en el objeto de
su envidia a fin de pillarlo con la guardia baja en el momento del ataque.
En
definitiva, monstruos verdes y espantosos. El Leviatán de los infiernos.
El
envidioso obsesivo y enfermo, cuenta mentiras y desacredita al envidiado, desea
su muerte y su destrucción. Mirándose en el espejo del envidiado, el envidioso
ve agrandadas sus carencias, sus faltas, sus vacíos y agujeros, su complejo de
inferioridad y su maltrecha autoestima. Es un ser despreciable que en lugar de
trabajarse para mejorar, orienta todas sus energías (y os aseguro que saca de
donde no hay) para destruir a los demás.
De
lo que se deduce su escasa inteligencia y su capacidad para perder el
tiempo.
Tras
mucho darle al coco saqué conclusiones. Y es que si te topas con un ser
(omitiré lo de “humano”) de esta calaña, el mejor consejo que puedo darte es
que huyas bien lejos. Que la envidia no se sana, que la envidia no se cura, que
la envidia es un veneno corrosivo que erosiona y carcome y que el envidioso,
lejos de ser consciente de su problema, lo alimenta desde dentro.
Ante alguien así, como
dijo un día mi querido y sabio Gandalf: “¡¡Huid, insensatos!!”
Por si a alguien le pica la curiosidad, que no la envidia malsana, si no vivís en Mexico, donde podríais comprarlo en edición papel, aquí tenéis la novela:
http://www.amazon.es/Muerta-envidia-Pecados-capitales-ebook/dp/B009BN0CEQ/ref=sr_1_6?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1365184394&sr=1-6&keywords=regina+roman
Felices lecturas. Y no olvidéis que mañana es miércoles y vuelve Alicia Pérez Gil con sus galletas de la suerte. En lugar de envidarla, leedla.
¡¡Cómo me ha recordado la lectura de tu libro!! Se me puso hasta mal cuerpo de lo bruja que es. Pero tienes razón. Se destruyen a ellos mismos, y si tienes la vida asentada sobre lo que es realmente importante no te afecta tanto como a ellos mismos, porque todo se sabe. El que no se ama no puede amar. Y como se decía antes..en el pecado (capital) lleva la penitencia. Gran entrada y mejor libro. TODOS A COMPRAR ...
ResponderEliminarUn beso
PD: Venga Demuéstrales cómo etiquetas bien