La estación del amor y las pasiones desatadas, el momento de la renovación, del sexo sin condón y de las parejas tiradas en los parques (boca contra boca muy abiertas como si se fueran a comer las cabezas) que disimula movimientos pélvicos.
Florecen los almendros con sus tonos rosas super cursis mientras ellos miran a sus ellas con ojitos tiernos y los huevos dolientes tras el magreo en el césped, y estas buscan un baño donde secarse aquello que se moja cuando hace calor.
Florecen los almendros con sus tonos rosas super cursis mientras ellos miran a sus ellas con ojitos tiernos y los huevos dolientes tras el magreo en el césped, y estas buscan un baño donde secarse aquello que se moja cuando hace calor.
Puede que alguno ya haya sido presa de la tan desagradable abstemia primaveral; te invade el sueño, estás agotado y tu ánimo alterna entre la euforia y la tristeza. Nada, nenes, ni caso, es el cuerpo que se está adaptando al chupinazo de hormonas, todas ellas terminadas en inas (serotonina, oxitócina y noséquécoñoina) y que nos deja como manifestación externa un regusto amargo que no se sabe muy bien cómo digerir.
Salgo a la calle y me recreo en escuchar el alegre trino de los pájaros. Los machos excitados dan rienda suelta a su efusividad y realizan cortejos que alternan entre lo artístico y lo chistoso, con esas colitas hacia arriba y ese revoloteo rítmico de las alas. Mientras tanto, las nenas aves se hacen las interesantes y huyen de forma fingida para resultar más atractivas en el mejor de los casos. En el peor salen escopetadas de puro terror ante las extrañas manifestaciones de cariño de sus galanes, que se empeñan en picotearlas con saña y perseguirlas con ansia viva, sin terminar de captar que sus intenciones no son bien recibidas.
¡Aaah, el amor en todas sus vertientes, que hermoso, cruel y paradójico! Un año más hemos sobrevivido al crudo invierno. Esto, que a día de hoy parece puramente anecdótico, antaño para nuestros lejanos ancestros primitivos era ya toda una batalla ganada. Se acabó la escasez de alimentos, Perséfone ha retornado a la superficie y su madre Céres muestra su alegría con el regalo de la bella estación. Los niños y ancianos que no hayan sucumbido tras los oscuros meses podrán relajarse por una temporada. Una vez más la tribu ha resistido, la tierra se hará fértil y la vida será hermosa, se entonaran cánticos de agradecimiento a los dioses, y los jóvenes que se encuentren en edad de merecer optaran a una pareja que llene sus días de anhelos y sus noches de tórridas pasiones. Será maravilloso, por lo menos en sus comienzos, después las cosas se torcerán y tocará enmendarlas y, con suerte, si todo va bien, con tiempo y esfuerzo, llegará el verdadero AMOR, aquel que no es una afección pasiva del espíritu sino un auténtico acto de voluntad, fruto de un trabajo común.
Decía Erich Fromm (le estoy cogiendo mucha afición a este nene, así que no os extrañéis si se convierte en una referencia habitual por estos rubios lares. Todo, claro está, en clara y libre interpretación, que no quiero yo que el hombre se levante indignado de la tumba y me reproche haber destrozado sus enseñanzas) que la lógica de tradición occidental se diferencia de la oriental en que mientras que la primera es lineal y excluyente, (esto es, A no puede ser B y no B al mismo tiempo) en cambio, la segunda se denominaba «lógica paradójica», y en ella todo tenía cabida. Es decir, A podía, y de hecho puede, ser al mismo tiempo B, no B, y si me apuras C, D, todo el abecedario y sus opuestos. ¿Y esto a qué viene, So? Pues viene a que en mi concepción, el ser humano tiene de ambas, puede estar muy cuerdo y ser muy racional, pero luego aparecen las dudas, las encrucijadas y los sentimientos, y ya la hemos fastidiado.
¿Qué es sino por ejemplo el amor y el odio, ambas dirigidas hacia el mismo objeto? O diría mi hermano: el chocolomo. Lo quiero todo; lo dulce, lo salado, lo abstracto y lo concreto, lo individual y lo colectivo, TODO, junto en el mismo plato y rapidito, oiga (y traiga vino).
Vamos, que se diga, lo que se diga, la Naturaleza no es tan perfecta ni tan sabia.
Me imagino yo a la Mater Natura hablando consigo misma: – Aiiing ¿esto te habrá quedado bien, nena? Bueno da igual, hago como si lo tuviera muy claro y ya veremos cómo lo apañamos luego que he quedado.
Y, por supuesto, el Hombre no está tan bien acabado como creemos. Eso sí, complejo es un cojón de panda rojo. ¿Qué decir de todas las desviaciones que Fromm catalogaba de improductivas? A la postre todos tenemos de unas o de otras, y esto es lo normal, siendo la excepción aquel que es en su totalidad cuerdo y sano. Solo, no obstante, se pueden considerar verdaderos enfermos aquellos sujetos en que sus patologías han alcanzado cuotas exageradas que les llegan a impedir relacionarse con los demás, trabajar, evolucionar, en definitivas cuentas, vivir. El resto (sin un informe médico que diga lo contrario y nos proporcione fármacos de abuso) tendremos que darnos con un canto en los dientes y tirar como mejor sepamos o podamos, que ya es mucho.
Todo esto es para decir, quizás excusar, que nosotros, como bichos híper evolucionados, tenemos todo el derecho a hablar de ese sentimiento referido al principio de este texto. Nos movemos por impulsos biológicos, pulsiones animales que nos obligan a juntar lo tuyo con lo mío, es cierto, pero nuestro cerebro de micos listos le da una nueva vuelta de tuerca.
Porque no todo puede ser un deseo de perpetuación de la especie o la utilización lúdica de cosas que crecen se mojan y entran en otras cosas que crecen y se mojan, somos imperfectos, duales y humanos y eso nos permite ver en nuestro compañero del «juego de las bestia de dos espaldas» un objeto de adoración, amistad y confianza que deberían ser los ingredientes definitorios de eso que los enamorados cantan en primavera y que llaman: amor.
¿Qué es sino por ejemplo el amor y el odio, ambas dirigidas hacia el mismo objeto? O diría mi hermano: el chocolomo. Lo quiero todo; lo dulce, lo salado, lo abstracto y lo concreto, lo individual y lo colectivo, TODO, junto en el mismo plato y rapidito, oiga (y traiga vino).
Vamos, que se diga, lo que se diga, la Naturaleza no es tan perfecta ni tan sabia.
Me imagino yo a la Mater Natura hablando consigo misma: – Aiiing ¿esto te habrá quedado bien, nena? Bueno da igual, hago como si lo tuviera muy claro y ya veremos cómo lo apañamos luego que he quedado.
Y, por supuesto, el Hombre no está tan bien acabado como creemos. Eso sí, complejo es un cojón de panda rojo. ¿Qué decir de todas las desviaciones que Fromm catalogaba de improductivas? A la postre todos tenemos de unas o de otras, y esto es lo normal, siendo la excepción aquel que es en su totalidad cuerdo y sano. Solo, no obstante, se pueden considerar verdaderos enfermos aquellos sujetos en que sus patologías han alcanzado cuotas exageradas que les llegan a impedir relacionarse con los demás, trabajar, evolucionar, en definitivas cuentas, vivir. El resto (sin un informe médico que diga lo contrario y nos proporcione fármacos de abuso) tendremos que darnos con un canto en los dientes y tirar como mejor sepamos o podamos, que ya es mucho.
Todo esto es para decir, quizás excusar, que nosotros, como bichos híper evolucionados, tenemos todo el derecho a hablar de ese sentimiento referido al principio de este texto. Nos movemos por impulsos biológicos, pulsiones animales que nos obligan a juntar lo tuyo con lo mío, es cierto, pero nuestro cerebro de micos listos le da una nueva vuelta de tuerca.
Porque no todo puede ser un deseo de perpetuación de la especie o la utilización lúdica de cosas que crecen se mojan y entran en otras cosas que crecen y se mojan, somos imperfectos, duales y humanos y eso nos permite ver en nuestro compañero del «juego de las bestia de dos espaldas» un objeto de adoración, amistad y confianza que deberían ser los ingredientes definitorios de eso que los enamorados cantan en primavera y que llaman: amor.
De resaca de éxitos, alfombra roja, vino gratis y petardeo, llega mañana Regina Roman con La Mota Rosa. Aún le dura el super depiláo.
Pues a mí no me está sentando nada bien. Será que soy más imperfecto aún, o que no entiendo las emociones-apariencias. Me parece que voy a esconderme hasta que lleguen los fríos que me dejan pensar mejor. Si depende de la estación mal va la cosa. Feliz primavera
ResponderEliminarDe verdad nena, que con tus reflexiones sobre estaciones y estados de ánimo, una no sabe si dar gracias porque llegue el calorcito o qué, por cierto, muy gráfico eso de los cojones del panda, me lo apunto para la cena :P
ResponderEliminarBesotesssssss
Abstemia lo serás tú (o no).
ResponderEliminarLa lógica oriental de admitir la dualidad como algo natural es "mu gonico" pero altamente esquizofrénico, así están ellos con los ojos achinados de querer ver las dos caras de la misma moneda a la vez.