martes, 11 de septiembre de 2012

Galletas de la suerte: Interpretación, el método.




Una semana comiendo proteína pura y verduras de hoja verde aliñadas con limón han limpiado algo más que mi organismo y los armarios de mi cocina (hasta el último bollo terminó en el cubo de la basura).  Cuando a una le da por el corpore sano, a la Mens le entra la envidia y viceversa.

Así que seguimos sin galletas, pero estamos de enhorabuena: tenemos a Luisa. Luisa es una persona real con la que paso del orden de ocho horas diarias bregando con jefes y compañeros a los que nuestra posición nos obliga a poner de mal humor: ellos nos dan sus liquidaciones de gastos y nosotras les decimos que no se las pagaremos nunca jamás de los jamases hasta que rectifiquen los errores que hayan cometido. Algunos de esos compañeros han tenido que repetir la misma hoja hasta cuatro veces por no corregir errores ínfimos que sin embargo nosotras no podemos pasar por alto.

¿Qué pasa aquí? Pues que con el dinero hemos topado. Cuando a quien sea le tocan el bolsillo, mala cosa. Es notar una moneda de menos y la ira que asciende cual soufflé Alaska, los modales que se pierden y las situaciones embarazosas que proliferan como los conejos en Australia.

No es fácil dedicarse a escatimarles dinero a tus compañeros. Claro, nos pagan por ello, pero aún así. ¿Qué es lo que ocurre cuando tenemos que comunicar a alguien que en su trabajo hay un error y que debe rectificarlo? Pues que se cruzan dos cosas: por una parte, está el hecho indiscutible de que nos han marcado unos parámetros que debemos seguir o será nuestro trabajo el que está mal hecho. Así que debemos cumplir con nuestro deber. Ante esa certeza, Luisa o yo cogemos el teléfono, decididas, con una sonrisa incluso, y marcamos la extensión correspondiente. Por otra parte, sabemos que en cuanto empecemos con la conversación la persona al otro lado de la línea nos odiará.

En serio, lo sabemos. Va a misa, el odio del compañero pillado en falta. Cristo, Buda y Mahoma ya lo dijeron cuando predicaban: malaventurado el que pone en evidencia a un compañero porque de él será el reino del infierno.  Así que Luisa y yo dejamos el auricular en su sitio, bajamos la mirada y acudimos a nuestra tabla de salvación: el correo electrónico. Que nos odien por correo duele menos…

¿Se nos ocurre pensar en cuál sería nuestra reacción en caso de recibir nosotras la llamada de una compañera que nos informase de que hemos fallado en algo? No. Y no será porque no me han devuelto a mí documentación para corregir. Pero eso se nos olvida. Porque lo que cuenta de verdad es lo que creemos: creemos que está mal corregir a compañeros, creemos que si no somos jefes no tenemos derecho a decir que no. En realidad creemos que no podemos decir que no, que nadie quiere a las chicas que dicen no.


Y lo pasamos fatal.

Hoy hablaba con Luisa de hasta qué punto el cuerpo reacciona a lo que le dice la mente y la mente reacciona lo que le dice el cuerpo. Estábamos de acuerdo en que, cuando venimos tristes o enfadadas, lo mejor es hacer un esfuerzo para sonreír, porque al poco tiempo de dibujar con estilete una sonrisa, la boca estirada y los dientes al descubierto cobran lenta e inexorablemente realidad. Vamos, que si sonríes te sientes mejor. Y si te sientes mejor… sonríes.

¿Cómo afecta esto a la ingrata tarea de no pagar a mis compañeros los gastos que han hecho en el arduo cumplimiento de su contrato con la empresa? Primero y más importante: piensa que la llamada que debes hacer es cómoda. Eso no va a cambiar a la persona que la reciba, pero al menos a ti ya no te picará hasta el último poro del cuerpo mientras marcas. Segundo, y aquí viene lo bueno, no interpretes las reacciones de los demás según la creencia popular de que las niñas que dicen no se quedan solteras. Sobre todo no las interpretes ANTES de que dichas reacciones se produzcan ¡Hombre, por favor!

OPCIÓN A:

- ¿Si?
- Hola, Pedro, soy Alicia.
- No me digas más. He vuelto a meter la pata con la dichosa hoja de gastos.
- Sí, has puesto churruflús en lugar de churruflás y no has descontado el cargo de potoflós.
- Y la tengo que cambiar ¿no?
- Sí, por favor.

Pedro cuelga el teléfono y yo sigo trabajando como si nada. Todo ha ido de maravilla, mi vida es perfecta.

OPCIÓN B:

- ¿Si?
 “Joder” –pienso- “Ya se le nota en el tono que está de mala leche. Fijo que no ha llegado a mínimos y este mes cobra de menos. Y ahora le tengo que soltar lo mío. Ya verás”.
- Hola, Pedro, soy Alicia.
“Vaya silencio se ha hecho, mierda, mierda, mierda”.
- No me digas más. He vuelto a meter la pata con la dichosa hoja de gastos.
“Lo sabía. Le ha sentado fatal ¿Qué hago ahora? De verdad que yo por mí se lo pasaba, pero es que no puedo ¿Por qué no lo entiende?
- Sí, has puesto churruflús en lugar de churruflás y no has descontado el cargo de potoflós.
“Y encima me tiembla la voz”
- Y la tengo que cambiar ¿no?
“Vaya voz de cabreo integral. A ver si por lo menos no me grita…”
- Sí, por favor.

Pedro cuelga el teléfono y yo me voy a tomar unos M&Ms porque con este estrés es que no se puede trabajar, de verdad. Joder, que somos todos compañeros, que yo sólo hago lo que me mandan, que a mí el dinero de la empresa me importa entre cero y menos diez, joder. Todos los meses igual, de verdad. Vaya mierda de día. Y hasta el 20 con lo mismo.

Seguro que no tengo que explicar por qué no mola nada la cosa interpretativa. ¿Qué sabemos nosotras si pedro hace una pausa porque tiene que tragar un trozo de bollo que alguien haya traído por su cumpleaños? ¿Es que conocemos tan bien a Pedro que sabemos lo que está pensando en cada momento?

Que interpreten los actores, que bastante les pagan

.




Y vosotros, ni se os ocurra perderos mañana la entrada de la Comendatore, que a esa sí que la conozco y como no os presentéis a su encuentro en tacones la vamos a tener…




14 comentarios:

  1. Es lo que yo siempre digo (aunque no practico, que esa es otra), no sirve de nada pre-ocuparse (si, con guión, para que quede más claro).

    Pero si eres "la chica de las notas de gastos" yo que tu me haría un cursillo acelerado de "el zen en la oficina", y me compraría un poto para usarlo como foco de meditación, porque, mi niña, el puesto que ocupas es el "más pior" de toda la oficina, no eres jefa pero les dices que no se puede pasar como gasto de empresa los tickets del parque Warner o los mojitos del sábado, y eso es in-dig-nan-te :-)

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    1. Soy muchas chicas, no sólo esa. Y ninguna es fácil... Salvo que seas Lobezno, como quedó claro ayer ;-)

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  2. jajaja me parto. me recuerda mi otra vida cuando rellenaba hojas de esas..solo que no me lo decían tan amablemente. Será cosa de rubias :P
    Manu

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    1. Yo a veces no puedo ser amable. La peña le tiene muy poco cariño a su dinero, está claro. Si no, llenarían las hojas bien a la primera, fijo. :P

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  3. Pues yo en mi anterior trabajo, me lo pasaba genial sacandole defectos a los Arquitectos rancios que se creen dios!!

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    1. Yo trabajé con arquitectos, pero no eran rancios... Y sólo un par de idiotas se creían dioses. Jejejejeje.

      Fue uno de mis mejores trabajos. Mucho mejor vender ideas que cruceros a gente que te mete el codo a la hora del buffet ;-)

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  4. En el trabajo, lo que está mal está mal. No veo porqué nadie se tiene que molestar porque le digan que ha cometido un fallo... En realidad, cuando corriges a alguien, le estás haciendo un favor, por mucho que moleste que le corrijan a uno. Si lo hicieran bien no tendría que corregirles nadie...
    Saludos.

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  5. eSTE ESTILO DE ALI, ME ENCANTA!!! ES MI ALI!!! SÍ, SÍ QUÉ FELIZ ME HACE LEER EL COLOR DE SUS ENTRADAS!!!
    aHORA A LO NUESTRO, CON ESA PRECIOSA VOZ (LO DIGO PORQUE HE VISTO TU VIDEOBLOG!!! y AUUUUUU) QUIÉN PUEDE ENFADARSE!???! mUCHACHOS A CORREGIR QUE LA BUENORRA DE ALI YA TIENE BASTANTE CON LOS MIL PROYECTOS INVERNALES!!! qUÉ TIENE QUE LLEGAR RELAJADITA A CASA Y SI ES POSIBLE CON BONO SPAS GRATIS!!!

    bESOS

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  6. Ayyyyy, amorrrr... Difícil posición la tuya porque corregir equivale a poner en tela de juicio el ingenio del listillo que trató de "colar" alguna que otra cosilla calculando que si el Pisuerga pasaba por Valladolid y nadie se percataba..., cobrarían. Tú les sacas los colores y les recuerdas su fracaso y que no son tan fenómenos como creen. Al menos, se llevan de regalo tu sonrisa, que no se quejen, podría enviarlos a enmendar la plana un señor rugiente con bigote y halitosis, que sería mucho más desagadable.

    Ayloviu

    Regina

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  7. Si es que, doble filo el de querer ayudar y corregir... pero vamos, de acuerdo con Connie, como pá cabrearse contigo, te me regañas y yo seguro sonrío...:D

    Y sin galletas pero igual de llena de sorpresas^^

    Genial, preciosaa:D

    Besosss

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  8. Jejejej, lo bien que me lo he pasado con tu entrada, bichina, si es que sabes sacar de donde sea y cuando sea un pensamiento que nos hace recapacitar a todos sin excepción ^^ Yo siempre digo: que no hay que adelantar las cosas, que si algo tiene que salir mal (o se enfada el compañero de turno) ya te preocuparás cuando llegue el momento, de hacerlo antes, te habrás preocupado dos veces ^^
    Me ha encantado, cuanto vales mi Ali, y gracias por la recomendación, entradas minusculas en talento comparadas con las tuyas, nenaaaaaaaaaaaa
    Besotes cariño mío :D

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  9. Jejejejeje se parece a la situación nacional actual. Tenemos que decir al gobierno lo que tiene que hacer, y éste nos dice que la culpa es nuestra. Pero en tu caso en pequeño :).

    El secreto: Dormir bien porque el trabajo que has hecho está bien y tienes la conciencia tranquila. Que se cabrea.....pues fíjate ya tiene un problema más. Ánimo!!!!!!! y al toro (bueno al toro no que se me echan encima los protectores de los animales).
    Tu puedes con todos hermosa. :)

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