miércoles, 5 de septiembre de 2012

Galletas de la suerte - ¡Nada de galletas!


Una semana de crucero por las islas griegas, lo que significa buffet libre desde las siete de la mañana hasta las doce de la noche. De ahí que no vaya a probar ni una sola galleta hasta el día de Noche Buena.  Llegué el lunes a casa, agotada, un poco triste, con las ganas de escribir bajo mínimos. No pasé por la cocina porque tras los siete días de orgía hipercalórica lo único que me cabía  en el cuerpo eran las horas de sueño que me faltaban. Me acosté.

Desperté el martes, ayer, con la sensación de que a mi cuerpo le faltaba algo y, entonces sí, entré en el la habitación que constituye el centro neurálgico de cualquier hogar mediterráneo. Bebí agua y vi la latita roja, tan mona, tan británica, tan extraña a la semana que había terminado, donde todo había sido blanco intercalado de azul.

En seguida supe que no podría hacerlo: no sería capaz de estirar el celofán crujiente hasta que se rompiera y llenase mis manos de migas anticipatorias. No lograría quebrar la galleta ni leer el mensaje. Todas las fibras de mi cuerpo se llenaron del CONOCIMIENTO: Una galleta más y la muerte por hiperglucemia llegaría a mí rauda, inclemente y veloz.

Esto, por supuesto, suponía que mi entrada semanal corría peligro. Con mi botella de agua desintoxicante me senté en el sofá, puse Los Soprano, me acurruqué y… bueno, me quedé dormida. Eso debió de servir para algo, porque esta mañana me he levantado con una idea inocua que no compromete mi ingesta alimenticia y que ha dejado fuera de la ecuación a mi estómago: si no quieres comértelo, pregunta a Google.

He llegado de las vacaciones con dos ideas. La primera es una idea antigua, una vieja conocida con la que convivo desde hace años. Es una idea del tipo marido vetusto: te sabes sus recovecos, cómo reacciona y te adaptas a él de la misma manera que él a ti. Tiene la mala costumbre de roncar, pero como ya te has aprendido su ciclo del sueño, te duermes antes que él y así nada perturba tu descanso. Hasta que te relajas. Entonces la idea-marido brilla sobre la almohada como un cartel de neón de los años 80. Lo tienes todo por aprender, mona.

Sí, tengo mucho que aprender. Sobre mí misma, sobre todo.  La mayor parte de las veces aprendo sobre mí observando a los demás. Luego me comparo y saco conclusiones. Por eso viajar es una experiencia tan enriquecedora y agotadora a la vez. Sales de tu casa cargadita de ilusión y buenas intenciones y te encuentras encerrada en un barco con otras 1.799 personas, sus buenas intenciones y su ilusión.

Esos 1.799 seres humanos comparten contigo la costumbre de comer tres veces al día (300 debido al buffet libre que comentaba antes), la manía de echar la siesta al sol con un mojito en la mesita de al lado, el interés por sacarle fotos al Partenón y el asco monumental a los otros 1.799 pasajeros del barquito que hacen lo mismo que ellos.

Mucho que aprender. Por ejemplo, que a casi nadie le gustan las desventajas de los viajes organizados. Casi nadie disfruta haciendo colas interminables para conseguir un café. Así que ¿Para qué hacerse mala sangre insultando mentalmente a las señoras de las varices y la pamela de paja que parecen incapaces de aumentar su propia velocidad de crucero? Lo sensato sería relajarse, mirar al horizonte, disfrutar del olor a pan tostado, del atuendo ridículo de las adolescentes que se las verán con sus tacones y las cuestas insufribles de Santorini, de las caricias escondidas…

Es un poco como quejarse de que en el metro va uno muy apretado. A nadie nos gusta, pero ya no lo decimos. Porque lo hacemos por necesidad. Es cierto que algunas personas se olvidan de la higiene personal y que eso no es agradable, pero se asume la incomodidad del metro. Por algún motivo resulta más difícil asumir la incomodidad durante el ocio. Quizá porque el ocio es caro. Así que nota para el futuro: los demás están tan incómodos como tú. Trata de sentirte mejor y no colaborar al malestar general, anda, guapa…

La segunda idea tampoco es nueva. Tiene que ver con que es más necesario respetar al prójimo que el comer y con el resultado que me ha dado Google hoy para la galleta dietética de la suerte: El extraño ve de inmediato los defectos, las virtudes le cuestan un poco más.

Estambul, Mezquita Azul, más conocida por sus usuarios como Mezquita del Sultán Ahmed. Un edificio espectacular, con seis minaretes, miles de azulejos con diseños de las mil y una noches, más visitantes que el buffet de marras, de entrada gratuita y lugar de culto en uso a día de hoy. Los turistas se sentaban por las esquinas: japoneses, europeos, americanos y árabes. Muchísimos y sobre todo muchísimas árabes con sus velos, sus trajes típicos, algunas con sus burkas y cámaras de fotos más o menos caras que se llevaban a casa sus propios recuerdos gráficos.

Al principio me resultó extraño. Hasta que caí en la cuenta de que yo he visitado Notre Dame y la catedral de Burgos cámara en ristre y soy tan cristiana como musulmana la señora de la foto de abajo (tomada junto al bazar de las especias y la mezquita nueva) ¿Por qué no van a hacer turismo las señoras que cubren sus cuerpos?

Un rato después de terminar con Santa Sofía comí en un lugar con música en vivo. Frente a mí una chica joven (tenía las manos perfectas y los ojos almendrados sin ninguna arruga) tomaba café con un amigo. Llevaba un burka negro que sólo dejaba al descubierto esas dos partes de su cuerpo y el lenguaje corporal dejaba claro que no había una relación sentimental entre los dos. No podía dejar de mirarla. Lo intentaba, pero no era capaz. Mientras yo esperaba que me trajeran mi guiso de cordero con verduras cocinado en una vasija que el camarero rompería en mi presencia, la chica cogió su taza de café y la alzó hasta sus labios. Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando la dejó de nuevo sobre la mesa.

Desde ese momento imagino que los limpiadores de cristales de mi edificio de oficinas venden entradas a turistas extranjeros que me sacan fotos mientras trabajo. De hecho, algunos incluso me graban en vídeo cuando mi jefe da un grito y yo me levanto como accionada por un resorte.

Ahora he vuelto, estoy en casa, reviso mis 16 gigas de imágenes y me doy cuenta de que no importa lo que creamos, cómo nos vistamos. Todos tenemos derecho a hacerlo a nuestro modo siempre y cuando no dañemos a alguien. Y con el propósito de ser más tolerante preparo mis próximas vacaciones a Thailandia, Vietnam o algún lugar lejano lleno de gente que haga cosas extrañas.








Y mañana, jueves, Irene Comendador vuelve a reunirnos sobre nuestros tacones




11 comentarios:

  1. Jjejejejee, una crónica de viaje genial y a la vez instructiva, con mucho más transfondo del que parece a primera vista, nena, que chulada de entrada ^^
    No te jode que casi no he echado de menos tus suculentas y apetecibles siempre galletas... ains.... esa mente pensante y esas salidas ingeniosas hacen que leerte sea un autentico placer, tanto o más que comerse un buen estofado de carne de cordero ;)
    Un beso mi bellezaaaaaaaaaaa, te adoro!

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    1. Y lo que me está costando la re-entré, majaaaaaaa.

      Los viajes le descubrena una muchas cosas y no todas exóticas y lejanas.

      Muchísimos besos, guapaaaaaaa.

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  2. Pues querida Ali, me ha resultado muy edificante en montones de aspectos tu blog de hoy. ^Pausado, reflexivo, ... incita a darle una vuelta a algunas cosas y formas de ver la vida. gracias y ¡¡bienvenida!!

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    1. ¡Vaya! Muchas gracias, paseandoporlavida69 (que fijo que tienes un nombre más corto, ¿eh?) ;)

      Me alegra que te haya resultado edificante. Intento compartir mis descubrimientos personales, aunque para algunos sólo sean verades de perogrullo.

      Y gracias por la bienvenida!
      La red es a veces tan hostil... (suspiro coqueto^^)

      Un beso!!!!

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    2. Soy Manu (Manu Tomas) ;) mira que no saberlo jaajaja Es que no sé como hacer con wordpress para que salga el nombre jajaja

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    3. lela me dejas!!!!!!

      jajajajajaja

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  3. Has trascendido las galletas de la suerte.

    La galleta "está en ti".

    TU eres la galleta de la suerte.

    A partir de ahora no hace falta que abras la galleta de la suerte si no quieres, solo cierras un momento los ojos, inspiras..., espiras..., inspiras..., espiras..., inspiras..., espiras..., y aparecerá ante ti el mensaje. Sobre todo..., sobre todo..., asegúrate de que "espiras", y no "expiras", que se equivoca tanta gente en eso..., los foros están llenos de gente expirando, y es que internet mata :-)

    Welcome back, darling.

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    1. Ya expiraré cuando toque... Si es que no salgo corriendo.

      Tengo el resto de las vacas agotador sólo con cienes de cosas que quiero enseñaros. Ay!!!

      Gracias for being around.

      Beso gordo, gordo.

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  4. Jajjajajajjajajja, Gorda como una nutria.

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  5. Ali ha vuelto!!!! Esta entrada lo confirma, es cierto que en modo ocio, tenemos menos paciencia y encima algunos can de listos!!! Excelente entrada Ali!! Besos

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