martes, 25 de septiembre de 2012





Nuevo martes, nueva entrega de “La mota rosa”. ¿Tienes dudas? ¿Dirías que estás satisfech@ con tu vida? ¿Plenamente satisfech@? ¿Resuelves los conflictos con facilidad? ¿Algún problemilla te quita el sueño? ¿Quieres que charlemos? Pues envía tus consultas a info @ reginaroman .com. Todos aprendemos de todos. 



Querida Mota.
No dejo de oír hablar de la autoestima por todas partes. Que si hay que cuidarla, que si hay que mantenerla alta. Yo ni siquiera sé si tengo de eso. ¿Podrías orientarme?
Gracias, muchas gracias por el consultorio!!!! Es una maravilla!!!  
Mara


 Hola, Mara, gracias a ti, por escribirme y confiarte a este consultorio que es el de todos.

El tema de la autoestima es tan delicado como trascendental y si no estamos acostumbrados a bregar con ella es porque en los colegios y a la hora de perfilar nuestra formación como seres humanos, ni se acuerdan de que existe. Luego anda dándote la lata el resto de tu vida, sobre todo por tenerla maltrecha y te convierte en un ser humano desgraciado, endeble, fácilmente degradable por otros menos caritativos. 

La autoestima puede definirse como el aprecio afectuoso hacia uno mismo. Nada tiene que ver con la prepotencia, la arrogancia, el orgullo o el egocentrismo, no confundamos términos que se lía. Estar satisfecho con lo que somos, con el potencial que tenemos, protegernos y saltar en defensa de nuestro yo cuando es agredido. No poner, por norma, los intereses y las satisfacciones ajenas por delante de las nuestras y no pensar (¡¡ni por asomo!!) que si nos humillan y/o pisotean es porque valemos poco y nos lo merecemos.
En eso consiste.

Hay que aprender a mirar hacia dentro. Conocerse, analizarse, pulirse con valentía. Tenemos defectos, carencias, complejos… por descontado. Todo puede ser arreglado o mejorado pero no sucede de modo espontáneo, hay que pasar tiempo a solas con nosotros mismos (algo que la cultura occidental no está acostumbrado a practicar), enfrentarnos a nuestros puntos débiles y moldearnos. Marcarnos metas cercanas, amables, accesibles que nos hagan estar orgullosos de nosotros mismos como lo estaríamos de un buen hijo. Juguetear con la vida mientras subimos escalones y luchar por ser cada día alguien a quien poder mirar con satisfacción.




¿Por qué cuando las mujeres triunfan los hombres pueden llegar a ser unos cabrones??? Y cuando pasa lo contrario nosotras nos sentimos orgullosas!!!!

Magnífica pregunta. Y digo magnífica porque resolver el conflicto que envuelve, encierra el secreto que salvaría muchas parejas y matrimonios que se van directamente al desagüe en cuanto uno de los dos (generalmente el que acude a la peluquería con más asiduidad y recibe la visita de su prima “la roja” todos los meses) tiene la fatídica ocurrencia de triunfar.
Sinceramente, creo que tiene mucho que ver con los roles que la cultura occidental y la sociedad nos ha venido imponiendo hasta hace muy poco: el hombre debe llevar un sueldo a casa, convertirse en el sostén económico de la familia y su valía social se mide por su prestigio, sus logros profesionales y sus posesiones. Sí, sé que suena tan estúpido como inútil pero esas son las reglas del juego y así se lo han inculcado a nuestros “machitos” hasta hace bien poco.
Por otra parte, a las mujeres nadie nos quitaba el papel de segundonas cuidadoras de la paz familiar y permanentes animadoras de nuestros maridos/novios/parejas. Tener más libertad equivalía a ampliar nuestras cocinas y que destacásemos en algún área relacionado con la empresa no doméstica estaba… digamos mal visto.

Con ese tierno y adorable bagaje cultural sobre el cogote, no nos extrañe que cuando los papeles se invierten todo el mundo entre en modo pánico. El proceso mental masculino viene a ser algo así:

¿Qué diablos ocurre aquí? ¿Cómo es que es ella y no él (yo) quien triunfa? ¿Comentarán mis amigos y conocidos que ahora mi chica me ninguneará, se colocará los pantalones y empezará a darme órdenes como una posesa? Al fin y al cabo es lo que yo haría si me tocase el papel de triunfador exitoso: mandar, ejercer la autoridad que me corresponde. Y si ella lo hace… yo me convertiré inmediatamente en un calzonazos a la vista del mundo. ¿Nos imaginas en un restaurante si la dueña de la VISA es ella? ¡Qué tormentosa desazón! ¡Qué inseguridad me produce eso de perder el control y cedérselo a otro! Y cuando ese otro es otra… más aún, es ella… “mi ella”… No puedo soportarlo, prefiero deprimirme. ¡Dejadme solo, no estoy pa nadie!

En cambio cuando es él quien arrolla, quien lleva la batuta y se lleva todos los premios habidos y por haber, cuando es ella la que pasa a segundo plano, fila o como queráis llamarlo… no pasa nada. ¿Qué por qué? Porque lo tenemos asumido y aceptado como “normal”. Ellos mandan con la mayor naturalidad; y si llegan alto nos sentimos tan, tan orgullosas, los apoyamos con tanto, tanto ardor y frenesí… que llegamos a olvidarnos de nuestras propias carreras en pro de las suyas.

Afortunadamente esto es generalizar. Y generalizar es equivocarse siempre. Pero si no nos referimos a la mayoría no podremos nunca sacar conclusiones que nos ayuden a avanzar. Cierto es que hay hombres, compañeros de camino maravillosos que se convierten en los mejores apoyos, incluso en la sombra, de sus chicas, y que viven cada peldaño de su ascenso con total felicidad, como si fuera suyo propio. Porque comprenden que en realidad lo son; desearle lo mejor a quien amas es signo de relación y de amor sanos y desinteresados. Tener celos de lo conseguido por tu pareja es una de las manifestaciones de mayor mezquindad que conozco. Pero conste que insisto: en muchos casos, no son ellos por naturaleza los que sienten así, es el empuje de los roles sociales, el malentendido cultural en el que vivimos, donde la igualdad de oportunidades brilla por su ausencia, y el innegable miedo al ridículo ante sus congéneres.





Hala, mañana más, mucho más, con "Las galletas de la suerte". Alicia Perez os sorprenderá :)












16 comentarios:

  1. Decididamente estás en forma. Brillante disertación que le voy a cascar a mi grupo de amigos mañana. Un beso y buenas noches "consultora" ;)

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    1. Jajajajajajaja!!!
      Pero... ¿qué hacéis que no estáis durmiendo? ¡¡Corred, insensatos!!! (lo siento, tenía que soltarlo, me chifla cuando Gandalf lo dice todo ofuscado a punto de caerse por el precipicio...)

      R.R. (Martin?)

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    2. jajaja Gracias Alicia... para un día que no firmo jajaja. Es que con wordpress no deja poner el nombre

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  2. El segundo "problema" enlaza con el primero, ya que la inseguridad en uno mismo es parte de una baja autoestima, y casi siempre nos valoramos en todo "por comparación con", de forma que sumas 2 y 2 y sale..., conflicto al canto.

    Está muy bien eso de que, de consulta en consulta, hagas que le demos a la neurona un par de viajes..., quien sabe..., alguna de esas neuronas que dan vueltas puede que reajuste la junta la trócola y todo...

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    1. Posss claro, mi pequeño padawan. De eso se trata, de enmgrasar el mecanismo, que si no lo usamos, se oxida. Casi todo tiene salida si nos molestamos en buscarla.

      Besos y gracias por comentar !!

      R.R. (Martin? ¡Qué más quisiera yo!)

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  3. Que grande eres mujer, no lo sabes tú bien ^^ Pues con la primera pregunta me siento del todo identificada, la dichosa y mezquina autoestima, que resbaladiza que es siempre, supongo que lo de psicoanalizarse y verse bien después le pasa a muy poca gente, el problema viene cuando después de ese psicoanálisis lo ves todo mal, ahí ya.... En cambio con la segunda cuestión del día, creo que todo se basa en el respeto, menospreciar a alguien es no tenerle respeto, y si eso se pierde... mal vamos.
    Un beso mi cielo, que como siempre eres increíble con tus consejos y pensamientos, nos haces reflexionar de lo lindo ^^ Te adoro mi Regi MUAKA

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  4. Yo te adoro más, más... Porque una va y escribe lo mejor que puede y sabe y luego le dicen estas cosas tan lindas y... ¡¡La autoestima florece!!

    Besos y abrazos, rubia divina :)

    R.R. (creo que Martin ha salido...)

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  5. Pasar tiempo con uno mismo y echarle valor, que cuando te miras en el espejo (cuando te miras de evrdad), a veces lo que ves te deja más para allá que para acá.

    Pero para quererse y cambiar primero hay que conocerse.

    Muy bueno, Regina. Mucho.

    Un beso

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  6. Me alegro que te guste, preciosa mía. por cierto... ¿dónde te has metido este fin de semana? Me hice la manicura para recibirte...

    R.R. (Martin. Ha decidido prestarme el apellido. Qué majo es...)

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    1. Con migraña estuve. Es esa amiga que aparece cuando menos te lo esperas y a la que no puedes echar cuando se hace tarde :S

      Alicia

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    2. Uff sé de qué me hablas, yo la padezco a ratos y me dan ganas de incrustar la cabeza en la pared... Un besito, ricura :)

      R.R. (Martin no ha venido)

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  7. ohhhhhhhhhhhh Regina, sobredosis de Regi yo quiero!!! Voy a mil por horas y espero estrecharme entre tus brazos. Te quiero guapa!!

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    1. Nunca hay sobredosis de felicidad. ¿Te sabes el chiste? ¡Capitán capitán, zozobramos! / ¡Déjalo! Mas vale que zozobre que no que zofalte...


      Jajajajajajajaja

      R.R. (Martin rojo de vergüenza, qué chiste más malo)

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  8. Arriba las sonrisas gratis, los buenos ánimos, los abrazos que llenan de felicidad, y el quererse a uno mismo aunque el espejo te diga que este maldito grano no se va... ¡sobre dosis de Regi, me gustaaa! :D

    ¡Larga vida al consultorio! Toma ya!! :D

    Besisisisismos, preciosaa:D

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