lunes, 19 de noviembre de 2012

From my Blonde Mind: Sobre Nenes y Nenas.


Algo que siempre me ha llamado la atención es por qué hombres y mujeres son en algunos casos tan distintos y, en general, cuál es la razón de que sus problemas como pareja tengan en casi todas las ocasiones la misma causa y patrón.
Para empezar habría que realizar una pregunta: ¿Qué esperan, tanto hombres como mujeres, del sexo opuesto?
Muchos tópicos nos hablan de estas expectativas. Por ejemplo: los machos buscan féminas atractivas y complacientes (con un par de tetas de no entrar en la mano y un suelo pélvico de capacidad succionadora de miedo). Las hembras, por el contrario, se conforman con carteras abarrotadas y cargos elevados que conlleven poder y éxito (mejor si vienen acompañadas de otros valores adicionales como belleza, sentido del humor y un buen miembro, más bien gordo que largo, para gozar en… pero esto ya es como que te toque la lotería)
Algunas tienen unas tragaderas...
En estas afirmaciones algo (ejem, quizás un poco más que algo) hay de verdad que cuando el río suena…y es que como dice un amigo mío muy sibarita y delicado: “A todos nos gustan los Ferraris y si nos conformamos con un Seat Panda es más por imposición que por elección propia. “
Critíca Eric From en su «Arte De Amar» que el amor en muchas ocasiones se ha convertido en un producto de consumo, es decir, optamos a determinada pareja según nuestras  opciones disponibles y dentro de ellas elegimos a lo que más se adecúa a nuestros deseos o esperanzas. Esto suena terriblemente banal y mercantilista, tanto que haría que el pobre Kant y sus máximas éticas quedasen reducidos a la utopía. Sin embargo, si analizamos el panorama sentimental de los famosos, ricos y, en general, triunfadores (en el sentido impuesto por esta sociedad de lo que significan estas palabras) nos damos cuenta de que esto está  muy extendido.
La tasa de divorcios se dispara en estos colectivos y algo comprobado es que si eres el novio o novia de toda la vida de una estrella emergente tus días con esa persona están contados. Todo lo que antes, mientras era un miembro anónimo y ordinario de la clase media, parecía ser satisfactorio, según  su popularidad y cuenta corriente vayan en aumento, dejará de serlo. Conclusión: según aumenten sus posibilidades de elección también lo harán sus expectativas.
 Si hasta las separaciones se han reducido debido a la crisis. Cupido se ve obligado a darse una segunda  oportunidad ante hechos tan elocuentes como que si nos vamos cada uno por nuestro lado haciendo gala de nuestra independencia, pues como que no comemos y tendremos que dormir bajo un puente, que más une la hipoteca que el cura.
Pero bueno, que como siempre me voy por los cerros de Úbeda (no se si habréis estado alguna vez en Úbeda, pero yo cuando estuve por más que mire no vi los cerros, aunque sí que tienen un Parador muy bonito donde se comía muy bien) El caso y alejándonos de tópicos y extremos. ¿Qué hace que una pareja funcione? ¿Cómo se consigue que el amor sobreviva a las tempestades del tiempo, la frustración, el aburrimiento, las peleas, las obligaciones, la rutina, las suegras y un largo etcétera?
Pues la verdad, es jodido y mis investigaciones al respecto hablan del fracaso, la desesperación o tan solo de la aceptación de lo inevitable. Pero no nos rindamos todavía que una luz queda al final del túnel. Algunas excepcionales parejas nos hablan de que el triunfo es posible.
Una vez en una boda (momento muy dado, aunque solo sea de forma mental, para plantearse estas cuestiones) los invitados sentados en la misma mesa iniciaron un debate acerca de la guerra entre sexos y cómo afectaban determinados hechos a las relaciones de pareja. Los representantes masculinos se posicionaron en una postura, sus contrincantes femeninos en la opuesta. Cada bando increpó al otro y no se acercaron criterios. Al final, una de  las parejas acabó peleada, la otra se miró con una mezcla entre asco y resignación que parecía indicar: esto es lo que hay, lo compré en las rebajas y ya no me lo cambian. La tercera hizo balance de que, a pesar de todos los inconvenientes, se sentían satisfechos y enamorados.
Y fue a esta pareja, con toda lógica, a la que los dos solteros de la mesa acudieron a preguntar cuál creían ellos que era el secreto de su éxito.
Los dos jóvenes aludidos se miraron y se rieron al concluir: Ambos leemos mucho y así siempre tenemos algo de lo que hablar.
Bueno, desde luego, esta es una opción y además imaginativa, pero quizás no funcione a todo el mundo, con lo cual se hace imprescindible un repaso de las quejas más comunes.
Ellas:
1-No me escucha, me siento ignorada, no me comprende.
2-No hace nada en casa, se piensa que soy su chacha y cuando, en un alarde de generosidad como si me estuviera haciendo un favor hace algo, luego tengo que ir yo a repetirlo.
3-Parece un niño pequeño, me da más guerra que mis hijos. Y se pelea con ellos por los juguetes.
4-No es romántico, no le importan los detalles y los regalos que me hace son una mierda. ¿Para qué quiero yo la Play Station 3? Y encima me mira asombrado y replica: «¿No te gusta?¡ Pero  si es la versión de ochenta gigas, lacada en rosa y con el juego Zombies Potorros Extermination in the Saldes, mata a todas tus adversarias y hazte con las mejores gangas!»
5-Es un insensible, no le puedo contar nada. Cada vez que estoy triste o enfadada con el mundo en vez de escucharme y consolarme, se pone a criticarme y me ofrece soluciones estúpidas. Al final me grita y me paso la noche en vela y disgustada en el sofá mientras él ronca como un oso. Y encima tiene las narices de decirme al día siguiente que por mi culpa ha dormido fatal.
Conclusión: No me quiere.

Ellos:
1-Siempre está insatisfecha, parece que no hago nada bien por más que me esfuerce. ¿Qué diferencia habrá entre colocar los cuarenta cojines de la cama en un orden u otro si, total, luego por la noche van a ir todos al suelo?
2-No me  comprende, yo intento ayudar, pero es que me habla de unas cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Por ejemplo, viene despotricando que su amiga Fulanita siempre le da la vara con sus batallitas y como tiene muchos problemas en casa no se centra en el trabajo, así que le toca a ella trabajar doble para que el jefe no las despida a las dos. Yo  escucho, incluso aunque se me ponga dolor de cabeza, y después doy una solución porque deduzco que si viene a consultarme es porque quiere que la ayude.  Digo: «Manda a la mierda a Fulanita que la pobre está como una cabra y además es una aprovechada. »
Entonces ya la tenemos; se pone a gritarme que si soy un insensible; que si no entiendo nada; que si no la quiero. ¿Pero como no la voy a querer?  Si a mí, la tal Fulanita, me importa tres pelotas y aquí estoy tragándome su vida que me la trae floja.
3-No respeta mi espacio ni mis decisiones. A ver ¿dije yo algo cuando eligió los muebles del salón, los del dormitorio, los de la cocina, los del baño y puso un cuadro que parece pintado por un gorila llorica que me mira cada vez que voy a hacer de vientre? No, me callé y asentí, aunque por dentro se me revolviera el estómago. Entonces ¿por qué no puede ella entender que mis ciento veintiséis figuritas de «Star Wars» no son niñatadas no superadas de la infancia sino arte con mayúsculas? ¿Por qué le molestan tanto mis tres ordenadores, mis tablets y mis consolas? ¿Digo yo algo de sus treinta y seis pares de zapatos? Bueno sí, digo algo, pero da lo mismo porque no me hace ni caso.
(Los chicos hoy están muy habladores. Así que, por problemas de espacio, tendremos que limitar su número de quejas a tres)
Conclusión: No me quiere.
¿No? Pues yo creo desde mi pedestal de rubia solitaria y autosuficiente, que por el simple hecho de realizar estas cuestiones, plantearse estos problemas ahí hay un algo de amor.
Sería mucho más fácil tirar cada uno por su lado y desahogarse en encuentros de sexo casual y juergas/partys con los amigos/as.
Pero dijo Yahvé Dios: «No es bueno que el nene esté solo» (dijo eso lo que pasa es que las traducciones del griego son traicioneras). Y así seguimos, buscando, queramos o no, nuestro complemento con dos patas.



Ya mañana mi admirada Regina Roman que escribirá "La Mota Rosa" que toque. Pero esta semana la prota es Irene Comendador, presenta  su libro "Sé que Estás A" el jueves 22 de noviembre en Madrid: C/ Libertad 8 a las 19.30 h. es posible que allí nos reunamos unas cuantas. 










3 comentarios:

  1. Pues teniendo en cuenta que yo me perdí una vez por esos cerros de Úbeda (y si existen), y que el espacio destinado a nuestras "críticas" es sensiblemente mayor (generoso estoy) que el destinado a ellas (¿sospecha de que son más justas ellas al quejarse? Seguro que no...) creo que no es lo mismo saber lo que buscas en el otro (del mismo o de distinto sexo) que simplemente amar al otro rubia. Aún hay esperanza..con o sin lectura compartida. Feliz noche So.
    Manu

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  2. Lástima currar y perdernos a Irene lanzada a la galaxia de las estrellas. Pasadlo bien y no me rompáis la ciudad ;)

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  3. Gracias por esa publi final ^^ Y con respecto a las quejas de hombres y mujeres, de lo que una mujer busca y un hombre espera encontrar en el sexo opuesto, pues supongo que ahora que nos hemos liberalizado y lo de aguanta con lo que tienes porque con la cuchara que elijas tienes que comer para siempre, pues eso, que ya pasó a otro estado, y aunque se puedan cambiar a las parejas como cromos, creo que lo mejor es poner en una balanza lo bueno y lo malo, pero siendo sincero cuando haces el recuento, muy elocuente y veridica tu entrada, como para repacacitar ^^

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