martes, 2 de abril de 2013

La mota rosa: posponer y posponer




Posponer y posponer, rodar y rodar…

La primera vez que oí la palabra “PROCRASTINATE” en inglés, pensé que se trataba de un trabalenguas.
Después me explicaron su significado, con ese arte que tienen los guiris pa explicarse: “es como el infinito”, me dijeron. La cabeza me echó humo pensando qué querrían decir exactamente, no me gusta adulterar el sentido de los vocablos.
Más tarde ocurrió ese milagro por el cual las “palabros” extranjeras se incorporan a nuestro idioma y a pesar de su complejidad fonética, alguien pensaría que quedaba “cool” usarla en un artículo periodístico y llego hasta mí “Procrastinar”. Ahora resultaría más sencillo llegar hasta el meollo de su contenido. ¿Qué significa esta palabreja que much@s habréis oído bastante últimamente?
“Posponer las cosas indefinidamente”. O “hasta el infinito”, de ahí la conexión con la aclaración que yo obtuviera en su día. Alargar el hacer o el decidir, dar vueltas sin llegar a ningún sitio. Lo que en andaluz castizo denominamos:

“Mariconear”.



Quiero que conste en acta y quede meridianamente claro que no estoy en contra de perder un poco el tiempo. No ir siempre directos al grano es sano y hasta conveniente. Lo contrario nos convertiría en auténticos robots que calculan al milímetro cada uno de sus movimientos. No. Somos humanos y el dudar, el titubeo y el vacilar, entran dentro de nuestras características humanas.

El problema, lo preocupante, lo que me ha llevado a dedicarle una entrada de blog a esto del “procrastineo” es cuando tal actitud se convierte en la regla general. Cuando ese “posponer”, ya sea una toma de decisión o algo que hay que hacer, es nuestra habitual forma de “no resolver” conflictos. Y es que la procrastinación como hábito, puede venir dada por dos razones muy distintas:

1) La pereza. “No hagas ni de coña hoy, lo que pueda quedarse colgado para mañana”. Bueno, es un pecado capital como otro cualquiera, poco recomendable y algo negativo (de lo contrario no sería un pecado sino una virtuosa virtud). Suele darse cuando lo que se pospone indefinidamente son tareas (poco divertidas) tipo limpiar armarios, ordenar papelotes, organizar el trastero…

2) El miedo a equivocarse. O la inseguridad respecto a nuestra capacidad para tomar una decisión. O la certeza (cincelada por nosotros mismos y nuestra escasa autoestima) de que no sabemos lo suficiente respecto a un tema para disponer y avanzar. Este problemilla crece y se dispara en muchos humanos, que dejan consumir sus días sopesando el dar o no un paso; evaluando riesgos (dicen los más versados); haciendo pruebas (aseguran otros); perfeccionando, puliendo o repuliendo (en el caso de algunos escritores que no se atreven a poner el punto final a sus eternas correcciones. Quizá el siguiente escalón sea el más difícil, exponer tu obra al “escarnio” público y soportar las críticas, del calibre que sean. Efectivamente, hay que ser muy valiente para llegar hasta esa puerta y abrirla).



Podemos deducir, de algún modo, que ese temor que nos impide acometer el siguiente atajo de nuestra vida, se asemeja a la cobardía. Que hemos crecido (la mayoría) escuchando reproches sobre lo que hacíamos mal sin que un alma caritativa nos recompensara por lo mucho que hacíamos bien. Eso de lo que tanto se habla ahora y que la mayoría de los padres malinterpretamos que se llama la gratificación, y que no tiene nada que ver con concederle a nuestros vástagos hasta el último capricho aunque nos quedemos sin comer.
No.

Es alimentar una autoestima sana, fomentar la creencia en uno mismo, confirmar que de los errores se aprende y que son convenientes y muy necesarios, que nadie es infalible y que si nos equivocamos, borrón y cuenta nueva. El mundo sigue girando y rara vez es el fin de algo. Destaquemos lo positivo de tomar decisiones, incluso con el cupo de errores incluido. El miedo bloquea, el miedo inmoviliza y aunque es natural sentir una especie de cosquilleo cuando nos lanzamos a la piscina, también esa sensación es gratificante. Implica ser adulto y dueño de nuestro destino.

¿Acaso hay algo que suene mejor? Dejémonos de procrastineo y alarguemos el pie. Se posará solo sobre el suelo y nos permitirá dar el siguiente. Así se avanza, amig@s.

Besos muchos y feliz martes.






Mañana es miércoles, tocan las galletas de la suerte. Alicia Pérez Gil profundiza en asuntos cada vez más originales y lo mejor de todo, saca conclusiones. No os lo perdáis.





7 comentarios:

  1. Las responsabilidades de estos 3 últimos años me han bloqueado tanto que procastinar es algo tan natural que hoy, habiéndome acotado 2 horas antes, me impide dormir. Preocupado (y acobardado, supongo que también) por mañana. Tienes toda la razón.... rara vez es el fin, y tengo derecho a equivocarme. Gracias una vez más por dar en el clavo

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    1. Tendremos que repetirnos cada mañana, delante del espejo y detrás del obligado "pero qué bonit@ que eres!!" algo así como "Si me equivoco no pasa nada. Aprenderé de la lección y volveré a intentarlo. Rara vez se acaba el mundo, hasta el Presidente de los EEUU se equivoca..."

      R.R. (Martin que no pospone)

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    2. Lo más probable es que te equivoques, Manu. Disfrutalo.

      No queda otra...

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    3. jajaja Dicho y hecho. Me equivocado un par de veces, pero mira... también he tomado por los cuernos uno de esos demonios dormidos, así que fity - fitfy. Sois un par de joyas las dos, y no sabéis cómo me va de bien leeros entre semana. Un beso a ambas (y un abrazo a Martin ;) )

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    4. Martin agradece los saludos. Ali, tú nunca le mandas saluditos a mi alter ego, cómo eres...!!

      R.R. (Martin enfurruñao con la Ali)

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  2. Debe ser algún componente que echan en el agua (risas) porque en procrastinear todos los españolitos de a pié- y los no tantos- lo de "mañana lo haré" o el "ahora" (sobretodo masculino, en las tareas domésticas) es lo primero que pensamos. Y si no...mirad el percal que tenemos en nuestro querido país. O eso, o algún gen dominante que nos dejaron alguno de los pueblos conquistadores que antaño vinieron.

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    1. siiiiiii, todo muy genético o muy conveniente (que también nos vale a la hora de posponer, alargar e indefinir). Listos que somos.-. Jejejeje

      Un abrazo

      R.R. (Martin)

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