miércoles, 31 de octubre de 2012

Encuentro en tacones. Ni arriba, ni abajo, ni en el centro.







 Dentro de los dos coches olía fuertemente a alcohol, perfume caro y humo de tabaco.

Las chicas volvían de fiesta. En el primer vehículo estaban So y Connie, con Karol al volante; en el coche que las seguía se encontraban Alicia y Regina, mientras Irene intentaba conducir sin salirse de la carretera.

Tanto Karol como Irene habían sido las elegidas para conducir esa noche, ya que eran las únicas en no hacer eses al andar.

Dentro de los dos vehículos escuchaban música, en el primero, una emisora de rock punk que estaba volviendo loca a Karol a causa de las voces que So y Connie daban al intentar cantar en inglés con lengua de trapo; en el segundo coche escuchaban música de los 90, mientras Irene se daba de cabezazos contra el volante para no tirar por la ventanilla a sus amigas: aquella aberración del pop español la sacaba de quicio. 


En un momento determinado, Irene vio como Karol parecía salirse de la carretera y, por miedo a que tuviera un accidente accionó las luces largas repetidas veces, avisándola así de su mala conducción. Consiguió el efecto contrario. Karol quedó deslumbrada por las ráfagas, con un giro brusco dio un volantazo y presionó con fuerza el pedal del freno, haciendo que el coche que las seguía, el de sus amigas, quedara empotrado contra el maletero. Después de un par de vueltas de campana y agudos gritos ensordecedores, los dos coches cayeron por un acantilado quedando destrozados por completo. Las ocupantes, nuestras chicas, murieron en el acto.  

***

— Que descanso, por favor, ya era hora de que quitarais esa música del demonio— dijo Irene.

— ¡Joder nena, vaya susto me has dado! Podrías haberte metido las lucecitas por el culo, que casi me meo encima cuando el coche ha empezado a dar piruetas— contestó Karol, aun a sabiendas de que Irene no se había dirigido a ella.

— ¡Eh! ¡Oíd! ¿Dónde estamos? No reconozco el sitio y me da la sensación de que esto no tiene que ser el barranco por el que nos hemos despeñado. ¿Acaso no os acordáis que acabamos de tener un accidente? — Repuso Alicia mientras intentaba acostumbrarse a la luz de aquel lugar tan brillante.

— ¡Ostras! Es verdad, ¿no deberíamos estar ahora con más agujeros que un queso gruyer? — Reaccionó Connie.

Ahora se daban cuenta de que sus ropas estaban intactas, se les había pasado el estado de embriaguez por completo y no les dolía nada, ni heridas, ni arañazos, ni un solo vestigio del accidente en sus cuerpos.

Empezaron a centrar la atención en todo aquel escenario que las rodeaba, sin salir del asombro al comprobar que ya no estaban en el campo, todo era blanco y precioso, el piso resplandecía y a lo lejos se veían azuladas luces diminutas, imitando a pequeñas luciérnagas titilantes.

Se agruparon todas juntas formando un círculo, temerosas de lo que sus cabezas empezaban a pensar de aquel lugar, hasta que una de ellas hizo acopio de valentía diciendo en voz alta lo que todas estaban temiendo.

— Tías, que nos hemos muerto y esto es el cielo… no me jodas… — Susurró Irene restregándose los ojos aun con incredulidad.

— El puto cielo no existe, yo estoy segura de que esto es un sueño y ahora me están metiendo por la garganta millones de tubos en el quirófano de un hospital. ¡Mierda! Hemos tenido que quedar hechas un asco— contestó So encarando a sus amigas.

— Pues si es un sueño… que me pellizquen un pezón, porque yo lo siento de lo más real— contestó Regina— ¡¡Ay, que daño!! ¿Qué haces?

— Pues pellizcándote, que tampoco me lo creo del todo— dijo Alicia.

Justo en ese momento, y con Connie de rodillas y llorando abrumada por la situación, una voz grabe y potente se escuchó en el lugar. 


“Bienvenidas, estáis en lo cierto. Esto es el cielo, o mejor dicho, el paraíso. Vuestra vida mortal ha terminado y ahora perteneceréis al reino de Dios”

— ¡Anda, la leche! ¿Quién ha dicho eso? — Preguntó Karol.

— Será un enfermero haciéndose el gracioso, os lo digo yo— dijo So.

“Yo soy vuestro Padre, el Creador. No debéis tener miedo, ya todo ha pasado y estáis en el lugar correcto, donde las almas puras y limpias serán recompensadas”

— Creo que dice que es Dios, el pavo éste— le dijo Alicia a So, mientras ésta negaba con la cabeza.

— Al Darth Vader que dice que es nuestro padre se le va la pinza. Mira bonito, sal y te vemos la cara para ver si la genética tiene algo que ver con el asunto, que yo las voces en off como que no me van— siguió So obcecada.

— Venga va, le vamos a conceder el beneficio de la duda, a ver ¿qué se supone que tenemos que hacer aquí? Si vamos a ser ángeles yo me pido uno con las alas chulas— bromeó Irene.

— No, yo prefiero ir de fantasma un tiempo, que quiero dar un buen susto a un par de gilipollas que se lo merecen. ¡Eh, tú! ¿Volveremos a la tierra y esas cosas? —  Siguió Karol.

— Un poco de respeto chicas— las reprendió Connie— que seguro que tiene tareas mucho más interesantes para nosotras, seremos como esos ángeles de la guarda que ayudan a los bebés y la gente buena, ¿a que sí?

— Qué ángeles ni que niño muerto, yo quiero vacaciones, una buena casa por aquí cerca con buenas vistas y un ropero lleno de trapitos cool, además de toda la comida que me de la gana sin engordar, que si no ni paraíso ni ná— dijo Regina mientras que imaginaba la escena mentalmente.

“Veo vuestra incredulidad, no debéis preocuparos por nada, vuestra vida será conforme la sentís ahora, sin miedos, sin necesidad, sin dolor ni pecados. No os tengo que ofrecer nada más porque ya lo tenéis todo. Sentid lo que vuestro cuerpo os dicta. ¿Acaso os pide algo más que pertenecer a este lugar?”

— No me jodas, que el Dios este quiere que estemos aquí cruzadas de brazos… ¿en serio? Una preguntita, así, sin importancia ¿hay hombres por aquí? No sé, algún sitio donde divertirse, lo que sea— preguntó Alicia mirando hacía arriba.  

— Eso, eso, queremos saber qué hay por aquí de divertido— corearon el resto de amigas.

“En el paraíso no son necesarias trivialidades ni entretenimientos, en el reino de los cielos todo carece de importancia exceptuando al mismo ser que somos cada uno de nosotros, iguales a mis ojos, perfectos”

— Os lo digo yo, este menda quiere que nos aburramos aquí como las amebas, yo paso— dijo So con cara de cabreo y mirando para todos lados por si encontraba la salida de aquella pesadilla color rosa.

— Oiga, caballero… o lo que sea, que no nos gusta esta tranquilidad, nosotras somos más de hacer cosas, ya sabe, algo, lo que sea. Si nos va presentando al resto de gente del lugar lo mismo nos animamos un poco, ¿no, chicas? — Dijo Karol mirando a sus amigas, recibiendo la afirmación del grupo.

“Las relaciones aquí no son igual que en vida, os podréis comunicar con el resto de almas como conmigo, dentro de poco vuestros entes y cuerpos irán desapareciendo y solo quedarán vuestras almas como la mía, puras y limpias”

— ¡Já! Por ahí si que no paso, he tardado mucho tiempo en conseguir meterme en una talla 38, guapo; así que deja de decir eso de que perderemos el cuerpo ni que ocho cuartos, que yo me piro de aquí echando leches. ¿Chicas? — Apremió Irene mientras se daba la vuelta y empezaba a caminar por aquel suelo impoluto.

Todas las amigas se quedaron mirando como la rubia se alejaba y con un gesto de la mano se despidieron de aquella voz invisible, mientras murmuraban que vaya chasco eso del cielo.

La voz se hizo más potente, hasta llegar a ser un grito seco y abrumador:

“¿Estáis seguras de no querer pertenecer al Reino de los Cielos?”

— ¡Tú verás que estamos seguras! O nos ofreces algo de diversión o te quedas aquí jugando solo, bonito— contestó Karol sin parar de andar. Estaban muy lejos de sentirse intimidadas por el cambio en el tono de la Voz.

“¡Vosotras lo habéis querido, que así sea!”

Un inmenso remolino se abrió bajo los pies de las taconeras y como por arte de magia cayeron en su interior, tragándose a las seis chicas que, estupefactas, sentían que sus cuerpos se deshacían por momentos.

***


Un calor abrasador les encendía el rostro, la temperatura había subido de intensidad a una velocidad pasmosa y las seis amigas se cogieron de las manos, intentando no separarse las unas de las otras. De pronto, aparecieron en una especie de cueva subterránea con un intenso olor a azufre.

— Creo que sé dónde estamos— dijo Connie.

— No me digas lumbrera. De todos modos ya me extrañaba a mí haber sido tan buenas como para que nos mandaran con el de arriba, este sitio seguro que nos pega más—  contestó Alicia con sarcasmo. 

— Pues yo estoy un poco cansada de tanto viajecito astral, vamos que quiero dormir un rato, ahora me empieza a doler la cabeza—  dijo So presionándose la sien.

“Vaya, vaya, vaya… Pero qué tenemos aquí, si son mis queridas amigas las taconeras. Ya me parecía a mí extraño que el “santo” os reclamara”

— No hombre no, otra voz de esas no. Venga va, y ahora… ¿tú quién eres? Sorpréndenos, majete— dijo Regina sin saber hacía dónde o a quién dirigirse.

— Seguro que será ese encanto con cuernos y colita puntiaguda que nos aclarará en un santiamén qué cojones pasa aquí. Por favor, llevamos un día de perros, te agradeceríamos que nos contaras la película lo antes posible, a So le duele la cabeza y a mí me están matando los pies— dijo Karol en voz alta.

“Sois demasiado irritantes e irrespetuosas como para tomaros en serio nada ¿verdad? Pues tendréis que cambiar vuestra forma de tratarme, no creo que os guste verme enfadado. Y sí, yo soy Satán, o Lucifer, el Demonio o como queráis llamarme, pero puedo hacer de vuestra eternidad en el infierno un verdadero calvario. Así que, guapas, un poco de respeto.”

— Creo que se le ha olvidado el “por favor”— dijo Regina a Connie al oído y ésta empezó a reírse a carcajadas.

— Pregunta de Trivial, machote ¿qué se supone que hace la peña aquí para pasar el rato? Lo digo más que nada porque como sea todo tan muermo como nos ha explicado el “lucecita”, me parece que te vas a quedar solo en tu horno de leña— habló So con tono serio.

“Trabajareis para mí y sufriréis mi ira. A partir de ahora ya no podréis estar todas juntas, os separaré para emplearos en los tormentos más dolorosos imaginables”

— ¿Trabajar? ¿Separarnos? Tú lo flipas— dijo Alicia.

— Venga, venga, menos lobos caperucita y no nos jeringues más, que no tenemos un buen día, como podrás imaginar, por eso de que nos hemos muerto y tal. O nos ofreces algo divertido o te quedas compuesto y sin almas a las que torturar, las taconeras valemos para mucho más que eso— contestó Irene amenazante. 

— Vámonos chicas que aquí ya está todo el pescado vendido. Otro día nos invitas a buñuelos o a tomar el té, que nosotras tenemos muchas cosas que hacer: lavar la colada, quitarnos las lentillas y deshacer la manicura francesa con quita esmalte. Vaya chasco esto del infierno, menudo coñazo— dijo Karol mientras se alejaba por el túnel.

— Bua, para que luego digan que eso de morirse es divertido, ufff....., menuda desilusión, ni siquiera hemos visto a Elvis o a James Dean— refunfuñaba Connie siguiendo a Karol.

“No podréis escapar de aquí, ¡estáis condenadas para toda la eternidad!”

— Que sí, que sí, culito rojo, ve a ver si juegas un rato con Hitler o el Laden y deja de molestar, que al final serás tú el que nos vea cabreadas y créeme, no te gustaría— dijo Alicia agarrando del brazo a Regina.

— Este es que es idiota, mira que no ofrecernos un buen fiestón… un par de culitos prietos y pechos musculosos, además de buena musiquita y un par de mojitos, y lo habría tenido fácil, pero así… hoy en día no se puede confiar ni en el mismísimo demonio…— decía Regina.

— Pues yo me he quedado chafada, vaya mierda esto de morirse— dijo So, a lo que Connie contestó:

— Yo lo único que pido ahora es no terminar en el limbo, porque con la suerte que estamos teniendo hoy… ya me espero cualquier cosa. ¡Ostras! ¿Qué es eso?

— No lo sé, pero te juro que como aparezca Hulk, los cazafantasmas, Winnie the Pooh o Chanquete, les voy a dar una patada en los huevos…. Démonos prisa, que supongo que el camino a casa será largo y deprimente— dijo Irene caminando descalza con los tacones en la mano. 






Y mañana no os podéis perder la entrada de Halloween de nuestra Connie...   

6 comentarios:

  1. Conclusion: a las taconeras os da igual cielo que infierno mientras haya "vidilla", aunque esteis "muertecillas"; me temo que ni san dios ni el diablo cojuelo estan a la altura...

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  2. Jijiji muy bueno Irene, ya estamos de vuelta y juntas!!!! Es que en la tierra tenemos q organizar nosotras las fiestukis, porque arriba y en las cuevas visto lo visto ni pu...idea. A ver si en vacaciones nos pasamos y les damos cátedra.
    Besis mi cielo, me partí de risa con las contestaciones!!!!

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  3. Bueno, entonces ¿qué? ¿vais a organizar un after a medio camino? Si te apetece, puedes ser mi ángel de la guarda, que nunca vienen mal dos angelitas...para nada xDD Muy divertido...pero que bordes jajaja

    Un abrazo ;)

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  4. No sé si es el dichoso Halloween o qué pero me he quedado sin palabras

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  5. Jajajajajajaajaj...

    Vale, ahora, recuperado el aliento, sigo:
    Lo primero, qué conste, una vez más, la lucecilla la próxima te la metes, eso, dónde sea, que la culpa del accidente fue tuya. Dicho eso, ¡mancantaa!
    Si es que, ni cielo ni infierno, lo dicho por el culito rojo este, no respetamos nada ni nadie al final... ni nuestro padre creador Don Vader se salva, oiga, las cosas cómo son...

    Una pasada, nenaaa, si es que, nadie nos plasma cómo tú, aunque, quejas las que pueda, para la siguiente, me pido no conducir, que eso de cargar con las culpas no me molan... jaajaj:D

    Besoss reinaaaaaass... ¡amo Halloween! ^^

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  6. bueno buenooooo, pero que desmadre de nenassss !!! no me pierdo el final ! besos para todas !

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