Dentro de los dos coches olía
fuertemente a alcohol, perfume caro y humo de tabaco.
Las chicas volvían de fiesta. En
el primer vehículo estaban So y Connie, con Karol al volante; en el coche que
las seguía se encontraban Alicia y Regina, mientras Irene intentaba conducir
sin salirse de la carretera.
Tanto Karol como Irene habían
sido las elegidas para conducir esa noche, ya que eran las únicas en no hacer eses
al andar.
Dentro de los dos vehículos
escuchaban música, en el primero, una emisora de rock punk que estaba volviendo
loca a Karol a causa de las voces que So y Connie daban al intentar cantar en
inglés con lengua de trapo; en el segundo coche escuchaban música de los 90,
mientras Irene se daba de cabezazos contra el volante para no tirar por la
ventanilla a sus amigas: aquella aberración del pop español la sacaba de
quicio.
En un momento determinado, Irene
vio como Karol parecía salirse de la carretera y, por miedo a que tuviera un
accidente accionó las luces largas repetidas veces, avisándola así de su mala
conducción. Consiguió el efecto contrario. Karol quedó deslumbrada por las
ráfagas, con un giro brusco dio un volantazo y presionó con fuerza el pedal del
freno, haciendo que el coche que las seguía, el de sus amigas, quedara
empotrado contra el maletero. Después de un par de vueltas de campana y agudos
gritos ensordecedores, los dos coches cayeron por un acantilado quedando
destrozados por completo. Las ocupantes, nuestras chicas, murieron en el acto.
***
— Que descanso, por favor, ya era
hora de que quitarais esa música del demonio— dijo Irene.
— ¡Joder nena, vaya susto me has
dado! Podrías haberte metido las lucecitas por el culo, que casi me meo encima
cuando el coche ha empezado a dar piruetas— contestó Karol, aun a sabiendas de
que Irene no se había dirigido a ella.
— ¡Eh! ¡Oíd! ¿Dónde estamos? No reconozco
el sitio y me da la sensación de que esto no tiene que ser el barranco por el
que nos hemos despeñado. ¿Acaso no os acordáis que acabamos de tener un
accidente? — Repuso Alicia mientras intentaba acostumbrarse a la luz de aquel
lugar tan brillante.
— ¡Ostras! Es verdad, ¿no deberíamos
estar ahora con más agujeros que un queso gruyer? — Reaccionó Connie.
Ahora se daban cuenta de que sus
ropas estaban intactas, se les había pasado el estado de embriaguez por
completo y no les dolía nada, ni heridas, ni arañazos, ni un solo vestigio del
accidente en sus cuerpos.
Empezaron a centrar la atención
en todo aquel escenario que las rodeaba, sin salir del asombro al comprobar que
ya no estaban en el campo, todo era blanco y precioso, el piso resplandecía y a
lo lejos se veían azuladas luces diminutas, imitando a pequeñas luciérnagas
titilantes.
Se agruparon todas juntas
formando un círculo, temerosas de lo que sus cabezas empezaban a pensar de
aquel lugar, hasta que una de ellas hizo acopio de valentía diciendo en voz
alta lo que todas estaban temiendo.
— Tías, que nos hemos muerto y
esto es el cielo… no me jodas… — Susurró Irene restregándose los ojos aun con
incredulidad.
— El puto cielo no existe, yo
estoy segura de que esto es un sueño y ahora me están metiendo por la garganta
millones de tubos en el quirófano de un hospital. ¡Mierda! Hemos tenido que quedar
hechas un asco— contestó So encarando a sus amigas.
— Pues si es un sueño… que me
pellizquen un pezón, porque yo lo siento de lo más real— contestó Regina— ¡¡Ay,
que daño!! ¿Qué haces?
— Pues pellizcándote, que tampoco
me lo creo del todo— dijo Alicia.
Justo en ese momento, y con
Connie de rodillas y llorando abrumada por la situación, una voz grabe y
potente se escuchó en el lugar.
“Bienvenidas, estáis en lo cierto. Esto
es el cielo, o mejor dicho, el paraíso. Vuestra vida mortal ha terminado y ahora
perteneceréis al reino de Dios”
— ¡Anda, la leche! ¿Quién ha
dicho eso? — Preguntó Karol.
— Será un enfermero haciéndose el
gracioso, os lo digo yo— dijo So.
“Yo soy vuestro Padre, el Creador. No debéis
tener miedo, ya todo ha pasado y estáis en el lugar correcto, donde las almas
puras y limpias serán recompensadas”
— Creo que dice que es Dios, el
pavo éste— le dijo Alicia a So, mientras ésta negaba con la cabeza.
— Al Darth Vader que dice
que es nuestro padre se le va la pinza. Mira bonito, sal y te vemos la cara
para ver si la genética tiene algo que ver con el asunto, que yo las voces en
off como que no me van— siguió So obcecada.
— Venga va, le vamos a conceder
el beneficio de la duda, a ver ¿qué se supone que tenemos que hacer aquí? Si
vamos a ser ángeles yo me pido uno con las alas chulas— bromeó Irene.
— No, yo prefiero ir de fantasma
un tiempo, que quiero dar un buen susto a un par de gilipollas que se lo
merecen. ¡Eh, tú! ¿Volveremos a la tierra y esas cosas? — Siguió Karol.
— Un poco de respeto chicas— las
reprendió Connie— que seguro que tiene tareas mucho más interesantes para
nosotras, seremos como esos ángeles de la guarda que ayudan a los bebés y la
gente buena, ¿a que sí?
— Qué ángeles ni que niño muerto,
yo quiero vacaciones, una buena casa por aquí cerca con buenas vistas y un
ropero lleno de trapitos cool, además de toda la comida que me de la gana sin
engordar, que si no ni paraíso ni ná— dijo Regina mientras que imaginaba la
escena mentalmente.
“Veo vuestra incredulidad, no debéis
preocuparos por nada, vuestra vida será conforme la sentís ahora, sin miedos,
sin necesidad, sin dolor ni pecados. No os tengo que ofrecer nada más porque ya
lo tenéis todo. Sentid lo que vuestro cuerpo os dicta. ¿Acaso os pide algo más
que pertenecer a este lugar?”
— No me jodas, que el Dios este
quiere que estemos aquí cruzadas de brazos… ¿en serio? Una preguntita, así, sin
importancia ¿hay hombres por aquí? No sé, algún sitio donde divertirse, lo que
sea— preguntó Alicia mirando hacía arriba.
— Eso, eso, queremos saber qué
hay por aquí de divertido— corearon el resto de amigas.
“En el paraíso no son necesarias
trivialidades ni entretenimientos, en el reino de los cielos todo carece de
importancia exceptuando al mismo ser que somos cada uno de nosotros, iguales a
mis ojos, perfectos”
— Os lo digo yo, este menda
quiere que nos aburramos aquí como las amebas, yo paso— dijo So con cara de
cabreo y mirando para todos lados por si encontraba la salida de aquella
pesadilla color rosa.
— Oiga, caballero… o lo que sea,
que no nos gusta esta tranquilidad, nosotras somos más de hacer cosas, ya sabe,
algo, lo que sea. Si nos va presentando al resto de gente del lugar lo mismo
nos animamos un poco, ¿no, chicas? — Dijo Karol mirando a sus amigas,
recibiendo la afirmación del grupo.
“Las relaciones aquí no son igual que en
vida, os podréis comunicar con el resto de almas como conmigo, dentro de poco
vuestros entes y cuerpos irán desapareciendo y solo quedarán vuestras almas
como la mía, puras y limpias”
— ¡Já! Por ahí si que no paso, he
tardado mucho tiempo en conseguir meterme en una talla 38, guapo; así que deja
de decir eso de que perderemos el cuerpo ni que ocho cuartos, que yo me piro de
aquí echando leches. ¿Chicas? — Apremió Irene mientras se daba la vuelta y
empezaba a caminar por aquel suelo impoluto.
Todas las amigas se quedaron
mirando como la rubia se alejaba y con un gesto de la mano se despidieron de
aquella voz invisible, mientras murmuraban que vaya chasco eso del cielo.
La voz se hizo más potente, hasta
llegar a ser un grito seco y abrumador:
“¿Estáis seguras de no querer pertenecer
al Reino de los Cielos?”
— ¡Tú verás que estamos seguras!
O nos ofreces algo de diversión o te quedas aquí jugando solo, bonito— contestó
Karol sin parar de andar. Estaban muy lejos de sentirse intimidadas por el
cambio en el tono de la Voz.
“¡Vosotras lo habéis querido, que así
sea!”
Un inmenso remolino se abrió bajo
los pies de las taconeras y como por arte de magia cayeron en su interior, tragándose
a las seis chicas que, estupefactas, sentían que sus cuerpos se deshacían por momentos.
***
Un calor abrasador les encendía
el rostro, la temperatura había subido de intensidad a una velocidad pasmosa y
las seis amigas se cogieron de las manos, intentando no separarse las unas de
las otras. De pronto, aparecieron en una especie de cueva subterránea con un
intenso olor a azufre.
— Creo que sé dónde estamos— dijo
Connie.
— No me digas lumbrera. De todos
modos ya me extrañaba a mí haber sido tan buenas como para que nos mandaran con
el de arriba, este sitio seguro que nos pega más— contestó Alicia con sarcasmo.
— Pues yo estoy un poco cansada
de tanto viajecito astral, vamos que quiero dormir un rato, ahora me empieza a
doler la cabeza— dijo So presionándose
la sien.
“Vaya, vaya, vaya… Pero qué tenemos
aquí, si son mis queridas amigas las taconeras. Ya me parecía a mí extraño que
el “santo” os reclamara”
— No hombre no, otra voz de esas
no. Venga va, y ahora… ¿tú quién eres? Sorpréndenos, majete— dijo Regina sin
saber hacía dónde o a quién dirigirse.
— Seguro que será ese encanto con
cuernos y colita puntiaguda que nos aclarará en un santiamén qué cojones pasa
aquí. Por favor, llevamos un día de perros, te agradeceríamos que nos contaras
la película lo antes posible, a So le duele la cabeza y a mí me están matando
los pies— dijo Karol en voz alta.
“Sois
demasiado irritantes e irrespetuosas como para tomaros en serio nada ¿verdad?
Pues tendréis que cambiar vuestra forma de tratarme, no creo que os guste verme
enfadado. Y sí, yo soy Satán, o Lucifer, el Demonio o como queráis llamarme,
pero puedo hacer de vuestra eternidad en el infierno un verdadero calvario. Así
que, guapas, un poco de respeto.”
— Creo que se le ha olvidado el
“por favor”— dijo Regina a Connie al oído y ésta empezó a reírse a carcajadas.
— Pregunta de Trivial, machote
¿qué se supone que hace la peña aquí para pasar el rato? Lo digo más que nada
porque como sea todo tan muermo como nos ha explicado el “lucecita”, me parece
que te vas a quedar solo en tu horno de leña— habló So con tono serio.
“Trabajareis para mí y sufriréis mi ira.
A partir de ahora ya no podréis estar todas juntas, os separaré para emplearos
en los tormentos más dolorosos imaginables”
— ¿Trabajar? ¿Separarnos? Tú lo
flipas— dijo Alicia.
— Venga, venga, menos lobos
caperucita y no nos jeringues más, que no tenemos un buen día, como podrás
imaginar, por eso de que nos hemos muerto y tal. O nos ofreces algo divertido o
te quedas compuesto y sin almas a las que torturar, las taconeras valemos para
mucho más que eso— contestó Irene amenazante.
— Vámonos chicas que aquí ya está
todo el pescado vendido. Otro día nos invitas a buñuelos o a tomar el té, que
nosotras tenemos muchas cosas que hacer: lavar la colada, quitarnos las
lentillas y deshacer la manicura francesa con quita esmalte. Vaya chasco esto
del infierno, menudo coñazo— dijo Karol mientras se alejaba por el túnel.
— Bua, para que luego digan que
eso de morirse es divertido, ufff....., menuda desilusión, ni siquiera hemos visto
a Elvis o a James Dean— refunfuñaba Connie siguiendo a Karol.
“No podréis escapar de aquí, ¡estáis
condenadas para toda la eternidad!”
— Que sí, que sí, culito rojo, ve
a ver si juegas un rato con Hitler o el Laden y deja de molestar, que al final
serás tú el que nos vea cabreadas y créeme, no te gustaría— dijo Alicia
agarrando del brazo a Regina.
— Este es que es idiota, mira que
no ofrecernos un buen fiestón… un par de culitos prietos y pechos musculosos,
además de buena musiquita y un par de mojitos, y lo habría tenido fácil, pero
así… hoy en día no se puede confiar ni en el mismísimo demonio…— decía Regina.
— Pues yo me he quedado chafada,
vaya mierda esto de morirse— dijo So, a lo que Connie contestó:
— Yo lo único que pido ahora es
no terminar en el limbo, porque con la suerte que estamos teniendo hoy… ya me
espero cualquier cosa. ¡Ostras! ¿Qué es eso?
— No lo sé, pero te juro que como
aparezca Hulk, los cazafantasmas, Winnie the Pooh o Chanquete, les voy a dar
una patada en los huevos…. Démonos prisa, que supongo que el camino
a casa será largo y deprimente— dijo Irene caminando descalza con los tacones
en la mano.
Conclusion: a las taconeras os da igual cielo que infierno mientras haya "vidilla", aunque esteis "muertecillas"; me temo que ni san dios ni el diablo cojuelo estan a la altura...
ResponderEliminarJijiji muy bueno Irene, ya estamos de vuelta y juntas!!!! Es que en la tierra tenemos q organizar nosotras las fiestukis, porque arriba y en las cuevas visto lo visto ni pu...idea. A ver si en vacaciones nos pasamos y les damos cátedra.
ResponderEliminarBesis mi cielo, me partí de risa con las contestaciones!!!!
Bueno, entonces ¿qué? ¿vais a organizar un after a medio camino? Si te apetece, puedes ser mi ángel de la guarda, que nunca vienen mal dos angelitas...para nada xDD Muy divertido...pero que bordes jajaja
ResponderEliminarUn abrazo ;)
No sé si es el dichoso Halloween o qué pero me he quedado sin palabras
ResponderEliminarJajajajajajaajaj...
ResponderEliminarVale, ahora, recuperado el aliento, sigo:
Lo primero, qué conste, una vez más, la lucecilla la próxima te la metes, eso, dónde sea, que la culpa del accidente fue tuya. Dicho eso, ¡mancantaa!
Si es que, ni cielo ni infierno, lo dicho por el culito rojo este, no respetamos nada ni nadie al final... ni nuestro padre creador Don Vader se salva, oiga, las cosas cómo son...
Una pasada, nenaaa, si es que, nadie nos plasma cómo tú, aunque, quejas las que pueda, para la siguiente, me pido no conducir, que eso de cargar con las culpas no me molan... jaajaj:D
Besoss reinaaaaaass... ¡amo Halloween! ^^
bueno buenooooo, pero que desmadre de nenassss !!! no me pierdo el final ! besos para todas !
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