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Esta semana, por las cosas del
comer, ha sido movidita.
He estado en Alcalá de Henares,
en Toledo, Madrid centro, Huelva y Santander.
Estoy cansada de dar vueltas,
pero es lo que hay.
En las distintas geografías que
he visitado, me he dado cuenta (que yo me doy cuenta de cosas, a veces no son
las cosas de las que se dan cuenta la gente por lo general, pero yo, de cosas,
me percato) de tres cuestiones:
One: Ancha es España y luego hay
barcas pá seguir.
Two: No todos los Zara tiene los
mismos trapos
Treéh (sí escrito así y leído con
aires del Sur): Eso importa una mierda.
No es que importe una mierda por
tratarse de trapos o del Zara, hay cosas de importancia mucho menos relevante
según quién reciba la información sobre ellas. Por ejemplo, a mí me la bufa si Kaká
lo ha traído gordo o fino esta semana ( Kaká jujujujujuju hay patronímicos que
se vuelven crueles cuando se alejan de su zona de influencia territorial). No
importa que los artículos del Zara varíen según los acentos y las fronteras provinciales
porque existe la homogenización.
Homogenización, de “Homo”: gay y “Genización”
que debe querer decir: copiando modelos de pasarela para venderlos en pret a
porter.
Bueno, la etimología a veces
engaña. El caso es que vayas a la tienda que vayas, estés en la ciudad que
estés, te encuentras con los mismos vaqueros encerados, los mismo leggings de
polipiel, las mismas faldas péplum y las mismas camisetas con calaveras. Todo
esto adornado esta temporada con un montón de tachuelas, brillantitos y
chapitas que pasan del rocker punk a la reinona glam con muy poquito margen.
Este año toca y toca. Y si tú en
vez de sentirte en plan Mario Vaquerizo te sientes más Angels Barceló, pues te
jodes, porque no vas a encontrar una blusa de viscosa, una falda lápiz o una
americana entallada. Toca look roquero raro y es lo que hay.
A esto hay que sumarle el factor
Carbonero. El factor Carbonero es una cosa curiosa. La Carbonero, Sara, está
buena, es atractiva, es una de estas next door girls y por eso tiene enamorada
a media España. No impone como una Belucci o una Johansson. Es decir, la vemos,
muy guapa, muy follable, muy tremendona, pero accesible.
Y tú claro, pues dices: “Esto
gusta.” Que también gusta la Beyonce, pero entre tú y esta última hay más
diferencias que entre un huevo y un coco, así que buscas referentes más
cercanos.
El efecto Carbonero aparece y
dices: “¿Qué tiene esta que no tenga yo? Coño, si esas botas son del Mango, y los
pantalones son iguales que los que compré en rebajas en Salsa, y la chupa de
ante marrón de Topshop la cambio yo por la mía de cuero que encontré en el
mercadillo de moros de Fuengirola y voy más apañá.”
Ya que estás, pues nada, también copias el
look de melenaza ondulada al viento (Pantene Pantene, 120.000 euros ha pagado
la marca según los rumores, me pones a mí eso encima de la mesa y hasta me hago
lavativas con el champú de las narices) y la raya del ojo buscando la
profundidad de la mirada que dé un halo de misterio y sensualidad con
reminiscencia felina (esto lo he copiado de la Cosmopolitan). Sales a la calle
muy orgullosa y decidida, viéndote a la moda y super in hasta que te das cuenta
(¿veis, veis? Me doy cuenta de cosas) que ya sea en Madrid, Alcalá de Henares,
Toledo, Huelva o Santander, todas, todas las nenas van igual que tú. Por
imposiciones del mercado de la moda, las tendencias y por la Carbonero.
Me imagino a Sara pensando: ¿Y si
mañana para joder salgo con dos criadillas de burro a modo de pendientes… habrá
alguna gili que diga: “Tendencia, un must”?
Esto me lo imagino (porque yo
imagino muchas cosas que el resto de la gente no imagina por salud mental) pero
no veo yo a la Carbonero así de cachonda.
Lo que sí veo son cientos y
cientos de clones. Clones mal hechos además y los más. My blonde mind, oculta y
desigualada del resto de nenas gracias a mi ropa de batalla, me da la
perspectiva necesaria para comprender que no soy la que lleva uniforme sino que
lo son el resto.
Todas iguales, diferenciadas
únicamente en el precio de las prendas pero la base y el taller de costura tailandés
son los mismos para los de Pimkie que para los de Marc Jacobs. Bueno y también
diferenciadas por la genética y la edad.
La segunda es, hoy por hoy, menos
importante. Hay mamitas que están estupendas y con más gracia y salero que sus
propias hijas adolescentes con las que comparten talla y trapos pero no
pavisoseria.
La primera, lo heredado por los
cromosomas, es ya más jodido. Porque además una cosa es tu cuerpo, otra la
visión que tienes de él, otra la visión que tiene el mundo de él y otra las
putas tendencias de temporada.
¿Que eres caderona y el volante
del peplum te saca dos alforjas? Moda.
¿Que eres alta y desgarbada y el
calzado de tacón urban de diez centímetros te hace parecer una lagartija encima
de dos zancos? Moda
¿Que tu culo es de esos opulentos
y más dado a la libertad de la falda que a la prisión de los jeans ultraslim y
vas como si escondieras allí una almohada cervical? Moda
¿Que tienes el pelo finito que
queda muy mono con un corte a lo garçon y flequillo pero la melena larga te
hace parecer una oveja de esas raras de las Highlands? Moda.
Pues nada; moda. Al final el resultado
es como pintar un cerdo a rayas y decir que es una cebra o pegar una peluca a
una rana y llamarlo caniche (cosas que imagino, cosas que imagino).
Así que, no nos vestimos, no nos
adornamos con lo que nos favorece más. Nos tapamos con las imposiciones culturales
que varían en cada cambio de estación; nos cubrimos con los ejemplos que nos
venden; nos ocultamos con lo que se lleva para no destacar ante el resto.
Estoy recordando esa secuencia de
“Wall-e” en la que el canal de entretenimiento e información decía que el color
de la ropa más popular era rojo. Al instante, todos los habitantes del lugar
programaban el bermellón en sus tejidos inteligentes, antes azules, y seguían
gordos e idiotizados enganchados a sus monitores.
En “1984” de Orwell los
trabajadores iban de gris, los dirigentes de blanco, los militares de verde.
Encajonados, aleccionados e identificables.
En invierno me atavío con una
variedad de vestidos de punto, coleccionados y atesorados durante años. Me
quedan bien, son elegantes con zapato plano, sugerentes con tacón, sport con
una cazadora y formales con una chaqueta. Rojo, negro, azul, verde, caramelo,
blanco, según el estado de ánimo y la luz del día. Según toque ser presa o
depredadora.
Este año de tantas cosas raras en
las calles y en las redes, de bandos que buscan el “nosotros contra ellos”, de
colores y banderas, voy a darme el lujo de no estar a la moda. De salirme del
sistema y del antisistema. De no seguir tendencias que gritan y vociferan con
más o menos razón. No voy a escuchar a exaltados que se enganchan a soflamas de
otros y las defienden con vehemencia sin pararse a pensar las consecuencias de
lo que piden. No voy a tragarme mentiras glamurosas ni a desestimar verdades
por muy cutres que sean. No voy a hacer caso de patrones y cortes provocadores.
No voy a encorsetarme en un uniforme.
Os voy a poner un ejemplo en analogía pues
esto va de moda: No voy a teñirme el pelo al castaño super de actualidad. Por
mucho que me lo vendan por la tele, por mucho que se anuncie en las revistas,
por mucho que aparezca en las vallas publicitarias. Seguramente no crearé
estilo, pero seguiré siendo So Blonde.
¿Qué vais a ser vosotros?
Mañana martes, que es un día muy
bonito para mandar un mail de consulta sentimental/sexual/extraterrenal a info@reginaroman.com, toca “La Mota
Rosa” con Regina, siempre Regina.
Di que sí, cielo mío. Nada de seguir modas estúpidas que te hacen patrullar las calles con pinta de mesa camilla. A más de una/o le regalaba yo un espejo de cuerpo entero y un par de neuronas extra. Pa que no se pongan al tun-tún lo que se lleva, sino lo que pueden llevar.
ResponderEliminarGenialísimo.
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarJejjeejej, rompiendo moldes que se dice ^^ Yo particularmente nunca he ido con la moda, más por falta de cash que por otra cosa, no tengo dinero todos los años para revestir mi armario, por lo que uso la misma ropa y le agrego algo que me haya gustado (una o dos cosas) que verdaderamente necesite y por lo tanto tengo que comprar. A ser posible más intemporales que de moda descarada, porque ir como el resto no me gusta (véase mi cabeza que no va como las demás) El día que me toque la lotería supongo que tendré un armario más amplio, pero aun así no creo que me de por ponerme a lo Mario Vaquerizo por mucho que la moda lo haya decidido, nop, creo que eso no va conmigo, he dicho :P
ResponderEliminarGenial entrada, con toques al final de lo más "esclarecedores" para quien quiera ajos y se pique, eres grande mi So, muy grande nena ;)
Besotessssss
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarMe ha gustado eso de que en vez de adornarnos nos tapamos. Yo personalmente me fijo poco en la moda, no conozco la mitad de las marcas de las que hablas (siendo generoso..creo que conozco una o dos) y no me fijo en tendencias. Mi armario es el mismo en verano y en invierno, y cambio de ropa cuando algo me gusta o la tengo estropeada.
ResponderEliminarPero de algo estoy seguro. Lleves lo que lleves tú también creas tendencia, aunque no seas la Carbonero (ni falta que te hace)
Manu
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarLlevo el mismo vestido desde que descubrí los pichis a los doce años. Bueno, vale. Desde que los redescubrí un poco más tarde.
ResponderEliminarPase´por una etapa de marquismo en la que me compré dos pares de Manolos (ella podía). Ahora estoy en otro plan: si puedo evitar los tacones, los evito a toda costa -excepto los de aquí, claro está-, si puedo reciclar algo, lo reciclo. Mi must es llegar a casa por la noche sin marcas rojas en el cuerpo. Y lo demás para los demás... Aunque es verdad -y lo lamento- que algunas veces me siento rara por no ir como todas.
Pero bueno, tampoco pienso como todas, ni escribo como todas...
Es mu cansao ser tía, maris.
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarY dentro de lo que cabe, las tias podéis daros como vulgarmente se dice, con un canto en los dientes. Lo dificil realmente lo tenemos los tios. Ahí si que no tenemos opciones: Vayas donde vayas, entre que la sección de moda hombre es aproximadamente entre un 20 y un 5% de la tienda, y eso con suerte, y que la moda de tio es una especie de homogay chungo con aires poligoneros, pues como que la gente como yo, que nunca ha querido ir encajonada (sólamente recuerdo tener unos Levi's en mis 37 años de existencia, y porque me los regalaron) tenemos un abanico donde escoger más bien nulo.
ResponderEliminarA mi siempre me han dicho "joder, qué especialito eres con la ropa". Y es verdad. Paso de ir como diga la sociopatía (y digo bien: sociopatía, que no sociedad). Yo soy yo, y mientras que no tenga que ir uniformado en un curro, iré como me salga de la punta del miembro viril. Que pa eso es mío y sólo mío (compartido con mi mujer, vale... Pero de eso no me quejo)
Desde que me visto como me sale del pene, o lo que es lo mismo, desde que le dije a mi señora madre que eso se lo ponía ella pero que a mi no me lo acercase ni borracha, la verdad es que voy más agustito por ahí, y no me siento como un marciano.
Y no vayáis a pensar que llevo unas pintas chungas o algo así. Que va: Botas (o mis viejas y ajadas Converse si hace calor), tejano bootcut, camiseta de manga larga con otra camiseta de manga corta encima ahora que empieza el frío (con sudadera incluida si rasca mucho)y, o bien un kutte(chaleco motero)vaquero, o bien una chupa de serraje. Y mi gorra de los Yankees. O mi gorra Ascott de paño escocés en invierno.
Vamos, muy normal, coñe. En mi línea. Y por descontado, la gente se te queda mirando. Sobre todo si vas con el kutte.
Pero si llevase unas Converse ajedrezadas, unos pantalones pitillo azúl eléctrico, camiseta ceñida amarilla con foulard azafrán, un chalequito negro y una chupa roja plastificada, fijo que iba a la moda. (vamos, a lo metro gay o como el Vaquerizo, que viene a ser rockergay).Y si llevase gafas de pasta, más.
Aunque me quedase como el culo y pareciese un esperpento andante.
Asi que ir a comprar ropa es un suplicio. Como que si un día soy rico, me pillo la ropa de sastre y que la haga como a mi me guste.
Y siempre podré decir que como estoy podrido de dinero, soy excéntrico, no raro.
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarSerá que estoy muy cansado (leer C1PDT casi 24 más tarde de lo normal no es por ganas sino por un lunes negro de los que hacen historia) pero dios mio, que saturacion de "moda, moda, modaaaaaa".
ResponderEliminarYo me compro ropa cuando la que tengo no me cabe o está vieja, puramente funcional y casi siempre de los colores más tipicos-topicos (azul oscuro casi negro, negro oscuro casi azul, y toda la gama inbetween). Tengo cosas más importantes (según mi sistema de valores) en que ocupar la cabeza que pensar en la moda. A veces incluso he tenido deseos de comprarme varios pantalones y camisas identicos para ni siquiera tener que pensar "¿el pantalón azul o el negro?, ¿la camisa a rayas azules o la camisa a rayas negras?".
Por cierto, mi neurona "juega palabras" me avisa que era mejor el acrónimo C1PT, el que ahora usais (C1PDT) a pesar de ser estrictamente más idoneo, es peor, mucho peor, casi como el Nissan Pajero :-)
Ya..., ya se que vendrá Dulce por detrás a decir "Y para mi que no iba de trapitos..." pero hoy mi neurona no sabe leer entre lineas :-(
Gracias mi vida, mi amor, mi cielo y estrellas, la humedad de mis bragas, mi despertar sin resaca......
EliminarQué pasa? Al resto de taconeras les funciona...
ResponderEliminarJoer, si es que, las ropas, modas, tendencias, efectos cabones o carboneros, no, no son lo mío.
ResponderEliminarYo no voy a la moda o me pongo eso porque se lo pone la otra... soy de las que me pongo algo que me gusta y me ocupo de vestir con gusto y no parecer la hermanastra fea de Betty, ni herir los ojos ajenos, porque, al fin y al cabo, prefiero que me miren (como todo mujer aunque no lo diga) y piensen: "qué mona va esta chica", a que digan: "mira, si la Carbonero llevaba unos iguales el otro día"...
Ya, qué le vamos hacer... :D
Besosssss