domingo, 14 de octubre de 2012

From my Blonde Mind: El Problema Intrínseco.



Andaba yo en mis cosas de rubia cuando sonó el móvil.
Una voz muy varonil, profunda, sería y sexi me dijo que tenía que mover el culo e ir a ver a un señor que se llama Serafín y que tiene una imprenta.
Yo soy muy bien «mandá» con las voces  varoniles, serias y sexis que además mantienen cierta relación con manos que firman cheques y me permiten seguir haciendo mis cosas de rubia.
Apunté la dirección y el encargo en el reverso de un sobre de estos que te manda el banco informándote de como andas de dineros respecto al mundo. Esto lo hago yo mucho, lo de apuntar en las traseras de los sobres que nunca abro y dejo tirados encima de la mesa. Lo del banco se resume en que si tienes algo de pecunia guardada te llaman señora (creyendo que eso hace quedar bien) y si estás en rojos te llaman por el nombre y el apellido como cuando estabas en el instituto. En un caso u otro, las cartas del banco a mí me joden mucho a causa del remite. Lo mejor de los bancos es que ahora te llaman a casa y te hacen una encuesta de satisfacción. ¡Oooooh la encuesta de satisfacción! Las disfruto de verdad, sé que no valen para nada y  que quien está al otro lado de la línea no trabaja directamente para la entidad, pero les pongo tan a parir que, tras colgar, me pide el cuerpo un capricho de cacao o de nicotina en plan post coyunta.
Son pequeños placeres de la vida, como el de pasar por una pastelería y comprarte el bollo que te da la gana mientras recuerdas triunfante como tu madre te decía de pequeña: «Mañana, mañana te compro el bollo. Cómete la fruta.»
Pero los bollos de ahora no son como los de antes. Les han quitado el aceite ese industrial y todo su colesterol y sus grasas saturadas. ¿Quién no recuerda ese Bollycao tan pringoso que podías ver el cromo antes de abrir el sobre porque estaba totalmente traslucido gracias a ese algo que parecía lubricante de motor?
Esa Pantera Rosa, hecha con vete a saber tú qué, que dejaba las manos pringadas para toda la tarde y que solo era comparable a su homólogo en forma, pero casi contrario en color y sabor, que era el Copito de Nieve.
En fin, cualquier tiempo pasado fue mejor. Excepto por el «cómete la fruta».
El caso es que, una vez interrumpida mi rutina, me tuve que plantear ejercer de representante entre los nenes que hacen cosas de escribir y los nenes que hacen las cosas donde van las cosas escritas.
Aquí es cuando surge el problema que está dado por la condición intrínseca de ser mujer.
¿Qué coño te pones?
Esto parece una frase universal en las nenas que los hombres se  toman a cachondeo porque ellos no se visten; se tapan. Un varón con un traje azul marino, otro gris y otro negro tira todo el mes siempre que tenga camisas limpias y unas cuantas corbatas. De casual, se plantan unos vaqueros que alternan con camisetas y la americana de botones marineros y van que chutan. Las mujeres tenemos la obligación de cambiar nuestro vestuario a diario y adecuarlo para la ocasión. Si alguna vez repites el modelito del día anterior, en el entorno laboral, normalmente otra mujer será la que diga: «Eso lo traía ayer, no ha pasado por casa. A saber con quién ha estado. Luego va de super convencional pero miércoles y viene de empalme. Desde que lo dejó con el novio está desfasada Qué pena de verdad.»
Todo esto en corrillo en la maquina del café o en la fotocopiadora. Esos muebles han sido testigos de más confesiones, fabulaciones y juicios morales que un potro de tortura de la Inquisición.
Para vestirse es conveniente mirar por al ventana y ver qué temperatura hace fuera. Yo soy friolera y siempre llevo una sobreprenda aunque haga tiempo primaveral, así que el brazo izquierdo sirve de porta bolsos y perchero a un tiempo. Es en entre tiempo en Madrid cuando puedes ponerte las cazadoras de cuero, que van sin forro para que queden entalladitas, y que en invierno no sirven para nada porque en esta ciudad o te cueces o te hielas sin remedio; clima mesetero puro  y duro.
Vale, tiras de la chupa negra que queda un poco rebeld pero elegante por tono y ahora… ¿falda o pantalón?
Vas en plan de trabajo pero no sabes si vas al taller de la imprenta o a las oficinas. ¿Serafín será un business man o un currante de estos de la sal de la tierra? Te pones falda, la gris con tablas que pega con la camisa blanca y los botines negros. Ya está.
Una mierda, te miras en el espejo y parece que vas disfrazada de colegiala cachonda.
Nada de falda, los pantalones camel con refuerzos en los laterales. Los metes por dentro de las botas marrones y te plantas la camisa chocolate. Entonces la cazadora no pega, pues la americana de tweed con coderas.
Joder, qué seria. Demasiado cottage, ¿unos vaqueros para quitar hierro? Pero con las botas negras, sí, que combina otra vez con la cazadora y te pones la blusa  burdeos para dar algo de vidilla.  Genial, ahora vas de motera.
 A tomar por saco. Cambio de tercio en plan ejecutiva agresiva. El traje negro, no, el negro no que queda demasiado working girl. El vainilla tres piezas, que el chaleco se puede llevar sin nada debajo. ¡Hostia, qué corta es la falda! Si te pones los zapatos marrones parece que vas pidiendo guerra. No, con estos lo que vas es enseñando directamente el made in China.
A todo esto ya tienes toda la cama llena de prendas y empiezas a estar un poco nerviosita. No te ves adecuada con nada y el stress aparece exteriorizándose en la frase: No tengo nada que ponerme.
Estás en un pozo oscuro y frío maldiciendo tu gusto por las minis, tu pobre fondo de armario y el entretiempo que no sabes si te va a hacer tiritar o sudar.
Ya son las doce y Serafín te espera antes de la una.
Vestido. El mini black dress, con tacón: de noche; plano: de entierro. Poco adecuado en todo caso.
El safari en verde, te saca cadera, te hace la pierna corta ¡puta mierda si hasta te queda grande en la cintura! A tirar. No mejor que te lo arreglen que es de Levis y luego vete tú a comprarlo.
¿Cuándo, para quién y puesta de qué te has comprado  este de vinilo rojo? Con cremallera integral en la espalda y todo.

¿Esto es un vestido corto o una camiseta larga? Pues te lo pones con leggins y un cinturón y hala. Ya te visten la chaqueta y las botas. Eso es sí, ¿dónde están ahora los leggins negros? Azules, estampado jeans, estos tienen un agujero,  con pitufos, estos de rayas que pueden ser una opción, los de leopardo, esto son unas mallas del gimnasio.
¡Aaaaaaaaaaaaaaag!
Y sonó el teléfono.
Como sea la encuesta de satisfacción del banco se va a cagar la perra- pensé relamiéndome.
Pero era una voz varonil, profunda, sería y que ya no me pareció tan sexi, que dijo:
—Serafín ha llamado, que no puede quedar hoy. Ya me encargo yo mañana. Tú sigue a lo tuyo.
En pelotas, con todo lleno de ropa arrugada, los zapatos fueras de sus cajas y sus hormas, las perchas tiradas por ahí y los cajones abiertos, suspiré agradecida por poder volver a ponerme el albornoz piojoso de estar por casa y los calcetines con deditos.
Colgué y me senté en el sofá. El especial de moda de otoño del XLSemanal reza esta semana en la portada: «Básicos. 100 looks para estar perfecta en cualquier ocasión.»
Fui a la cocina, donde no hay bollos pues yo me cuido, cogí algo de fruta y mientras me la comía comencé a ojear la revista.


Posdata: El colorante de la Pantera Rosa es muy posible estuviera hecho con cochinillas que son escarabajillos muy feos los pobres.


Mañana es martes pa´tó el día. Es cuando Regina Roman se pone a vuestro servicio regalando paciencia y sabiduría infinita desde su consultorio La Mota Rosa. ¿Andas encelá? ¿Te sientes achuminaó? ¿Se te destiñe el negro al lavarlo? ¿Se te ha enquistado un pelo en la ingle? Regina es el nombre a invocar  para darte una solución.





4 comentarios:

  1. Y digo yo...¿qué será eso de "cosas de rubias" en las que andabas?
    El caso es que me ha dado hambre tanto recordatorio de la bollería de mi época, aunque cuesta hilar con la vestimenta jajaja Menudo estrés. Ahora recuerdo porque me "tapo" en vez de vestirme. Menudo fondo de armario amiga!!.
    Después de esa sesión yo me tiro a por el cigarro post - coyunta sin duda. Feliz noche
    Manu

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  2. Cuanta razón con esos bollos de antes que no son los de ahora, ains... pobre de mí y mis papilas gustativas ^^ y la verdad es que es bueno eso de enterarse que no soy la única a la que le vuelve loca el jodido fondo de armario, que dificil somos mecagüentó ^^
    Ale, a ver si a la Regi le escriben muchos y esperemos que no sean con el pelo enquistao ¬¬ jajajajaj me parto

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  3. ¡¡UUff!!

    Pero mucho uf. No me habrá pasado eso veces, ni nada, madre mía. Y si encima tienes medio armario en la lavadora te mueres. Pero de morirte de verdad. Sin posibilidad de resurrección...

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  4. Yo lo de los bollos y la fruta como que se me ha pasado por alto.

    ¡¡¡Dior mio!!! Creo que no me había reido tanto en mi vida, imaginándome los cambios de ropa con el pensamiento negatifo incluido, creciendo la montaña de trapitos sobre la cama a alta velocidad...

    Por cierto, los de bollycao se emperran en mantenella y no enmendalla que no han cambiado la fórmula del cocholate..., nos han tomao por tontos...

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