Continua esta inefable 2ª parte de la célebre "Cuarentañeras". Las chicas siguen viviendo peripecias de lo más estrambótico. Ciertos hombres salen de sus vidas, otros que llegan, personajes indeseables que se cuelan... Y ellas, que no siempre reaccionan con la lucidez que cabría esperar...
CARTA DESDE LA SABANA
No supe qué contestarle. Le apreté la mano queriendo
trasmitirle mi apoyo y que allí estaba yo para lo que hiciera falta, hasta un quejarse
por lo bien que iban las cosas si hacía falta, y conseguí convencerla de que
pasáramos por el bufet a reponer fuerzas que a mí el estómago ya me bailaba la
samba.
Ay, omá, qué rico to.
—La vida a veces requiere un poquito de pimienta, ya sabes —me
explicó ligeramente más repuesta.
—No, no sé. En lo que a mí respecta, ya se lía demasiado sola
como para encima desearlo.
—Eso eres tú, Lola, que tienes una existencia movida, llena
de altibajos y de grandes putadas… Y perdona que te lo recuerde.
—Gracias, has llegado tarde con la disculpa, ya se me habían
encogido los intestinos. Mira, jamón dulce, voy a prepararme una catalana de
muerte.
—La catalana es con jamón serrano, no cocido.
—Pero como no veo el serrano por ningún sitio me la preparo
con lo que hay.
—¿Ves a lo que me refiero?
Pues no. ¿Qué tienen que ver las putadas de la vida con el
jamón york? Si es que el día que mi Feli se levanta profunda más vale salir
corriendo.
—A que te adaptas, Lola, a que no te cuesta nada amoldarte a
lo que hay. Yo no. Yo parece que deseo lo que no tengo y cuando lo tengo todo
para ser feliz me comporto como una tipa miserable y desagradecida que está
triste y depresiva.
—¿Estás depresiva? —me alarmé camino de la mesa.
—No, pero es cuestión de tiempo. Ya verás.
El resto del día y el que le sucedió, no llegué a ver a Rita
pero hablé con ella un par de veces por teléfono. Curioso. No soltó prenda
respecto a sus presuntos problemas económicos. Me duele ese orgullo tonto y esa
falta de confianza que lleva por bandera como si quisiera convencer a alguien
de lo que no es. Rita sería muchísimo más feliz si pensara más en sí misma y en
sus necesidades que en las de los demás y en qué es lo que esperan los demás de
ella para quedar satisfechos. Siempre, siempre, defraudas a alguien, es
imposible (y absurdo) que todo el mundo esté contento; y aunque consigas
satisfacer a unos pocos, la alegría les durará un segundo pues al fin y al
cabo, es un gozo que les resulta ajeno y distante y a cada cual, le obsesiona
más el suyo, dónde va a parar. En fin, con dolor de corazón, tampoco quise
insistir mucho en el tema “dinero” porque no estoy para préstamos y no quería
que pareciera que se lo estaba ofreciendo.
Hay que ser comedidos con Rita que luego sus desilusiones
generan unos cabreos de ven aquí y no te menees.
Para la cena de esa noche elegí un vestido de cóctel en color
ciruela que combinaba muy bien con mi pelo rubio. No conseguí que Rafa se
bajara de los vaqueros pero al menos accedió a ponerse una camisa y un blazer
que le tengo para ocasiones especiales aunque como todavía no ha llegado
ninguna, aún le cuelga la etiqueta. Mi padre había reservado mesa en uno de los
restaurantes más selectos de la galaxia y parte del universo exterior, como si
presentarme a la tal Emilia fuese lo más importante tras mi nacimiento. Ya me
estaba cayendo mal y todavía no le había puesto el ojo encima. Me reprendí por
mis prejuicios y me centré en depilarme las cejas que se me da bastante mal.
El huracán adolescente que tengo por hijo abrió de sopetón la
puerta de la calle pegando gritos como un poseso.
—¡Carta de Hamilton! ¡Mamá, carta de Hamilton!
¡Coño!
Me sobresalté de tal modo que con las pinzas me pegué en el
párpado el padre de todos los pellizcos. Así y todo, salí corriendo de mi
habitación con el corazón en un puño. ¿Una carta? ¿De mi adorado Hamilton?
¿Sería larga? ¿Sería corta? ¿Pediría perdón? ¿Anunciaría su vuelta? ¿Se habrían
acabado los gorilas?
—¡Dame, dame! —exigí tendiéndole ambas manos. Lo que Rafa
puso entre mis dedos no era precisamente una carta—. Es una postal…
—Bueno, carta, postal, es lo mismo, ¿no? —afirmó él con su
tendencia a simplificarlo todo. Qué envidia esto de ser hombre, oye.
—No, qué va a ser lo mismo —la giré desolada—. Y además viene
sin escribir.
—Joé, qué exigente.
Encima que te la manda, ¿qué más quieres?
—Que me ponga unas letritas —me indigné—, un “qué tal” “yo
por aquí bien” “me están comiendo vivo los mosquitos” “Ningún primate
conseguirá que te olvide”… —A medida que hablaba me descomponía.
—Vamos mami… —Fue a abrazarme pero se fijó mejor—. ¿Qué te ha
pasado en el ojo? Estás sangrando y todo.
Me cago en la leche. Miré el espejo: un boquete para meter el
meñique. Precisamente la noche de la presentación oficial, yo voy con un ojo a
la virulé. Si es que no cambias, Lola, si es que lo tuyo es ponerte en
evidencia siempre que puedas y más.
Como estaba tristona con el asunto de la postal me dejé
hacer. Mi peque, enfermero ocasional, me colocó bajo la ceja una tirita rosa
fucsia que no desentonaba nada con el vestido y allá que nos fuimos, con el
corazón encogido y el (por ahora) único hombre de mi vida colgado del brazo, despotricando
y echando pestes contra la corbata que le apretaba.
Continuará...
Y mañana miércoles... Síiiiii, ya lo sabéis. Las mejores galletas con Alicia Pérez Gil. Yo no me las pierdo. ¿Y vosotr@s?
CHICAS:
ResponderEliminarHola os he dejado una nominación en mi blog, si quieren continuar con la iniciativa pinchar en el link que dejare al final. Se trata de conocernos entre bloggueros/as, sobre todo los nuevos, es una forma de hacernos publicidad y descubrir nuevos lugares.
No es obligatorio, te pasas y lo miras, si te gusta participas.
http://elizabeth-historiasdeamor.blogspot.com.es/2012/12/he-sido-nominada-por-un-blog-amigo.html