— ¿Estás segura de que quieres
hacer esto? — Preguntó Regina desanimada.
— Sí — dijo Irene.
— Nena, piénsalo, después no
habrá marcha atrás, todo se habrá ido a la mierda— volvió a insistir Regina
mientras agarraba con fuerza la mano de Connie.
— Lo he pensado mucho, lo hemos
pensado todas y ahora no quiero dar marcha atrás, es lo mejor para todo el
mundo— contestó la rubia con lágrimas en los ojos.
— Solo lo digo porque me da
miedo, entiende que todas estamos acojonadas. Ya sé que lo hemos preparado, que
nos hemos despedido y que decidimos que sería lo mejor, pero creo que podríamos
darle un par de vueltas más al tema antes de llevar a cabo algo así.
— Irene, cariño, sabes que te
apoyamos en esto porque todas hemos sufrido mucho, que iríamos al fin del
mundo, nunca mejor dicho, contigo, pero quizás Regina tenga razón y haya que
pensarlo un poco más antes de que podamos arrepentirnos— medió Connie esta vez.
— Yo creo que ella ha sido muy
fuerte al tomar la decisión, si lo demoramos más tiempo tendremos que volver a
encarar a todas esas personas a las que ya les hemos dejado nuestras palabras y
despedidas. Cariño— dijo Karol mirando fijamente a los ojos de Irene y
sujetando sus mejillas con ambas manos— si crees que es lo mejor, estamos
preparadas, ¿no es así, chicas? — Preguntó la morena de metro ochenta al resto
de taconeras esperando su afirmación.
— Venga, dejad de dar vueltas a
la historia y hazlo, quiero terminar con todo esto lo antes posible, que le den
por culo al mundo de una puta vez. Irene, hazlo— dijo So con convicción,
preparada para el cambio que tendrían.
— Yo también estoy de acuerdo,
las cosas no van a mejorar, los hombres son gilipollas y esta es la única
manera de limpiar toda la mierda que han ido soltando por ahí, Irene, estamos
contigo, adelante— secundó Alicia las palabras de So.
— Si no estamos todas de acuerdo
en esto no lo haré, yo estoy segura de que será la única manera de poder poner
fin a los problemas, de devolver un poco de paz, la naturaleza es muy sabia y
sabrá cómo convertir nuestra obra en algo productivo, ya he hablado con mis
diez contactos y ellos, a su vez, con la gente que tenía que secundar nuestro
proyecto, han sido muchos meses de estudio y trabajo, hemos creado algo muy
gordo. Creo que ya es tarde para cancelar todo lo que hemos montado— dijo Irene
sujetando con fuerza el teléfono móvil en una mano y el bidón de líquido negro
en la otra.
— Tú eres la que decide si se
hace o no se hace, si crees que debemos esperar solo tienes que hacer unas
llamadas y la gente esperará. Pero quiero que sepas que yo estoy totalmente
conforme con la decisión, solo espero que no duela mucho— susurró las últimas
palabras Regina, a la que inconscientemente le temblaba el labio inferior.
— Connie, solo falta tu
respuesta, ¿seguimos adelante? — Preguntó So.
— Sí, ya he dejado todo atado y
no quiero seguir como hasta ahora, es el momento de dar un paso adelante y
devolver la paz que tanto nos ha pedido la historia. Adelante, estoy lista.
Irene echó una última mirada a
sus amigas, deseó que todo aquello no hubiese tenido que acabar así, deseó que
las cosas fuesen de otra manera. En su mente se repetían las palabras de todas
aquellas personas que habían sufrido, todos aquellos momentos desagradables que
la humanidad había soportado, las muertes innecesarias por guerras sin sentido,
las enfermedades llevándose a gente buena, los corazones rotos por amores no
correspondidos, los accidentes que habían arrasado la vida de tantas personas,
los conflictos, la pobreza, la cobardía de ciertos seres que tanto daño habían
hecho a los demás, el egoísmo de la raza humana y el afán por conseguir ser más
ricos y poderosos, sin importar quién o qué pereciera para conseguir sus propósitos.
Todas las chicas pensaron en
aquellos momentos, en las cosas malas de sus vidas, en los palos que a veces
daba la vida, una justa o injusta venganza con desastres naturales, muertes y
enfermedades incomprensibles. Un mundo lleno de locos, avariciosos, asesinos,
delincuentes, violadores, maltratadores, gente sin corazón, hijos de puta que
pisaban a cualquiera para conseguir sus objetivos, explotando al prójimo,
calumniando a las personas, encerrando a inocentes, sacrificando a sus hijos.
Hospitales llenos de dolencias y personas agonizantes, cementerios repletos de
personas que tendrían que seguir con vida, colegios que educaban a futuros
delincuentes con la promesa de llegar a lo más alto si pisaban bien las cabezas
adecuadas, mares contaminados, tierras convertidas en estéril arena sin vida, alimentación
con componentes dañinos, y drogas que habían cambiado o terminado con millones
de personas, madres que habían perdido a sus hijos, hijos que habían perdido a
sus padres, muerte y destrucción por doquier sin que nadie hiciera caso a
ninguna de las señales divinas.
Un mundo corrompido por sus
habitantes, un mundo que ya estaba muerto, solo faltaba el golpe final y ese
descansaba en las manos de una mujer que, junto con sus cinco amigas, pondrían
fin a todo aquel infierno de podredumbre y sufrimiento.
Irene llamó a sus diez contactos
y todos contestaron afirmativamente, incluso mandaron a nuestras amigas videos de cómo aquel vertido
contaminaba las aguas que en pocas horas la humanidad consumiría. Y como plan
B, en menos de setenta y dos horas se desplegaría un componente químico en
forma de gas toxico, que envenenaría la tierra hasta el último y más recóndito rincón
de todo el maldito planeta.
Irene se aproximó al tablón de
corcho que habían transportado en la furgoneta y pinchó con chinchetas de
colores cada uno de los puntos del mapa la localización exacta de la
contaminación en cadena. En poco tiempo el papel geográfico se llenó de
colores, en poco tiempo todo quedó cubierto de aquella ponzoña que llegaría
imparable hasta las gargantas de la gente.
Las chicas se habían despedido de
sus familias y conocidos, les habían mandado cartas por correo urgente que en
menos de un día llegarían a sus destinos, informando de su desaparición y
dedicando unas últimas palabras de cariño y amor, como colofón a su plan
descabellado de salvar el mundo de los humanos. Ellas no tendrían la suerte de
seguir con la misma vida un día más, para ellas las horas estaban contadas.
Se agarraron de las manos y con
un gesto de cabeza, le dieron el apoyo necesario a Irene para verter por fin
aquel veneno dentro de los canales acuíferos que suministraban más de seis
comunidades españolas, aunque sabía que pronto, tanto el resto de España como
los demás países y continentes, terminarían por ser infectados.
— Bien, ahora nos toca a
nosotras, no pienso contaminarme y sufrir los cambios durante los tres días que
tardó el sujeto de prueba del experimento, será mejor que nos lo bebamos
directamente del recipiente, sin diluir— dijo Alicia segura de sí misma.
So fue la primera en coger la pequeña
botella que contenía el mismo líquido con el que condenarían a la humanidad, y
tras un breve temblor de mano, fue a beber un generoso trago de aquella
sustancia oscura.
— Espera, todas al tiempo, será
lo mejor— le paró Irene sujetando su brazo antes de que ingiriera el veneno.
Vertieron en seis vasos iguales
el contenido de la botella y haciendo un círculo con sus cuerpos, brindaron por
su última reunión taconera, el último encuentro entre amigas, los últimos
minutos de la vida que conocían.
“Por nosotras y porque la humanidad sepa acostumbrarse a la nueva era
que hemos desatado. Os quiero chicas.”
Dijeron al mismo tiempo las seis
amigas, y seguidamente tragaron aquel suero que les causaría la amnesia
permanente con la que habían condenado a toda la humanidad.
En pocos días el mundo entero
perdió la memoria, sus sueños, sus gustos y aficiones, todo el mundo quedó en
blanco y tuvo que volver a empezar de nuevo, sin dinero, ni enseres personales,
sin la capacidad de reprochar, de acusar, de cometer maldades, sin nada dentro
de la cabeza, ni siquiera un idioma con el que comunicarse.
El mundo quedó paralizado en el
primer día de lo que sería un nuevo comienzo que, sin certeza alguna, sería
igual o diferente a lo que había sido hasta el momento, pero que al menos,
cambiaría la visión de las personas para siempre.
SIGUE LA HISTORIA AQUÍ
Me dejas sin aliento..., tu eres Maya, verdad? :-)
ResponderEliminarY si nadie se acuerda de nada... ¿qué va a pasar con las taconeras? ¿Se encontrarán de nuevo?
ResponderEliminarFeliz amnesia ;)
Muy, muy bueno Irene! Olé tú.
ResponderEliminarNo es Maya, es la Srta Casandra y está claramente hasta los huevos de los alumnos :)
ResponderEliminarLo malo de esto es que ya no sabré que Karol es mi madre...
No estaría nada mal, la verdad. Empezar de cero es una oportunidad que muchos aceptarían encantados. Aunque a algunos, yo no les concedería ese privilegio.
ResponderEliminarSaludos.