Muy temprano por la mañana el timbre de mi casa me arrebata de un salto de la cama. Por un lado bien, porque el sueño era difícil de asimilar, no dejo de revivir el accidente de coche.
Me desbarato del edredón y me decido a atender:
―Diga ―respondo con esa voz ronca que aún no quiere
despertarse.
―Un paquete para la señora Co…
―Sí, sí, soy yo, tercer piso.
Firmo el acuse de recibo y me encuentro frente a una caja
blanca con un precioso lazo rosa que rodea todo el “supuesto” regalo.
Me muero de la curiosidad pero este momento necesita un
café con leche y una canción de Madonna.
Le doy al play y antes de abrirlo leo la tarjetita.
Es lo único que necesitas para la cena.
Te quiero Jóse
¡Ay, madre de los cielos y los mares!
Me imagino un vestido negro Pucci, con un gran escote
uve, y una delicada abertura en la pierna izquierda, de la línea sirena y ¡sí!
drapeado que esconde imperfecciones y michelines. Muevo la caja y detecto como
algo en su interior choca con el cartón y suena a…
¡Síiiiii! ¡Zapatos!
Seguramente unos Louboutin, sí, sí los de suela roja, con
taconazo y plataforma y brillos y…
¡Venga, venga abre la caja! me grita mi taza de café con
leche que lleva escrito: “todo saldrá bien porque tú eres la leche” regalo de
Irene después de mi rachita con el coche.
La canción había terminado y en los pocos segundos de
silencio hasta que comienza la siguiente abrí la bendita caja.
¿Y esto qué esssssss?
Me senté en el sofá y cerré muy fuerte los ojos, creyendo
en ilusiones ópticas o que todo era fruto de mi imaginación, o coño un simple
error. Y que al quitar esa tela brillante roja con pintitas negras se
convertiría en un “Pucci” negro o al menos un Nina Ricci…
¡Ganas de llorar!
Vuelvo a coger la
caja y saco un disfraz de mariquita, unas graciosas alitas a lunares y una
varita.
Ni rastros de moda ni glamour.
Y que yo sepa carnaval pasó hace días. Lo preocupante era
pensar si yo soy una mariquita, Jóse que será ¿un mariquito, un maricón, un maripili?
Vuelvo a sentarme en el sofá y termino mi café con leche
de un sorbo.
¡Tú puedes niña! me aliento y llamo a Jóse.
Salta el contestador.
―Mi rubita ¿a qué eres tú? Paso por ti a las 22, cenamos
fuera. Te quiero.
¡Miedo me da la situación! Yo lo quiero mucho a mi Jóse,
pero no me olvido que es un pelín friki, con esto de las pelis y su video club.
No sé qué me deparará esta noche.
Me pruebo el disfraz y la verdad que es bastante sexy,
pero de cena romántica ni rastros.
Ya veremos…
22:20h Restaurante “La Petit Maison”
―Jóse, ¡tú estás loco!, yo no entro así vestida, ¿Y tú?, ostras,
¿te has visto con esa máscara? ―le digo a Jóse tironeándole del brazo.
―Rubita de mi corazón, ¿tú no querías hazañas? Hemos
vuelto a las andanzas alocadas, ¿a qué mola?
―¿Perdona? Disfrazarse no es una hazaña. ―Respondo muerta
de la vergüenza como nos miraban las personas desde adentro del restaurante.
―La hazaña será cenar entre tanto pijo los dos
disfrazados, a ver que sale… ―añade Jóse entre risas.
Continuará…
Pues aunque vais últimamente casi todas con retraso..pues eso..a ver qué sale..menuda cena..voy por la cámara
ResponderEliminarUn nueve por la hazaña. Si pones fotos te doy un 10 :P
ResponderEliminargenial la entrada, te has lucido con el disfraz y con tu imaginación esperando vestidos de moda, jajaja
ResponderEliminarbesazo y me ha encantado
Jajaja... muy buena idea la de José!! A ver qué pasa... ;)
ResponderEliminarDios!!!! Menudo regalo... Y de veras vas a cenar vestida de mariquita sexy??? Yo me muero... tu Jose es mucho Jose... Ya me contarás. Una vez más me dejas con ganas de leer más. Besos!! TQM
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