Distintas y de eso, solo eso, va la cosa...
Somos tan distintas.
Si tuviera que compararnos, con el agua
del mar te espejaría. Tú serías una ola, de las
que vienen de lejos amenazando con gracia y tul blanco de espumas, y
yo, de las que ya están en la playa, rotas de hace mucho, pero
no por ello deshecha, más bien todo lo contrario, mezclada a la arena, esperando, viendo, aguardando volver a la mar. De allí
de donde vienes tú.
Dicen que el agua es volátil. Yo
diría imprecisa. Salada o dulce, como besos o lágrimas,
no importa, eso no cambia, todos los manantiales tienen su propio
oleaje. Y allí también estarías tú. Y yo.
Quizás una al fondo, observando como la otra llega con la
marea a la par que la que viene observa a la que lejos espera.
Somos distintas. Cómo dos gotas
de agua de diferentes cascadas. Pero agua. Siempre líquidas,
amoldables, no cambiantes, sino, decididas a no permanecer siempre
inertes, a ser únicas, exquisitas. Cada una con su belleza,
una clara, la otra incluso más cristalina. Ambas
capaces de dejarse llevar por las mareas, y las dos conduciendo a
puertos seguros aunque los barcos no vengan ni partan siempre a un
mismo rumbo.
Me gusta pensar que somos como el agua.
Que seamos agua. Que seamos lo mismo. Por un
instante, un atisbo, una ráfaga de aire que lleva lejos gotas
que salpican, las tuyas y las mías, a las piedras, rocas,
sales, personas infinitas, que llegamos allí. Y que, por un
segundo, ya no somos tan distintas. Porque somos líquido, como
dos chispas de un mismo tintero, frases escritas de manos diferentes, electricidad traducida, una de dedos largos y otra en ocasiones de falanges más certeras, una negra la otra azul,
pintando y destiñendo sueños y miedos, dejando mella,
calando hasta los huesos. Porque somos lluvia. Tú tormenta, yo
huracán, la tuya mientras hay sol, la mía, con el sol
que aparece mientras me dejo caer. Somos lo mismo, y eso, es ser
distintas.
Porque somos muy diferentes aunque en el
fondo pertenezcamos a la misma tina. Somos fluidas, acuosas, aunque
no insípidas. Destilamos aromas que captan los ojos ajenos, sí, perfume que entra por los
iris y se pierden tan adentro que ya, ni de ti ni de mí,
pueden verse exentos.
Tatuaje, líquido que entra en la piel
tal cual tinte transparente, tatuando almas, corazones, cada músculo
y tendones, arrancando sonrisas eternas e ira y furia que alguno
llamarían pasiones. Porque somos tan diferentes pero ninguna
pasa sin ser vista o hacerse presente.
Porque somos agua. Y dejarse caer al
vacío es tentador si al fondo sabes que allí estaremos.
Somos tan distintas.
Y por eso, aunque no te lo pienso decir
nunca, jamás te dejaría, ni marcharse, ni
irse, ni flotar con las olas deformes y discontinuas. Te agarraría
por los brazos, por el tul de tu falda de espuma, por el marrón
cacao de tus ojos, te pediría que te quedaras, incluso si para
ello, tuviera que escribirte una eterna y solitaria poesía.
Porque somos tinta. Y esa pluma sin la tuya, poco más
pintaría.
***
***
Y el lunes no te pierdas a So Blond y su From My Blond Mind...
Hoy simplemente me ha gustado mucho no, lo siguiente.
ResponderEliminarPorque cada una es distinta, pero las dos tienen su esencia pura.
Felicidades Karol
Me ha encantado. Es, sencillamente precioso.
ResponderEliminarPresuntas críticas de libros y peliculas con aventuras, humor y terror, unicornios y observadores, cuentos distintos y prosa poética. Me gusta ver que tocas varios registros, aunque claro, tienes ayuda, entre las gemelas y el unicornio, asi cualquiera :-)
ResponderEliminar