miércoles, 12 de diciembre de 2012

Encuentro en tacones. El último encuentro (I)



— ¿Estás segura de que quieres hacer esto? — Preguntó Regina desanimada.
— Sí — dijo Irene.
— Nena, piénsalo, después no habrá marcha atrás, todo se habrá ido a la mierda— volvió a insistir Regina mientras agarraba con fuerza la mano de Connie.
— Lo he pensado mucho, lo hemos pensado todas y ahora no quiero dar marcha atrás, es lo mejor para todo el mundo— contestó la rubia con lágrimas en los ojos.
— Solo lo digo porque me da miedo, entiende que todas estamos acojonadas. Ya sé que lo hemos preparado, que nos hemos despedido y que decidimos que sería lo mejor, pero creo que podríamos darle un par de vueltas más al tema antes de llevar a cabo algo así.
— Irene, cariño, sabes que te apoyamos en esto porque todas hemos sufrido mucho, que iríamos al fin del mundo, nunca mejor dicho, contigo, pero quizás Regina tenga razón y haya que pensarlo un poco más antes de que podamos arrepentirnos— medió Connie esta vez.
— Yo creo que ella ha sido muy fuerte al tomar la decisión, si lo demoramos más tiempo tendremos que volver a encarar a todas esas personas a las que ya les hemos dejado nuestras palabras y despedidas. Cariño— dijo Karol mirando fijamente a los ojos de Irene y sujetando sus mejillas con ambas manos— si crees que es lo mejor, estamos preparadas, ¿no es así, chicas? — Preguntó la morena de metro ochenta al resto de taconeras esperando su afirmación.
— Venga, dejad de dar vueltas a la historia y hazlo, quiero terminar con todo esto lo antes posible, que le den por culo al mundo de una puta vez. Irene, hazlo— dijo So con convicción, preparada para el cambio que tendrían.
— Yo también estoy de acuerdo, las cosas no van a mejorar, los hombres son gilipollas y esta es la única manera de limpiar toda la mierda que han ido soltando por ahí, Irene, estamos contigo, adelante— secundó Alicia las palabras de So.
— Si no estamos todas de acuerdo en esto no lo haré, yo estoy segura de que será la única manera de poder poner fin a los problemas, de devolver un poco de paz, la naturaleza es muy sabia y sabrá cómo convertir nuestra obra en algo productivo, ya he hablado con mis diez contactos y ellos, a su vez, con la gente que tenía que secundar nuestro proyecto, han sido muchos meses de estudio y trabajo, hemos creado algo muy gordo. Creo que ya es tarde para cancelar todo lo que hemos montado— dijo Irene sujetando con fuerza el teléfono móvil en una mano y el bidón de líquido negro en la otra.
— Tú eres la que decide si se hace o no se hace, si crees que debemos esperar solo tienes que hacer unas llamadas y la gente esperará. Pero quiero que sepas que yo estoy totalmente conforme con la decisión, solo espero que no duela mucho— susurró las últimas palabras Regina, a la que inconscientemente le temblaba el labio inferior.
— Connie, solo falta tu respuesta, ¿seguimos adelante? — Preguntó So.
— Sí, ya he dejado todo atado y no quiero seguir como hasta ahora, es el momento de dar un paso adelante y devolver la paz que tanto nos ha pedido la historia. Adelante, estoy lista. 

Irene echó una última mirada a sus amigas, deseó que todo aquello no hubiese tenido que acabar así, deseó que las cosas fuesen de otra manera. En su mente se repetían las palabras de todas aquellas personas que habían sufrido, todos aquellos momentos desagradables que la humanidad había soportado, las muertes innecesarias por guerras sin sentido, las enfermedades llevándose a gente buena, los corazones rotos por amores no correspondidos, los accidentes que habían arrasado la vida de tantas personas, los conflictos, la pobreza, la cobardía de ciertos seres que tanto daño habían hecho a los demás, el egoísmo de la raza humana y el afán por conseguir ser más ricos y poderosos, sin importar quién o qué pereciera para conseguir sus propósitos.
Todas las chicas pensaron en aquellos momentos, en las cosas malas de sus vidas, en los palos que a veces daba la vida, una justa o injusta venganza con desastres naturales, muertes y enfermedades incomprensibles. Un mundo lleno de locos, avariciosos, asesinos, delincuentes, violadores, maltratadores, gente sin corazón, hijos de puta que pisaban a cualquiera para conseguir sus objetivos, explotando al prójimo, calumniando a las personas, encerrando a inocentes, sacrificando a sus hijos. Hospitales llenos de dolencias y personas agonizantes, cementerios repletos de personas que tendrían que seguir con vida, colegios que educaban a futuros delincuentes con la promesa de llegar a lo más alto si pisaban bien las cabezas adecuadas, mares contaminados, tierras convertidas en estéril arena sin vida, alimentación con componentes dañinos, y drogas que habían cambiado o terminado con millones de personas, madres que habían perdido a sus hijos, hijos que habían perdido a sus padres, muerte y destrucción por doquier sin que nadie hiciera caso a ninguna de las señales divinas.  
Un mundo corrompido por sus habitantes, un mundo que ya estaba muerto, solo faltaba el golpe final y ese descansaba en las manos de una mujer que, junto con sus cinco amigas, pondrían fin a todo aquel infierno de podredumbre y sufrimiento.
Irene llamó a sus diez contactos y todos contestaron afirmativamente, incluso mandaron a  nuestras amigas videos de cómo aquel vertido contaminaba las aguas que en pocas horas la humanidad consumiría. Y como plan B, en menos de setenta y dos horas se desplegaría un componente químico en forma de gas toxico, que envenenaría la tierra hasta el último y más recóndito rincón de todo el maldito planeta. 

Irene se aproximó al tablón de corcho que habían transportado en la furgoneta y pinchó con chinchetas de colores cada uno de los puntos del mapa la localización exacta de la contaminación en cadena. En poco tiempo el papel geográfico se llenó de colores, en poco tiempo todo quedó cubierto de aquella ponzoña que llegaría imparable hasta las gargantas de la gente.
Las chicas se habían despedido de sus familias y conocidos, les habían mandado cartas por correo urgente que en menos de un día llegarían a sus destinos, informando de su desaparición y dedicando unas últimas palabras de cariño y amor, como colofón a su plan descabellado de salvar el mundo de los humanos. Ellas no tendrían la suerte de seguir con la misma vida un día más, para ellas las horas estaban contadas.
Se agarraron de las manos y con un gesto de cabeza, le dieron el apoyo necesario a Irene para verter por fin aquel veneno dentro de los canales acuíferos que suministraban más de seis comunidades españolas, aunque sabía que pronto, tanto el resto de España como los demás países y continentes, terminarían por ser infectados.
— Bien, ahora nos toca a nosotras, no pienso contaminarme y sufrir los cambios durante los tres días que tardó el sujeto de prueba del experimento, será mejor que nos lo bebamos directamente del recipiente, sin diluir— dijo Alicia segura de sí misma.
So fue la primera en coger la pequeña botella que contenía el mismo líquido con el que condenarían a la humanidad, y tras un breve temblor de mano, fue a beber un generoso trago de aquella sustancia oscura.
— Espera, todas al tiempo, será lo mejor— le paró Irene sujetando su brazo antes de que ingiriera el veneno.  
Vertieron en seis vasos iguales el contenido de la botella y haciendo un círculo con sus cuerpos, brindaron por su última reunión taconera, el último encuentro entre amigas, los últimos minutos de la vida que conocían.
“Por nosotras y porque la humanidad sepa acostumbrarse a la nueva era que hemos desatado. Os quiero chicas.”
Dijeron al mismo tiempo las seis amigas, y seguidamente tragaron aquel suero que les causaría la amnesia permanente con la que habían condenado a toda la humanidad. 

En pocos días el mundo entero perdió la memoria, sus sueños, sus gustos y aficiones, todo el mundo quedó en blanco y tuvo que volver a empezar de nuevo, sin dinero, ni enseres personales, sin la capacidad de reprochar, de acusar, de cometer maldades, sin nada dentro de la cabeza, ni siquiera un idioma con el que comunicarse.
El mundo quedó paralizado en el primer día de lo que sería un nuevo comienzo que, sin certeza alguna, sería igual o diferente a lo que había sido hasta el momento, pero que al menos, cambiaría la visión de las personas para siempre. 

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Y mañana viernes no os podéis perder a la dulce y porqué no decirlo, alocada, Connie Jett. Nos traerá su próxima aventura antes de los 30, nos dejará como de costumbre sin aliento y con ganas de más. 

5 comentarios:

  1. Me dejas sin aliento..., tu eres Maya, verdad? :-)

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  2. Y si nadie se acuerda de nada... ¿qué va a pasar con las taconeras? ¿Se encontrarán de nuevo?
    Feliz amnesia ;)

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  3. No es Maya, es la Srta Casandra y está claramente hasta los huevos de los alumnos :)

    Lo malo de esto es que ya no sabré que Karol es mi madre...

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  4. No estaría nada mal, la verdad. Empezar de cero es una oportunidad que muchos aceptarían encantados. Aunque a algunos, yo no les concedería ese privilegio.
    Saludos.

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