¿Qué hacer antes de los 30? Escribir una canción...

Al oír mi grito desaforado entra una enfermera y sin prestarme atención abre la ventana de par en par. Deduje que era de día por los rayos de sol que se reflejaban en el cristal.

 Me comunica que tenía una visita y  sin darme tiempo a responder abre la puerta dejando entrar a otra mujer.

―¿Te encuentras mejor? ―pregunta una mujer de mirada intensa y familiar, regalándome una dulce sonrisa mientras cogía mi mano para acariciarla.

―¿Tú quién eres? ―pregunté aturdida, pero a la vez envuelta en una calma que solo te transmiten las personas que te quieren de verdad.

―Soy yo, Yani… Yanina Lombardi.

―No sé, que me pasa, pero no me acuerdo, aunque sé con certeza que nos conocemos… ―respondí afligida por la impotencia de recuerdos y cambié mi cara de espanto devolviéndole la caricia de manos.

―Lo sé, no te preocupes. Vine a cantarte una canción, la has escrito tú hace muchos años atrás.

Bebí un poco de agua que había en un vaso al lado de la cama y me acomodé para oír aquella misteriosa mujer.

Confieso que no podía dejar de observarla, disfrutaba fascinada de su figura. Su cabello grueso y marrón como el otoño que se meneaba por encima de los hombros, su piel blanca decorada con preciosas pecas junto a unos marcados labios rosados me tenían totalmente cautivada.

Y su voz… palabras musicales tan suaves que acariciaban mi alma. Nunca había oído a la amistad cantar una canción, pero eso había cambiado.

Al terminar de cantar y sentir un huracán de emociones recorriendo cada parte de mi ser, Yanina se acercó cerró mis ojos con dos besos y volví a quedarme dormida.

                                                                      *****

¡¡Plafff!!

El viento entra en la habitación con toda su furia llevándose por delante el vaso de cristal partiéndolo en mil pedazos.

―¡¡Ahhhhhhh!! ―estoy en un hospital completamente desnuda.

Al oír mi grito desaforado entra una enfermera y sin prestarme atención abre la ventana de par en par. Gastando poca cortesía, me comunica que tenía varias visitas y  sin darme tiempo a responder abre la puerta dejando entrar a mis taconeras.

―¡¡¡Qué bien!!!! ¿Qué ha pasado chicas? ―respondo entre lágrimas, dejándome mimar por aquellas cinco mujerazas.

―Es una larga historia, cielo ―dice Irene, mientras abre una caja de bombones, a la cual ya le faltaban varios especímenes.

―Lo importante es que ya estés mejor, ¡¡y despierta!! ―grita feliz Karol.

―Y ese capullo en la cárcel ―la corta So mientras coge dos bombones y los comparte conmigo.

―Hoy te darán el alta y te quedarás en mi casa ―añade Regi.

―¡¿Pero que coño ha pasado, chicas no me acuerdo de nada?!

―Te encontró la policía en un maletero, ―comenzó Ali y bajo la mirada punzante de las chicas, decidió no seguir ―. Emmm, ya te contaremos mejor, lo importante es que hoy te vienes con nosotras.

Mañana no te pierdas a Karol Sacndiu: taconera, amiga, hermana, estrella, reina, mágica...