Otro martes más, estrenando este 2013 y en plenas rebajas. ¡¡Ayyyyy!!
No desesperes. Saca tu móvil, busca el blog de las taconeras y engánchate a la entrega semanal de "LA MOTA ROSA". Para cargar las pilas y relajarte con los problemas de... otros.
LA MOTA ROSA (XI):
PREPARADOS, LISTOS... ALLÁ VAMOS.
Las únicas conclusiones que saqué de aquella interminable
cena en la que Rafa y yo acabamos mirándonos con ojos de ternero en el matadero,
locos por salir corriendo, fueron que Emilia seguía sin gustarme ni chispa, que
su hija Basilea me caía aún peor, que Dora tenía un pase, y que las tres sin
excepción, y en particular mi futura madrastra (¡¡puaghh!!), estaban increíblemente
secas para lo mucho que zampaban. Menudo facturón le endiñaron a mi padre los
del restaurante.
Ahí es na.
Conclusión sobre conclusión: voy a quererlas del modo que sea. Lo haré por papá,
lo haré por papá, lo haré por papá.
¿Por quién lo haré? Por papá, por papá.
Pues también por papá estaba emperifollada como hacía tiempo
que no recordaba, en la puerta de un monumental edificio de la castellana, que
le pertenecía por completo, mirando con pavor la recepción como si el vigilante
fuese el mismísimo Freddy
Krueger al acecho. Este laberinto de oficinas encadenadas, estos casi mil
empleados, estas funciones y negocios diversificados me ponen el vello de
punta. Cuando ruge la marabunta. Quiero volver corriendo a casa y meterme
debajo del edredón, donde nadie me vea y pueda decidir a gusto de qué voy a
vivir en lo sucesivo.
Del pedazo de sueldo que me ha asignado mi padre, por
ejemplo. Un sueldo acorde a las responsabilidades que piensan exigirme, ni más,
ni menos.
—Vamos, Lola —me dije—, no te hagas la chula, estás pelada,
tienes la cuenta del color de la del anuncio de las compresas, todas esas
compras estúpidas pensando en la boda… Puto Hamilton… Necesitas un trabajo, tu
hijo necesita una madre responsable que traiga un sueldo a casa y tú vas a ser
esa mujer valiente que deja de temblar porque te vas a jorobar un tobillo con
los tacones, so mema.
Hay que ver la efectividad con la que me animo yo sola. Tiré
para adelante, saludé cordial a los seguratas y a los recepcionistas, no me
pidieron el carné ni nada y subí en el ascensor en mitad de un ejercicio
respiratorio que terminara de sosegarme.
Planta veinte. Joder, qué alto.
Mogollón de puestos de trabajo, más cristaleras. Leches, qué
lujo.
Nada más adentrarme en la moqueta, una chica espabilada,
morena y con pinta de eficiencia absoluta e incuestionable, se me echó encima
con la mano extendida y una sonrisa como una tajada de melón.
—Bienvenida, señorita Beltrán, es un honor contar con su
presencia entre nosotros. ¿Cómo sigue su padre?
—Bien, bien, está… bien —balbuceé. La chica me conducía con
sutil eficacia a un enorme despacho situado en el ala derecha de la planta y
conforme avanzábamos, todo el mundo se giraba a mirarme y a sonreírme. Suponer
que toda aquella gente emitiría su propio juicio sobre mi persona volvió a
robarme la seguridad que llevaba acumulada. Luego pensé que no era tan trágico,
había sido actriz durante casi cinco años y medio, expuesta a las descarnadas
revistas, a los cruentos programuchas de televisión y había salido airosa, no
tener trapos sucios que lavar es lo más recomendable en estos casos. Volví a
apaciguar los ánimos y a prestar atención al sermón de la secretaria, que la
pobre venga a hablar y no le estaba haciendo ni caso.
—¿Y te llamas? —indagué rezando porque no me lo hubiera dicho
ya. Por la cara que puso creo que sí, que ya me había informado antes y no la
había atendido.
—Maite, me llamo Maite Fortes.
—Pues encantada, Maite.
—Como le decía, soy la secretaria particular de su padre
desde hace tres años —pobrecilla. Y voluntariosa, empezó con todo el rollo
desde el principio, convencida de que no me había coscado de nada—, me encargo
personalmente de su agenda y de sus citas. Desempeñaré la misma función para
usted, si le parece bien.
Continuará...
Y mañana es miércoles. Pues como cada miércoles, las galletas de la suerte más sabias e ingeniosas de mano de mi súper-taconera Alicia Pérez Gil. No tendrás nada mejor que hacer que visitarnos. Seguro!!
Dichoso interés... Lo que hace un@ por un sueldito de ná :P
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ResponderEliminarYa ves. Y por querer a su padre. Y por agradar... Esta ha sido la última entrega de la BlogVela. Oooooohhh!! Lo sé, lo sé, lo sentís. Yo también, pero sigue creciendo y hay que publicarla así que...
R.R. (Martin)