De regreso de vacaciones, nenas delfín y pies izquierdos va la cosa...
—¿Un declaración de qué?
—Joer,
cómo estamos hoy, nena. Anda, toda tuya, nada de teléfono.
—Es
un trabajo en el cual tenemos que hacer una especie de reclamo, una
carta reivindicativa que sea totalmente el contrario a nuestra
verdadera personalidad.
—O
sea, una declaración de lo que te gustaría poder decir y te callas.
—Morena,
¿por qué tienes que retorcerlo todo?
—Qué
no, rubia de mi alma, solo es que... anda, va, léemela. Soy toda
oídos.
—Bien,
pero antes cabe aclarar que es una carta simulada y no mantiene
relación alguna con la realidad o hechos, pensamientos, actos...
—¿La
vas a leer ya?
Estoy harta de ser siempre condescendiente, amable, afable, cariñosa. Las chicas delfín también tenemos el derecho a ser cabronas si nos da la santa gana. Lloramos, sí, pero si queremos mandar a tomar viento el que sea mientras lo hacemos, podemos. Y oyes, ser delfín no significa ser estúpida. No significa que se puede pisotear y esperar que al levantar la cabeza sonriamos cada vez que eso ocurra. A veces supera, sobrepasa esa barrera de buenos modales y lágrimas ocultas.
Hoy tenía ganas de mandar a la mierda al mundo en general. De estos días que sabes que como no te pongas cinta en la boca, acabarás por cagarla. Y lo he hecho. Me he despedido por un segundo de mi manía de ser cariñosa y respetable, cambiando los papeles entre quienes hablan y los que escuchan y luego repasan en sus mentes todo lo que podría haberse dicho y se callaron. Hoy he decido ser mala. Mi delfín hoy tiene cuerno, le podéis llamar pez espada, yo prefiero unicornio pirata, que, cuidado, a mi unicornio no lo toca nadie.
Y hablando de unicornios, aquí viene otra: me paso por el forro del unicornio los pensamientos de mala hostia e envidias ingratas. Si molesta quien soy, por eso, aquello o trequello, mirad a otro lado, monada, que seguro las vistas son más gratas. No pedí ser cómo soy, y me gusta, me enorgullece sonreír cuando me da la gana, reírme como tonta si me place, y llorar en lugares públicos cuando una mota inesperada me emociona. Me gusta. Me hace sentirme viva. Vivir sobre la basura que intentan meter en mi cubo. Ya tengo bastante con la mía propia, si os sobra, os la podéis meter por el... el unicornio me acaba de mandar callar, que conste.
Hoy tengo ganas de joder. Y no en el buen sentido de la palabra, que esa es otra, las nenas delfín también sabemos hacerlo, pero, y haciendo acopio de mi última pizca de educación verbal por hoy, mejor me voy a callar.
Somos dulce, estrujables, y cariñosas cómo las que más. Podemos tener sabor a algodón dulce, y si te descuidas, te bajamos una nube y que camines sobre ella horas tras haber estado en un lugar que casi nadie ha estado. Pero si la cagas, si jodes ese momento, cuidadín, que el diablo también viste de Prada. Y yo, que de moda entiendo poco pero tengo una que otra cosilla clara, sé que un demonio con carmín en los labios y mirada dulce, es lo más peligroso que hay. Aunque ese labial sea rosa goma de mascar y que las pompas que hagas con este sean de jabón.
Porque mi enseñaron que todo el mundo necesita y es necesitado. Y por ello, que, si me necesitan, saber estarlo. Pero la parte en la que si necesitas, de pronto, todo el mundo está ocupado, oyes, a esa clase la que faltó fui yo al parecer. Pero entonces me quedo con lo dicho por mi padre: “Haz lo que te haga feliz, aunque eso duela al principio”.
Así que aquí estoy, con mi día que empezó con dos pies izquierdos y con demasiado echar de menos dentro, lo que, inevitablemente, hace que las chicas delfín nos convirtamos en una bomba de relojería.
Terminaré esa carta desahogo antes de las doce, que dos días seguidos ya sería demasiado, y para ello, voy a usar una misma frase resumiendo lo enseñado por mis profesores, con educación, frase hecha, y para hacerme de sonreír:
Hoy tengo un mal día, siento si os molesta, por mí, podéis iros a la mierda, pero con cariño, heim, sin acritud, porque yo, al fin y al cabo, solo quiero haceros sonreír.
Hasta la semana que viene, si no me ha encerrado el unicornio como castigo por ese desvarío para entonces.»
—Me
parece que no has hecho lo que te pedían en el trabajo, rubia.
—Amos,
¿cómo que no? He escrito una carta...
—Diciendo
exactamente lo que dirías tú de estar hasta el toto de todo en
general. Lo único que has puesto distinto es el unicornio que ya
sabes que es cosa mía.
—Pues te equivocas, yo no hablaría así porque...
—Te han llamado hace un rato. ¿Quieres saber quién era?
—No me importa y si vuelve a llamar, ¿que le den con una sartén!
—Ya, ya, una carta sin ninguna clase de sentimientos reales, lo que tú digas, rubia...
Y el lunes no os perdáis a So Blond y su Blond Mind...
***
Es lo que tienen los delfines..., que al ir bajo el agua tragan..., y tragan..., y cuando el agua les llega al nivel de la garganta tienen que explotar, y entonces..., ay, entonces..., mejor cambias de continente.
ResponderEliminarTodo el mundo necesita y es necesitado, pero no todos saben estar. Aceptarlo debes, porque sangre mala hacerte bueno no es. Decepción, negación, aceptación, tachón en agenda, y otros peces buscar debes.
Suerte tienen las gemelas que se ayudan entre ellas aunque se piquen y se digan de todo, y suerte del unicornio, y suerte que hay "nenaaaaaaaas!" que estan y dan :-)
Jooooooooooooo si lo has dicho todo, rana mía, tó tó tó...
EliminarPensar debes en lo quien se amado merece.. y un día de furia a veces es necesario, por todo eso de borrar la agenda y hacer tachón en el calendario...
Sí, ellas tienen suerte, y yo la de tener unas cuantas gemelas y gemelos conmigo, además de mi unicornio que sé que está ahí así que lo necesito:D
besossss
Mi karol, que te quiero más, así como eres, muackssssssss
ResponderEliminarAinsss, y yo a ti, nenaaa!!
EliminarCon días así que te quieran, no tiene precio...:D
Besosssssssssss