¿Qué hacer antes de los 30? La última hazaña del año...

 

Y el 2012 se va para siempre… 

…y los treinta están a la vuelta de la esquina, escondidos y remolones -por suerte.

Es el día 31 de diciembre “noche vieja”, (aunque siempre las confundo: noche vieja – noche buena… que combinándolas pueden ser las dos tranquilamente, pues todos buscamos que la despedida del año sea triunfal o al menos divertida)

En cambio yo busco una hazaña, la gran hazaña con traca incluida para rematar el año.

Me pongo a reflexionar y la verdad desde que he empezado esta terapia “venerdiana” compartiendo con vosotros mis últimas caricias veinteañeras, descubro que ¡sí! que he hecho cosas, me siento hasta orgullosa.

Lo que comenzó con un inocente robo de un monísimo bolso florido al día de hoy se convirtió en mi día a día, un estimulo para seguir adelante.

No he tenido un coma etílico (pero casi), me he colado en una boda, he sido madre por un día, he besado a una mujer y algo a más, he rechazado una propuesta formal de novio, he viajado sin rumbo, soporté un día (o medio) de acampada, me he enamorado, he llorado mucho y para rematar mis metidas de pata ¡me han secuestrado!… y eso no tuvo nada de festivo, ni de valiente.

También hace unos días, me he mudado de piso. Las cajas de cosas viejas y buenas siguen a mi alrededor, el abogado (el que a base de amenaza confesó que está coladito por Irene) me pidió por favor que reserve las directrices de mis últimas andanzas, pues aunque Yago siga detenido, será un caso muy largo.

Pero a lo que vamos, ¡hazañas! ¿Qué hacer antes de los 30?  

Esa noche me dirigía guapísima a celebrar fin de año con mis taconeras, con mi vestido rojo al cuerpo que  se escurría entre paso y paso por mis piernas. No tenía prisa, estaba llegando a tiempo. La cita era en la casa de Regi, es una gran anfitriona, recordaba la primera vez que vi a mis taconeras, que chiquita me sentí y de repente en plan manada me acogieron y abrazaron. Y los que ya me conocéis sabéis que tengo una tendencia cariñosa compulsiva, es decir: me encantan los abrazos.

Pues sí, con el móvil en el bolsillo del abrigo del cual pispiaba cada dos minutos las actualizaciones y los whatsApp, ¡zas! se me cae al suelo.  

Fue a causa de un torpe tropiezo con otras dos mujeres que también iban a paso de flamenco en busca de excesos.

Y  sí, al levantar la vista del suelo, lo vi claro, la tienda con luces de neón e ilustraciones sacadas de mis más intimas alucinaciones me invitaba a entrar.

―¿Dónde? ―pregunta el dependiente.

―¿Aquí? ―respondo señalando el destino.

―Hoy no es un buen momento, no podrás comer ―admitió con ganas de cerrar el chiringuito y deshacerse de la rubia loca.

―¿Beber sí, verdad? me da igual, hazlo― corté entusiasmada mientras una espesa saliva bajaba por mi garganta convirtiéndose en piedra y lastimando mi estomago envuelto en nervios.

―Pasa por aquí, quítate el abrigo y bebe esto ―indicó el punk-gótico-tatuado o queseyo que tipo de ser tenía frente mío.

―¿Estas segura? ―volvió a insistir con el aparatillo en la mano y sus guantes negros.

―Sí, es mi última hazaña de 2012 ―contesté hecha caquitas.

―Aja, abre la boca. ―dijo él con una mueca de superioridad. 

¡No te rías! ¡Qué no te rías!

La hinchazón que ya dura dos días hace que hable peor que un teletubbie.

En fin, despido el año a la ¡gande, vedad?!

Feliz año a todos mis amigos y lectores

NO TE PIERDAS A KAROL SCANDIU MAÑANA SÁBADO!!!!