Aquí
estamos, a dos de enero de 2013 con casi todas las tareas finalizadas. O sea,
yupi. Me dicen mis informadores que lo mío viene de Japón, que allí también les
da por atarse un pañuelo a la cabeza y limpiar la casa de arriba abajo. Mis
informadores no entienden esta tradición nipona. Yo no la conocía, pero la
practico. Si no es el mismo día uno, es el 31. En cualquier caso, la primera
semana del año es como el génesis: separa una luz de oscuridad, tierra de
aguas, coge bolsas grandes de basura, se deshace de todo lo que no sirve para
maldita la cosa y, vacía la casa de trastos, se afana en llenarla de nuevo.
¿Japón,
Nietzsche? A mí por estas fechas se me pone cara de eterno retorno: ¿Pero esa
figurita horrenda no la había tirado ya el año pasado? ¿Es que he vuelto a
comprar el mismo libro, el mismo vestido? A veces pasa. El cerebrito humano
hace estas cosas raras: te presenta una y otra vez los mismos conflictos, hasta
que los resuelves. Como un profesor de matemáticas sádico que te pone una
integral tras otra con la misma pinta y distintas cifras. Le importa tres
narices que llores, que patalees y que le ofrezcas sobornos mil. O resuelves la
integral o seguirás conociendo a hombres acuario que te desestabilicen, a
mujeres aries que te supongan un reto, trabajarás para personas que te ponen
los pelos de punta… Lo que se os ocurra.
Este
año, de momento, solo he limpiado el polvo del salón (miedo me da mover el
sofá; los gatos lo usan como escondite del tesoro). He condenado a la papelera
a algunas figuras rotas, no he repasado los libros aunque me consta que debo,
he encontrado envoltorios de pipas garrapiñadas y lo he dejado todo más o menos
como estaba. Vale, he mandado muy, muy lejos un cubo mágico que no veía manera
de componer. Estaba el capullo en zona de creatividad y me temo que impedía
algunos avances en este sentido.
Sí,
además, de Japón y Niestzche, me visitan en ocasiones recuerdos de una época en
la que estudie feng shui. De hecho, a pesar de no tenerle mucha fe, se
reconocer cuándo funciona: mi zona de prosperidad está hecha una chufa, la de
carrera acumula herramientas que uso solo a medias, la de salud y familia se
encuentra también manga por hombro… ¡Qué se yo! Mires la vida por donde la
mires (la vida, la casa, la novela a medio escribir, lo que mires), se ven
huecos, pespuntes, elementos de mejora. A ver, que lo mismo los veo yo nada
más. A lo mejor a la que le falta un herborcete es a mí, pero por lo que leo y
hablo con otros, me da en la nariz que no.
Y
aquí quería yo llegar: estamos un poco como sin cuajar. Es normal. Nos dan una
vida, la dividimos en porciones que podamos comer y nos lanzamos a ellos sin
mucho orden ni concierto. Hay quein cree que sí, que está todo ordenadísimo en
su universo particular. Entonces llega una brisa, les desbarata su castillo de
naipes y ya están como nosotros: los perdidos, los incompletos, los tontos del
haba que no conocemos nuestro destino.
Para
nosotros precisamente se han inventado los días 1 de enero y los propósitos de
año nuevo, las agendas, los calendarios, los planificadores electrónicos y
demás zarandajas herramientas indispensables. Con su ayuda diseñamos un
año lleno de logros personales, de pequeños éxitos que nos proporcionan una
sensación de seguridad impagable. Veréis, yo, mientras estoy sentada con mi
agenda nueva, mis marcadores fluorescentes de no menos de cuatro colores, mis
bolígrafos y mis listados interminables, soy feliz. Así, con las cinco letras.
Que sí, que a estas alturas ya sé que los propósitos me van a durar lo que un
caramelo a la puerta de un cole público (los niños de la privada no cogen cosas
del suelo), pero ¿Y lo que disfruto imaginando a la Alicia renovada, la que ha
terminado la reforma del baño, doce novelas, cuatro blogs, una web de
fotografía, ha adelgazado 15 kilos, folla todos los días dos veces, hace
ejercicio, se maquilla cada mañana, sonríe siempre aunque quiera matar a
alguien y hace todas esas cosas que yo siempre he querido hacer pero no he podido?
Esos momentos son la RE-LE-CHE.
Solo
que en esta ocasión tengo un pre-propósito que cumplir. Antes de lanzarme a mi
lista infinita de promesas para incumplir, voy a escribir, en el encabezado de
la página, una verdad que conozco: Querer
es poder. Y debajo no escribiré nada que de verdad no quiera. No hay
mayor sabotaje que proponerse objetivos que no quieras cumplir. Así, de
repente, se me han borrado de la cabeza como doce cosas que no me apetece nada
conseguir. Por ejemplo… bueno, da igual lo que sea. En breve, quizá la misma
semana que viene, os hablaré de los resultados que no serán pro-pósitos, sino
pro-yectos.
¿Vosotros
tenéis?
Besos
mil.
Y no, el vídeo no tiene mucho que ver, pero el títuo sí...
Mañana, con mucho más que contar, secretos que revelar y lo que se tercie:
La Ali ha usao la palabra follar..., la Ali ha usao la palabra follar..., la Ali... :-)
ResponderEliminarYo hace años que no hago propósitos de año nuevo. Por contra cada noche hago una lista nueva de "to do", así que no se yo si en el fondo...
Pero vamos, nunca es lo de "me tengo que apuntar a un gimnasio" ni cosas parecidas, como es de un dia pa otro..., yo con dejar de fumar ya conseguí una gran cosa que vale pa 10 años, asi que aun me quedan 2 para apuntarme al gimnasio o algo por el estilo :-)
Pero sí.., mismas acciones con distintos resultados..., va-ser-que-no...
Yo (a topos azules y amarillo limón)
Es que el amor no se hace, colega... Llevo reivindicando lo de follar unos añitos ya :)
ResponderEliminarPues por alusiones, como profe de mates, diré que la vida, como las integrales, no es una tortura. Y si recuerdas, un método de resolución de integrales era "por partes", con aquella famosa regla de "Un día vi un valiente soldadito vestido de uniforme". La vida se vive por partes, y casi siempre inconclusas..para que como sudoku podamos resolverlas sin aburrirnos. Querer es poder, y querer es vivir.
ResponderEliminarManu
Pues yo de las tontas, tontas no soy, pero integrar es algo que no conseguí aprender. Derivaba que daba gusto, pero integrar... Brrrrrrrrrrr
ResponderEliminarPor partes siempre es mejor, sí :)
ResponderEliminarNena, cuando he leído tu lista de propósitos deseados, me he estresado. Muuuucho. Follar dos veces al día? Y encima hacer gimnasia? Uff...
Por cierto, yo también odio las integrales y tengo una anécdota al respecto que te tengo que contar... La repera.
R.R.