lunes, 25 de febrero de 2013

From my Blonde Mind: Cambios y Cosas.



Una de las mejores cosas que te pueden ocurrir es que el mundo, el universo, los hados, lo que sea mueva toda esta mierda, se conjuren a tu favor, o en tu contra ,según se quiera entender, y te den ese empujoncito o esa patada en el culo que te hacía falta para llevar a cabo un proyecto muy recomendable y necesario, que, por cosas de la desidia, habías pospuesto de forma, digamos, indefinida.
Bueno pues ese momento ha llegado, me ha llegado, es muy real, y me ha golpeado en la cara con toda la fuerza de los astros enfurecidos (zas en toda la boca) y sin solución de escaqueo finta o regate.
Me explico, esta fuerza descontrolada de la naturaleza tiene un alias terrorífico: «Cuqui»; y apellidos, los míos propios (Y no, no estoy embarazada. Por fortuna no ha permitido la sabia Naturaleza aún semejante desmán). La susodicha, mentada con anterioridad y carne de mi carne, no es otra que mi hermanita pequeña que, al ver mi nefasta alimentación y estilo de vida basado en orgías y barbitúricos (ejem, eso argumenta ella) ha decidido hacerme una laaaaaaaaaaaaaaarga visita sin opción a parlamento. Puesto que mi estudio/despacho está amueblado igual que mi cabeza; o sea, con un gusto impecable pero no del todo comprendido por el resto de los mortales y presta una utilidad un tanto dudosa ,pues llegamos a la conclusión tras una larga reflexión (muy larga, sí, duró unos treinta segundos) de que hacía falta una urgente reestructuración.
Así que, sin más dilación, nos pusimos manos a la obra y es aquí cuando comienza la apoteósica crónica de mis desdichas y sufrimientos sin parangón. No busquéis en los libros de historia, ni tampoco referentes en la literatura, pues no existe constancia de una guerra más cruel, de una separación más dolorosa o de un amor igual de puro truncado por el deber y la necesidad que el mío al verme en la penosa obligación de separarme de tantas cosas atesoradas durante infinidad de años con toda la dedicación y ánimo compulsivo de una mente tan exquisita y selectiva como la de la rubia que subscribe.
―No sufras―intentó consolarme mi hermana al verme tambaleante y sudorosa― No tiras las cosas, solo las llevamos al trastero.
―¡Al trastero! ―gemí yo― A esa lúgubre mazmorra, a esa sede del inframundo donde se depositan los objetos para que de forma lenta e insidiosa vayan siendo olvidados, y así, su tránsito hacia el sueño de los justos sea menos doloroso para sus propietarios. No, no intentes convencerme, es una traición en toda regla hacia el frikismo. Buaaaaah, mis muñecas.
―Uuuuuh, esto de la conveniencia va a ser jodido

Pero hay que madurar, aprender a diferenciar lo contingente de lo necesario, lo superfluo de lo esencial, Y sobre todo a no aferrarse a los bienes materiales, a practicar el desapego. El dolor es un engaño de la mente. Hay que dejar las energías fluir y que te inunde toda la paz y serenidad del cosmos.
Inspira, siente cómo el aire penetra en tus pulmones y recorre todo tu cuerpo. Abre la caja. Sí ,sí, esa que encontraste en un contenedor de reciclaje de cartón, o esas otras diez que te dieron en un supermercado, mientras empezada a lloviznarte encima y te dabas cuenta de que la ropa, que habías tendido, ya debía (en pasado) estar seca (ahora, claro, ya no lo está. Lo bueno; continua en las cuerdas, por lo que sigue en el buen camino. Algo menos en lo que pensar).
No mires, solo mete las cosas dentro. Primero libros, que hay muuuuuuuuchos. Te das cuenta de que tu biblioteca es de lo más variada: casi todo lo escrito por Vázquez Figueroa, ¡Qué buen escritor! Capaz de crear desde títulos magníficos, como toda la saga de Cienfuegos, hasta otros de nivel cagarro de mico, sin perder por ello la capacidad de distraer y hacerte pasar un rato agradable; Caballo de Troya de J.J. Benítez, un truño juruño, pero todo una oda a la imaginación y al morro; Gato Mágico, autor, Nisu, un básico en cualquier biblioteca, sobre todo en la de su madre. ¡Espera! Robert Graves. Uuuuh sin este no puedo estar, al montón de los que se quedan; Indro Montanelli, ¡si es de mis preferidos! No, no. Mis gramáticas, por descontado que se quedan todas; los libros de arte, también; los manuales, sería un sacrilegio y ¿Cómo sé yo si mañana no va a ser una cuestión de vida o muerte aprender a hacer circuncisiones a crustáceos? ¿Cómo, eh, eh? 

En fin; tras una larga lucha interna, conseguí embalar unas cuantas cajas, listas ya para llevarlas al trastero. Entonces surgió otro pequeñito, chiquitín, casi insignificante problemilla. El trastero estaba hasta los topes y no entraba ni una compresa extrafina. Aaaainnnnnnnnnnnnng, la hostia puta.
«No hay dolor; tú puedes, con lo lista que tú eres, So Blonde, y qué pelo más bonito, ¿te vas a rendir, tú, So Blonde? Pero si tienes un culo para partir nueces, So Blonde. Anda y tira, que no hay mal que cien años dure, So Blonde.»
 Habló Kant, mi Pepito Grillo particular, aunque, sin duda, percibiréis un ligero cambio en su léxico y entonación. Es que, desde que quedé con la Bru, el pobre no ha vuelto a ser el mismo.

Así que, allí nos vimos, vaciando el trastero y pudimos encontrar objetos de lo más asombrosos: Una bicicleta estática del año la tana (la de veces que había yo pedaleado en ella mientras veía en el ordenador Mujeres Desesperadas); una abeja de peluche gigante de esas de la jalea real que adornan las farmacias (no preguntéis cómo llegó a mis manos porque esa es otra aventura surrealista que daría para otra entrada, baste con decir que los protagonistas son un tal Doc y uno al que llaman M); un ventilador roto y piojoso; estanterías varias ,resto de la mudanza de mi amiga Zoe, y algún que otro cachivache más. Lo subimos con no pocas complicaciones y alguna que otra situación comprometida (los tacones y el pijama no es la mejor combinación de vestuario para que te vean tus vecinos) y también descubrimos un servicio nuevo que ha implantado la Comunidad de Madrid, TeleCalé, creo que se llama y, oye, es tan eficiente que ni que avisarlos tienes. Llevan ellos un dispositivo de localizador intracraneal que te lee el pensamiento, y allí donde se los necesita, aparecen solitos para resolverte la papeleta con su fregoneta. Tan amables me parecieron que me dieron ganas de pedirles el teléfono para la próxima vez que requiera de su ayuda de deshacerme de trastos. No obstante, me quedo tranquila porque sé que ellos, al igual que los superhéroes, no duermen, velan por la tranquilidad de los ciudadanos.
Conclusión de toda esta historia, (porque a todo hay que darle una vuelta de tuerca que de lo contrario no me quedo yo a gusto): no hay que aferrarse a las cosas materiales; se debe practicar el desapego como búsqueda de la felicidad.
 Y la más importante: Los hados son unos hijos de mala madre, que se aburren mucho en la inmensidad del universo, y, por eso, tienen que buscar alguna excusa con la que joder a los mortales.
Ahora vais y lo twiteais.

Regina viene de su RODAJE, así que estará más petarda que de costumbre, no se lo tengáis en cuenta y leed su Mota Rosa.

3 comentarios:

  1. Has enviado al trastero a tus peluches? Dime que al menos has salvado al de color verde, anda! :-)

    Mensaje para Cuqui: Como se te ocurra hacer de ella una "dama" te vas a enterar, aunque con suerte algo de ella se te va a pegar ;-)

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  2. Yo no me responsabilizo de los cambios acaecidos en el léxico Kantiano.

    A ver si em entero de dónde llegan los huevos que se mandan, porque van a tener allí el colesterol a la altura de las nubes.

    ¡Manda huevos!

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