martes, 19 de febrero de 2013

LA DIETA ETERNAAAAAAA...








Hay cosas en la vida que deberían, sin discusión, ser eternas: el primer beso, comerse una palmera de chocolate, cuando tu padre te comenta lo orgulloso que está de ti, aquel aplauso del día del estreno en el teatro de aficionados… Sin embargo, para nuestra desgracia, en esos álgidos y maravillosos momentos el segundero corre que se las pela y todo pasa sin volver a repetirse.

Lo único que permanece intacto e inmutable en nuestra vida (bueno, en la vida de la mayoría de nosotras, motas rosa) es el puñetero “estar a dieta”. ¡Qué ascoooo!

A saber: nos ponemos a dieta después de cada navidad, antes de la semana santa y del verano (la operación bikini es ya un clásico), e invariablemente, todos los lunes. Nos llenamos de buenos propósitos, nos creemos con la voluntad suficiente como para llegar hasta el final sin hacer trampas y por supuesto, antes de comenzar la dieta, nos pegamos un buen atracón de todo lo habido y por haber “para despedirnos”.

Ay, qué excusa tan socorrida. Yo la utilizo cada dos por tres, qué queréis que os diga.

 La verdad es que comemos de pena; tenemos una asignatura pendiente en el cole: nutrición. Comemos pero en absoluto nos nutrimos. Si lo hiciésemos, nos harían falta menos cremas y muchos menos tratamientos de belleza, los kilos de mas no nos amargarían la vida y tendríamos, de ordinario, mejor humor y una piel reluciente. ¿Por qué diablos nos enseñan a memorizar las ciudades en los mapas y no nos adiestran acerca de los alimentos y su tremenda importancia?
Las mujeres somos esclavas de la dieta, de los kilos de más que pensamos que nos sobran, siempre hay algo de lo que deshacerse a toda velocidad. Las tiendas nos vuelven locas con sus cambiantes tallas; la necesidad de estar perfectas para ciertos eventos sociales nos llevan a cometer auténticas atrocidades con nuestro organismo; la dieta Ducan es, a medio plazo, terrible para el hígado (recordad que solo tenemos uno y que debe durar, en lo posible, toda nuestra vida) y todos los edulcorantes que emplean en las bebidas y alimentos “Light” son cancerígenos activos o en potencia.

¿Por qué nadie nos enseña qué es exactamente el aspartamo? ¿Cuándo nos piensan aclarar por qué los E seguidos de un numerito en la etiqueta impresa de los alimentos se refieren a aditivos cancerígenos? ¿Que para que los bífidus que nos venden a bombo y platillo hicieran efectivamente la labor que prometen necesitaríamos ingerir alrededor de un kilo diario de yogurt? ¿Que el dolor y el pánico que sienten los animales sacrificados a la hora de morir “inyectan” hormonas y sustancias altamente tóxicas en la carne que luego nosotros consumimos?


Madre mía, el negocio en torno a la alimentación y a las dietas da miedo, no para de crecer y da pingües beneficios, os lo aseguro. No nos dirán la verdad ni nos informarán porque ello llevaría al traste sus magníficas empresas. ¿Qué queda? Responsabilizarnos de nuestra propia salud, informarnos por nuestra cuenta, buscar alimentos lo más sanos posibles y enterarnos de qué comemos.

La mayoría de las veces que gritamos “necesito ponerme a dieta” nos sobran menos de 6 kilos y casi todo es inflamación. Los “malos alimentos” además de no nutrir, nos hinchan. Los precocinados tienen tal cantidad de sal que retenemos líquidos (la temida celulitis). Cuando nos privamos de comer, cuando pasamos hambre, estamos de un humor de perros. ¿Merece la pena? ¿No es preferible sonreír y ser feliz en lugar de extremadamente delgada? A fin de cuentas… ¿lo que busca la mayoría de la gente no es gustar a los demás? ¿Y no gustas más si no echas chispas, rayos y centellas por la boca?

Que sepas que el positivismo y una risa franca y sincera atraen mucho más y mejor que una cintura de avispa. Muslos torneados y culo prieto (otro día hablaremos de los milagros del deporte) combinados con cara de acelga pocha, sirven de poco. El efecto es efímero y luego te quedas sola… eso sí, con tu cintura divina.





 Y mañana... Ya sabéis. Las mejores galletas del mundo, las de la suerte, las de mi amiga Alicia Pérez Gil.

3 comentarios:

  1. A dieta de disgustos. Es de lo único que me privaría yo. Y de infelicidades

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  2. A veces vosotras mismas os veis como en la tele, que engorda. Aparte de que aunque querais reducir donde os molesta, el cuerpo es mu kabrito y reduce antes en otros sitios. Entre abrazar hueso y tocar chicha prefiero abrazar sin miedo a romper.

    Por cierto, no todo E-xxx es nocivo, para muestra algunos:
    E-101 (vitamina B)
    E-300 (ácido ascórbico, vitamina C)
    E-306 (vitamina E)
    E-330 (ácido cítrico)
    E-260 (ácido acético; vamos, el vinagre de toda la vida)
    E-508 (cloruro de potasio; la sal común es cloruro sódico)

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    Respuestas

    1. Ya, churri, pero sintético... ajjjjco...

      Besos muchos (y auténticos)

      R.R. (Martin llega mañana)

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