¡Oh,
San Valentín! ¿Ya es esta fecha otra vez? Valentín rima con tin-tin-tin, el
canturreo de las monedas saltando felices en un monedero lleno. No el tuyo, por
supuesto, porque si quieres aparentar normalidad y bailar en la danza social de
lo que está aceptado y lo que se espera que hagas, vas a tener que desembolsar
pasta para hacerte con unas flores, una cena romántica en un restaurante
abarrotado de parejas que se miran embelesadas, o algún regalillo exótico.
Afortunadamente no lo vas a tener muy difícil: La industria se pone rápidamente
en marcha (como en Navidad, oiga) y te ofrece un sinfín de productos que
ensalzan el símbolo internacional del amor: El idealizado y súper reconocible
corazoncito, normalmente de un rojo intenso. Porque el amor es rojo, como la
pasión. Queda precioso cuando lo compras en forma de peluche abrazable (no lo cojas
al revés, porque el símbolo del amor parece un culo cuando lo pones boca
abajo), bombones escondidos en cuerdísimos envoltorios de todos los tonos
homologados para la ocasión: desde un elegante borgoña a los más histéricos
chillidos de rosa. También encontrarás monísimos ositos con globitos donde se
lee: "¡TE AMO, COSITA!" o "¡ERES LA PERSONA MÁS ESPECIAL,
WOOPE!" y mil cachivaches más, todos preciosos y muy aceptados. Porque de
eso va todo esto. El lema es: Compra algo, vete a pasa, y supera la tesitura
con dignidad, porque…¿quién puede poner mala cara a una de esas tartas del
Mercadona que están rellenas únicamente de crema, pero que tienen la palabra
LOVE encima, y que cuestan solamente quince eurazos de millón? Eso sí, poned
cuidadín que no todo vale, que servidor ha visto cacerolas rojas con forma de
corazón para regalar en San Valentín. Casi me imagino la escena cuando el pobre
diablo le presente semejante cosa a pareja o parejo.
Para los más atrevidos hay otra serie de movidas: Esposas de
color rosa (¡woohoo!), atrevida lencería (y ropa interior para él, abotargada
de corazones, por supuesto) amén de decenas de miles de juguetes eróticos mil.
A mí esto ya me parece mejor, porque son cosas que (si tienes suerte) usarás
más de una vez. Pero oye, cada cual que se agarre a su palo.
Odio ser el grinch de tan señalada fecha, de verdad. Sé que hay
muchas damas y caballeros que esperan la fecha con ilusión, y me parece
perfecto. Los ingleses tienen una frase perfecta para esto: "Whatever
floats your boat" (Lo que sea que mantenga tu barco a flote), pero
personalmente me toca un poco las narices que la industria del consumismo me
diga cuándo debo decirle a mi mujer que la quiero, y cuándo toca irse a la cama
temprano. Cuando se convierte en una obligación impuesta por las grandes
superficies y las normas sociales, como que la cosa se viene abajo, oiga, y no
hay tarta del Mercadona que consiga solucionar la papeleta. Los publicistas,
sin embargo, se esfuerzan mucho por transmitirnos un estupendo mensaje: Si le
regalamos a nuestra novia de turno el último bolso de Prada "Colección San
Valentín" (una cosa extraña, de un rosa con corazoncitos, ¡claro!)
tendremos plan asegurado. Plan no sé si habrá… pero lo que sí es cierto es que
el mensaje funciona, y cómo. Oye, El Corte Inglés no invierte un montón de
pasta en carteles mil, recordándonos que "San Valentín se acerca"
desde un mes antes. Todo ese trabajo de cartelería y publicidad tiene sus
frutos. San Valentín mueve ya unos diecisiete mil millones de dólares americanos,
y solo en Estados Unidos. Eso son muchas rosas, muchas tartas de Mercadona (que
en Estados Unidos tiene un nombre mucho más sofisticado, pero que es lo mismo,
oiga) y toneladas de bragas rojo-pasión. Nadie se da cuenta del truco, o a
nadie le importa, porque la cifra se incrementa cada año. ¡Naturalmente que lo
hace! porque si caíste en la trampa de regalar a tu amada un bolso de Prada,
¡ay amigo!… no le vas a regalar algo más cutre este año, digo yo. ¿Cuál sería
el mensaje, entonces?, ¿cariño, este año te quiero menos? Impensable. Esto es
un crescendo imparable que desembocará, irremediablemente, en una carísima
pulsera con diamantes. O un cochazo rojo-pasión, si es que tienes pasta en esos
bolsillos que gastas. ¡Ah, amigos! Como decía el Almirante Ackbar en El Retorno
del Jedi: "¡Es una trampa!".
Lo siento otra vez, es que San Valentín me pilla con el cupo
lleno. Cuando llega la fecha, tengo la bolsa llena. Se llena todos los días,
con el amor de mis hijas, mis amigos, y de gente desconocida que me escribe y
me habla de cómo han disfrutado con mi trabajo. Todo eso es amor. Y los detalles
son los detalles, claro que sí, pero mi mujer, por ejemplo, los tiene siempre
conmigo. Los tiene cada día, sin importarle la fecha. Una vez se bajó a la
piscina y formó un corazón con casi medio centenar de velas. Cuando bajé estaba
ya oscuro, y quedaba precioso. Realmente me hizo sentirme como un colegial en
la primera cita; había algo de viento y pude imaginar el periplo que la pobre
pasó para mantenerlas todas encendidas. Pero precioso era, y mucho, y de cosas
así podría escribir un libro entero.
Mi mujer me dice que me quiere todos los días, a todas horas.
Cuando me escucha, cuando me apoya, cuando intenta manejar con tacto mis idas
de olla, interesándose por lo que hago, con pequeños gestos cotidianos. El amor
es como una chimenea: Hay que alimentarla constantemente, o se acaba apagando.
Yo amo con locura a mi mujer, trabajo en casa y estamos juntos los veinticuatro
horas del día, siete días a la semana; me acuesto y me levanto con ella, y
cuando dejo de tenerla cerca unas horas, me siento incómodo y raro. La amo,
pero cuándo y cómo se lo digo, a San Valentín no le importa.
Quedo en deuda con Carlos Sisi por esta entrada especial. No os creáis lo que dicen de él en las redes, es aún mejor. Muchas gracias, nene.
So Blonde.
El segundo día de la semana es de Regina Roman y su Mota Rosa, no tengo ni idea de qué ha preparado para la semana más pastelosa del año. Mañana lo descubrimos.
Muy bien, esa es la pura verdad, el amor no necesita días especiales, sino que todos ellos lo sean, a ser posible. Claro que el que no desee entrar en ese círculo infernal que son los días de.. con sus regalos y todo lo demás, puede no hacerlo. Pero no olvidarse de que a partir del 14 Febrero, hasta el 13 Febrero del año próximo todos los días son el día del amor.
ResponderEliminarFeliz San Valentín a todos! Y muy especialmente a los directivos del Corte inglés
ResponderEliminarJajjajaj, qué bueno xD Me encanta la iniciativa, y si te traes a individuos tan variopintos como Carlos, entonces más xD Un besote! :)
ResponderEliminarAcertado no, lo siguiente. Lo suscribo como si lo hubiera escrito yo, en el hipotético caso de que fuera capaz de juntar letras, palabras e ideas así de bien ( o la mitad, o la cuarta parte, o ... )
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