lunes, 18 de marzo de 2013

From my Blonde Mind: En lo más oscuro del más profundo pozo.


La ciclotimia es muy mala. Creo que en eso estamos todos de acuerdo. Por desgracia, la mayoría de las mujeres, y si me apuras, también muchos hombres, la llevamos de serie.

¿Eso qué significa? Pues que debemos estar preparados para que sin previo aviso se presente y amenace con jodernos bien. Sin embargo, el entendimiento, la aceptación y la comprensión de nuestro estado es un primer paso en la lucha contra ese agente patógeno que amenaza con doblegar nuestra voluntad y alterar nuestros planes.

Revisemos los síntomas: Tú estás tan tranquila, normal, haciendo tus menesteres de rubia sin molestar a nadie y, de pronto, notas que algo en el mundo no va bien, (esto no es ninguna novedad todos sabemos que el mundo está hecho una mierda). Las cosas están raras y lo que es peor, a ti, te empieza a entrar una pena enorme y a cuestionártelo todo; ¡pobrecitos topillos! Viven bajo tierra y nadie los quiere; los anuncios, no ya las noticias, te arrancan lagrimitas que te sientes incapaz de reprimir porque cualquier cosa es superemotiva, también tienen la culpa los cabrones estos de la publicidad que buscan tocarte al fibra sensible. ¿A qué viene que un banco te cuente la historia de Mengana, que salió de su pueblo para estudiar en la capital en un alarde de superación personal, después de que ocho generaciones de su familia se dejaran la espalda breando con los mares y sus tormentas, o se partieran el lomo de sol a sol en un campo de nabos, para que, por fin, Mengana, con ayuda de una entidad desinteresada, pudiera romper el círculo de perpetuación a la miseria y acceder a alguna de las becas Chusgins? No, no, no, así no vale porque, claro, tras haber conocido a Mengana ya no te sientes igual cuando acudes a la sucursal a que te intenten vender unas preferentes, o que después de diez años trabajando con ellos te dejen la cuenta al descubierto si te faltan diez céntimos para pagar un recibo, o traten de endiñarte una hipoteca basura para que puedas cumplir tu sueño burgués de ser propietario de una choza tercermundista.

En definitivas cuentas, debe quedar bien claro que este no es un buen momento para tomar ninguna decisión importante. O incluso podría decir más, este no es un momento en el que tomar decisión alguna.

De hecho, lo ideal, sería quedarse en casa y hacer lo menos posible, pero como soy consciente de que esto es una quimera, ya que siempre hay obligaciones que nos reclaman; jefes a los que aguantar, niños y mascotas a las que alimentar, trabajos urgentes que entregar, etc. Entonces, lo más conveniente es tirar de esas clases de teatro que creo que casi todos recibimos sino en el colegio, en el instituto, y nos imaginemos un personaje que interpretar. No voy a ser este flan gelatinoso y llorica, voy a fingir que soy una mujer segura y de mi tiempo, que puede ir a tres reuniones, hacer la casa, la compra, me escribo tres entradas, me recorro ocho kilómetros con tacones y ¡Oye! Ni me despeino. ¡Qué gran actriz se ha perdido el cine español!

Después llegas a casa, te bajas de los stilettos, te quitas el maquillaje y te preparas un té. Te duele la mandíbula de apretar los dientes y sonreír cada vez que sentías deseos de estamparle a alguien algo en la cabeza; y los ojos te es escuecen de intentar reprimir las lágrimas cada vez que algo te frustraba. Pero ya estás en tu hogar, calentita, y a salvo y puedes dar rienda suelta a todas tus majaderías. Te comes cinco bollos de chocolate, dieta que para hacer más variada y equilibrada alternas con unas patatas fritas y algo de helado. Tras esto, te sientes culpable y te recriminas, te flagelas y prometes hacer propósito de enmienda, pero ya si eso empiezas mañana o pasado; que el día de hoy ya está echado, y, a fin de cuentas, no te apetece una mierda hacer ná. Te mientes a ti misma, la auto indulgencia es un acto de caridad hacia quien más lo necesita. Y, hala, el resto de la tarde libre, chupi. Opciones: Irse de compras, no, por muchas razones; la primera que con el ánimo que llevas seguro que vuelves cargada con un hábito de monja o un uniforme de puta (que en esto de la ciclotimia no hay términos medios). Segundo salir a la calle te da una perezaaaaaa; y, tercero, y más importante, la tarjeta de crédito echa tanto humo que amenaza con arder y provocar un incendio. Así que, mejor meto el monedero en el congelador para que se refrigere un poco y, con suerte, me olvido de su existencia.
Otra alternativa muy rica, buscar en internet algún melodrama, de estos finos filipinos que te ponen los pelos como escarpias y dejar que el río de los sentimientos reprimidos se desborde, pero ¡mala suerte! Los clínex se han terminado, el papel de cocina está casi en el cartón y el higiénico no es que abunde tampoco y, con dos nenas a punto de bajarles el periódo, esto se puede convertir en un escatológico inconveniente. 
Bueno, todavía queda una tercera posibilidad, tengo varios libros que hacía tiempo que me apetecía leer y que, por cosas de la falta de organización y eso, han ido quedando aparcados en un montón que cada día es más grande, tanto que cuando lo miro, me entra ansiedad.
Pero hoy no estamos para obligaciones, así que decido, escogeré el título que más me llame la atención. Veamos; El Ojo Ajeno de Alfonso Rojo, ¡huy! no estoy yo ni para mi propio ojo como para aguantar el ajeno, quita, quita. Terenci Moix, El Sueño de Alejandría, puf, ¡qué desgana! Este señor escribe muy bien y sus personajes alcanzan un grado de humanidad y profundidad que acojona, pero la forma, magnifica lo reconozco, no es apta para días tontos; El Viaje del Amor de Punset, mira esto suena bien, a todos nos gustan los viajes y si encima viene también el amor, pues un ratico muy bueno de divagación de los que a mí me gustan y luego te pasas toda la noche dándole vueltas a la perola.
Preparación en curso para día del perro: pijama piojoso, en la mesa una cola zero que se contrarresta con las aperitivos de turno; cojín en la cabeza; mantita en el cuerpo; tomo en una mano; gata, en la otra y chaladura en la mente. Perfecto.
Tras leer cien páginas, llego a la conclusión de que me siento estafada. ¿Dónde está el amor? Aquí solo habla de unas células eucariotas a las que no tengo el placer de conocer y de que si tienen unas mitocondrias que sirven para no sé qué leches, y luego unos neurotransmisores y atacan de nuevo las mitocondrias, y digo yo, ¿para qué me engaña este nene con el título? Con lo majete que parecía él, anunciando su pan, con su pelo blanco y su acento gracioso y pegadizo. ¡Coño! Pero si no pasa nada. Llamas al libro El viaje de las mitocondrias, y ya está.
Claro, por eso mi hermano siempre estaba haciendo la coña esa sobre él, en la que hablaba de la retículas endoplasmaticas.
¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy! Si es que siempre me pasa lo mismo; y es que, cuando un nene habla de amor, seguro que en realidad tiene otra cosa en mente.
En fin, hasta aquí hemos llegado y mañana será otro día en el apasionante devenir de la ciclotimia.



Yo empiezo la semana y la continúa Regina Roman, lo bueno de ser la Roman es que nunca eres la segunda en nada, tú marcas el comienzo de las cosas. Mota Rosa.

2 comentarios:

  1. Pues debo tener la ciclotimia esa..porque me he perdido. A ver si con mi lata de La Lechera me encuentro

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  2. Señor, señor... "Haciendo tus menesteres de rubia sin molestar a nadie..." ¡¡Me encanta!!

    Esa frase me impulsa a pedirte "escribamos algo a pachas, anda, rubi, anímate y dime que sí..."

    R.R. (Martin. Sí, también)

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