domingo, 20 de enero de 2013

From my Blonde Mind: Amistad unisex.


Esta semana han pasado varias cosas que  han llevado a que un interrogante ronde por mi cabeza de forma reiterativa y recurrente.   La pregunta en cuestión es: ¿Por qué todavía, en pleno siglo XXI, en un país desarrollado y moderno como este (bueno, es discutible en algunos casos y además vamos en franco retroceso pero aun así nos tomaremos  la licencia de catalogarlo como tal), es tan difícil que llegue a toda la población la idea de que la amistad entre personas de distinto sexo no solo es posible, sino además, tremendamente enriquecedora?
Te ponen a analizar esa frase en un examen de sintaxis y te clavas el boli en la frente.
Una de las principales razones de que me plantee dicho tema ha sido el hecho de que un hombre de una cierta edad, no un pipiolín con las hormonas disparadas, al que le presupongo cultura, y que por su bagaje vital ha tenido ocasión de residir y visitar otros lugares lejanos y distintos, con la consecuente apertura de mente que, al menos en mi opinión, esto debe implicar, el otro día me soltó una perla tal como esta: «Pienso que la amistad entre hombres y mujeres es imposible porque uno de los dos siempre querrá hacer el amor con el otro.»
Yo disiento, puesto que  tengo  y he tenido amigos ( OS. Terminación en masculino y plural) y no hemos tenido ninguna necesidad insuperable de juntar nada más de lo que se puede considerar apropiado en este tipo de relación. Todo esto no ha impedido, no obstante, que uniésemos otras partes igual de  íntimas o más que las anteriores. Unas que no se cubren con ropa, pero cuya pública exhibición nos produciría más reparo que la desnudez física. Juntos nos hemos reído, hemos llorado y hemos tenido largas charlas acerca de lo divino y de lo humano sin acabar por ello en el lecho (ni en el baño de un bar o el asiento trasero de un coche).
Rubia sosa y guapísima, muy buena en plan platónico.
Un poco de tensión sexual llevada con humor   (Ummmmmm reflexiono) no es malo del todo. Es como el ajo y la pimienta como condimento de algunas verduras, se puede pasar sin ello  pero pierde gran parte de su encanto.
Pero volvamos al sujeto en cuestión. Tras una velada, al menos interesante, me confesó que no se esperaba para nada que yo fuera así, que en algunos momentos se había sentido apabullado por mi intelecto (ser rubia hace que la gente presuponga cosas) , y que nunca había tenido una conversación como aquella con una nena. Yo me asombré, claro está, acostumbrada como estoy a mantener este tipo de charlas a menudo, y le recomendé que intentara un diálogo de verdad con más congéneres femeninos, seguro que la experiencia le sorprendería de forma grata.
En definitivas cuentas, parece que aunar mujer y persona en un mismo término es algo complicado. Quizás esto se deba a algún tipo de resorte atávico que impulsa a diferenciar el sujeto follable del escuchable, no lo sé con seguridad. Y si la mente se ve nublada por el primero, anula de forma automática al segundo. Hace falta pues un pequeño ejercicio de concentración para poder valorar que la mitad de la población mundial no ha sido puesta en el mundo con el único propósito de satisfacer nuestros apetitos más básicos de cópula y reproducción, (ojo, que aunque algo difuso y primigenio hable en el interior del hombre instándole a esparcir su semilla como el polen en primavera, si a ellos les sugieres el tema, seguro que pierden la libido a la velocidad del rayo. Paradojas de la vida). Además esto resultaría muy aburrido: Ir por la vida manteniendo en todo momento la pose de sujeto interesante y atractivo, sería  agotador y frustrante.
Sin embargo poco después, (creo que fue al día siguiente. A veces trasnocho, madrugo y me lío) tumbada en el sofá, me dediqué a chuparme una nochecita de pelis españolas, con este humor tan nuestro. Los lagos en cuestión fueron, por este orden: Fuga de cerebros, que trata acerca de unos pobres chicos, un poco raritos (la sal de la tierra), que deciden falsificar sus calificaciones escolares (usando no poca habilidad e imaginación) para viajar a Oxford en busca del amor platónico de uno de ellos. Allí todos y cada uno de los implicados deben  hacer uso de sus recursos, tanto para ayudar a su colega, como para sincerarse con ellos mismos y sus limitaciones, en busca de una  compañera ideal.  Final feliz e historia de superación. Hasta aquí todo bien.
Rubia divertida. Serás la envidia de tus amigos.
La segunda,  Pagafantas, nos habla por su parte de un nene también un tanto especial (parece ser una tónica muy nuestra) que, tras romper la monótona relación con su novia de siempre, se dedica a intentar engañar a sus colegas para salir entre semana en busca de unos ligues que se resisten a ser conquistados. Un buen día conoce a una argentina (pequeñita pero muy salada) que está loca como una rana en una batidora y que le llevará por el camino de la amargura. Donde él ve amor (también sexo), ella ve amistad ( y formas de putear al pobre, dicho sea de paso). Así que ya la tenemos liada. Como trama secundaría, encontramos al amigo de toda la vida del fallecido padre de nuestro Casanova, que hará cualquier tipo de locura por llamar la atención de la madre de este (el protagonista) en vano. La mujer no dejará de verle como un amigo hasta que pierda unos favores a los que ya estaba tan acostumbrada, que daba por supuestos sin valorarlos.
Ahora me diréis: Pero menudo coñazo nos está contando la rubia.
En efecto, así es. Pero si seguís mi argumentación (cosa difícil, lo reconozco, que ando fina), a lo mejor os dais cuenta de que en ninguno de los casos nos presenta la amistad entre hombres y mujeres como algo viable.
 No hay apenas ninguna conversación y, si mi apuráis, ninguna acción realizada por parte de los nenes que no tenga por finalidad meterse en las bragas de las féminas (con más o menos afecto de por medio, no lo niego, pero lo mismo me da).
Y esto me jode porque creo que por culpa de las actitudes gilipollescas  del  cortejo, (infructuoso, casi siempre) que me encuentro, estoy perdiendo la oportunidad de conocer a personas con pene que merecen la pena.
En definitiva, mi problema es que soy insaciable. Me pierdo por horas y horas de charla banal y distendida, de cañas y tapitas. Por proyectos juntos y sesiones de aprendizaje.  Por estar espalda contra espalda en una trinchera. Porque  una voz masculina me llame de madrugada y me diga: «So, necesito tu ayuda, rubia. Trae munición y el Thunderbird».
Tengo mucho vicio, debería limitarme al choof plastificado final y al «ya te llamaré, nena»  tras los tres minutos quince segundos en los que soy capaz de solucionar esos lances.
Os quiero, nenes, vosotros sabéis a quienes me refiero.




Mañana martes otra rubia, otro estilo “La Jefa de Todo Esto”a la que llamaban en los reuniones de yakuza, con tono velado por el miedo y el respeto, Regina Roman.
La Mota Rosa.







5 comentarios:

  1. Yo debo andar algo nublado. Tengo mi opinión, sustentada por la realidad, y en esa realidad mía, es completamente posible ese tipo de relaciones. De hecho, no me fijo en lo que se esconde entre las piernas a la hora de relacionarme, pero ya me lo digo a mí mismo, debe ser demasiado clásico. La tensión sexual está bien si se desea alentar espectativas o jugar, pero porque si no me va. Porque sí me gusta una charla. Buenas noches

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  2. Ah, y el comentario no va con intención de meterme en las bragas de nadie. A estas horas sólo me apetece meterme entre las sábanas y dormir. Buenas semana a tod@s

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  3. Si follas un cuerpo, son 3 minutos. Si eres joven lo puedes repetir tres veces. Con preliminares 30 minutos.

    Si follas una mente, duras lo que sean capaz tus neuronas. Reponiendo glucosa, puedes estar 12 horas sin parar, eso son 24 veces lo de antes.

    Naturalmente, si hay TSNR por medio, la cosa se complica un poco, pero a veces es un solo juego, ya que yendo más allá podrías perder el resto del premio, y por 3 minutos perder las 12 horas.

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  4. Totalmente de acuerdo. Se pueden tener amigos del sexo contrario sin que te apetezca en absoluto meterte en la cama con ell@s. Y si son amigos de verdad, de esos que merecen la pena, se corre el riesgo de estropear e incluso perder una buena amistad por un simple polvo.
    Besitos

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  5. ¡Ay! No sé, Ru.
    ¿Se pueden tener amigos? ¿Se pueden tener amigas?
    Yo creo que he tenido de ambos pero ¿si no duran son amigos o amigas?

    No sé, Ru ¡Ay!
    creo que tenemos en común eso de querer más. Yo quiero más todo el rato.

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